4.1.19

Cosecha (poética) del 18

Si el periodismo cultural no hubiera desaparecido prácticamente de la prensa regional y en los balances de fin de año tuviera cabida la cultura, no digamos ya la pobre poesía (y no para jalear a esa plaga de parapoetas que nos invade), alguien habría escrito este artículo por mí. No me gusta ser arte y parte, pero me resulta necesario airear, siquiera sea a la inmensa minoría de siempre, que a lo largo de 2018 han aparecido una serie de libros de poesía escritos por poetas extremeños que bien podrían justificar que en el futuro, si las cosas no se desmandan de manera definitiva, se le considerara un año histórico. Sí, aunque no lo parezca, hay vida más allá de la moción de censura, el brexit, las elecciones andaluzas, Las Vegas de La Siberia o el procès.
¿A qué libros me refiero? A costa de pecar de olvidadizo (que me perdonen los involuntariamente silenciados), y no sin destacar que se trata, en todos los casos, de obras mayores, claves en las respectivas trayectorias literarias de los nominados, puedo empezar, por ejemplo, nombrando Micrografías, de Irene Sánchez Carrón (Navaconcejo, 1967), que había ganado el premio Emilio Alarcos y la afianza, con sus versos íntimos de línea clara, como una de las mejores poetas españolas.
Y pues que de poetas hablamos, cómo no mencionar Retirada, de Pureza Canelo (Moraleja, 1946), donde esta decana de nuestra lírica vuelve a demostrar que su camino es único y lo que escribe, de un rigor incomparable.
Otra extremeña –como ella, de la diáspora–, Isla Correyero (Miajadas, 1957) ha reunido lo mejor de su poesía radical y femenina bajo el título Mi bien, que se abre con un precioso prólogo de Juan Antonio González Iglesias.
Otra mujer, para que luego digan, Ada Salas (Cáceres, 1965), publicaba a finales de año Descendimiento, basado en el óleo de Rogier van de Weyden, que cuelga en El Prado, una obra honda y compleja que incluye un oratorio.
Para cuando otro cacereño, Basilio Sánchez (1958), nos sorprendía a todos al conseguir el ambiciado y prestigioso premio Loewe, la misma editorial ya había incluido en su catálogo Esperando las noticias del agua, tan próximo en su tono al que le seguirá, con su misma, inconfundible voz.
José María Cumbreño, cacereño del 72, y van tres, el más ultramarino y liliputiense de nuestros poetas (lo digo por su editorial, no se me malinterprete), el agitador cultural que inventó Centrifugados, daba a la imprenta Hablar solo, que no es mal título ni para él ni para cualquier vate de estos tiempos tan ruidosos como líquidos.
No olvido Y, del extremeño de adopción Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, 1953), con casa (Las Viñas) en la Sierra de los Lagares, un libro que, según él, “es homenaje únicamente a ese solitario rincón del campo extremeño”.
Hasta Ángel Campos Pámpano (San Vicente de Alcántara, 1957), muerto hace ahora diez años, ha estado presente en este annus mirabilis de nuestra poesía, en forma de florilegio de homenaje a su legado y gracias a la traducción de su último libro al portugués por Luis Leal, otro poeta extremeño… de Évora. Ambos volúmenes son de la Editora Regional. ¿Y los anteriores? Pues de los catálogos de algunas de las mejores editoriales del país: Visor, Pre-Textos y Calambur, lo que subraya y avala la importancia de cuanto vengo afirmando.
Dije antes lo de “arte y parte” y es que, para no pecar de falsa modestia, apostillo que uno también se honra de haber contribuido, en alguna medida, a este poderío lírico del Oeste. Al fin y al cabo, el 18 fue el año de El cuarto del siroco (Tusquets). Como José Cercas, Jesús María Gómez y Flores o José Antonio Ramírez Lozano que, según costumbre, ganó algún premio y publicó algún libro.
Tan quejosos siempre y con la autoestima tan baja, motivos no nos faltan, querría uno que mis paisanos se alegrasen por cosas como estas. Insustanciales, según los más, sin aparentes consecuencias económicas o políticas, pero, a la larga, más importantes de lo que tal vez sospechamos. Esta tierra será muchas cosas, pero ya no el erial literario que fue durante siglos. ¿Les parece poco? Enhorabuena.

Nota: Este artículo se publicó ayer en el diario HOY.
La fotografía que lo ilustra es de Antonio María Flórez.