La narradora portuguesa Teolinda Gersão (Coímbra, 1940) estudió Filología alemana e inglesa en las universidades de Coímbra, Tubinga y Berlín y fue profesora en esta última ciudad, así como la Universidad Nueva de Lisboa, donde ejerció como catedrática de literatura alemana y comparada hasta que, en 1995, dejó la docencia para dedicarse sólo a escribir.
Ha vivido en Brasil y Mozambique, estancias que le inspiraron novelas. Fue escritora residente en la Universidad de Berkeley (California) e invitada en la Feria del Libro de Fráncfort y el Salón del Libro de París.
Su obra es copiosa y está avalada por numerosos premios, aunque ha sido poco traducida al español.
Uno no sabe si es la acreditada colección de la Editora Regional de Extremadura la que inviste a los libros o si son estos los que le confieren la gracia que ostenta. El caso es que los que aparecen en La Gaveta (en este caso con el añadido de pertenecer a una serie digna de elogio: Letras Portuguesas) no suelen dejarme (casi) nunca indiferente. Ha vuelto a ocurrir con el relato (o novela corta, no sé) Los ángeles (Os Anjos), donde Gersão demuestra sobradamente sus dotes narrativas.
Me he acordado de otra sorpresa: la del primer libro de un autor luso que publicó la Editora, Te me moriste, de José Luís Peixoto, en esta misma colección, antes de que se inaugurara incluso la citada serie.
No me cabe duda de que parte de su importancia se debe a la traducción de la profesora de la Universidad de Extremadura María Jesús Fernández García.
Ilda, una niña, relata lo que le pasa a ella, a sus padres y a su abuelo en un pueblo pobre y remoto del Portugal profundo. Un medio hostil que, por momentos, recuerda la ruralidad áspera y rayana, tan extremeña como portuguesa, de cierto Landero.
Su cuento participa al mismo tiempo del realismo y de lo fantástico. Es la historia, sí, que te atrapa sin remedio (uno leyó las cincuenta y tres páginas del tirón), desde las primeras e inquietantes líneas, pero también el modo como está escrita, con una sobriedad que no le impide, nunca mejor dicho, el vuelo poético.
La sensibilidad y la crudeza, la fragilidad y el dolor, se dan la mano en este emocionante relato que nos descubre un pequeño mundo poblado por seres tan sencillos como extraordinarios. La sufrida cría y la madre enferma, sobre todo. Al fondo, el misterio. Un misterio que anuncia la fuerza extraordinaria de la vida. El milagro de la supervivencia.