La poeta Pureza Canelo (Moraleja, 1946) sigue ordenando su archivo y biblioteca, donados en su día a la Diputación de Cáceres. La tarea es compleja, pero ella no ceja en su afán de entregarlo todo en las mejores condiciones. Fruto de esa minuciosa y casi titánica labor, el redescubrimiento de un poema olvidado, "Cáceres", que se publicó en el diario ABC de Madrid en 1973 por encargo de su director entonces, el extremeño Pedro de Lorenzo. Salió en el periódico, nos recuerda, "con una gran foto a todo color del Arco de la Estrella y el Adarve".
Aparece ahora, precisa, en "un nido de la carpeta de los años 70". Lo cuenta Canelo en la nota que abre la reedición de esos versos en la primera entrega de la bonita y sobria colección Pliegos El Legado, auspiciada por la mencionada institución pública.
"Me sorprende su escritura derramada y extensión con mi joven pluma. En aquel tiempo empezaba mi obra poética y ahora compruebo que me tomé en serio el encargo de don Pedro. Debí escribirlo en Moraleja en el verano del 73".
Sí, como ella misma indica, ya estaban ahí "los códigos, armas y registros" de lo que será mi poética en el tiempo". En especial, subraya, lo metapoético, "reflexión sobre la propia escritura por aquellas rampas empedradas de la Ciudad de Cáceres".
"Pero quiero ser más atrevida / que la piedra agazapada de perseverancia; / porque soy ser vivo / y antena a más mundos sin orden", leemos. Y: "Al norte de tu corona ilustre / he nacido cerca de Gata, / y al Oeste, en mi propio río, orilla, / se lavaba en Portugal / batallando en el agua". Y: "Oh, ciudad, / prefiero no adularte tanto, / adentrarte en mis sentidos sí, / en ese estuche a recorrer / del que hablo. Paso gigante / este aprender de oros". "Palabras solas".
Canelo concluye: "Recupero este poema con el fervor que merece la señora del Oeste".
Aunque por esas fechas el ABC llegaba a mi casa a diario bajo el brazo de mi padre, no soy consciente de haber reparado en él. Todavía no estaba el adolescente de catorce años que uno era para versos.
Leído ahora sorprende su actualidad. Quiero decir que no parece escrito hace tanto tiempo. Tampoco hace falta volver sobre la precocidad de su autora, que 1970 ganó el premio Adonáis con Lugar común. Tenía 24 años, pero el libro había sido escrito cuando contaba aún menos.
No deja de ser, como Canelo apunta, "la prehistoria de una poesía enraizada en Oeste".
Ha sido un acierto, sin duda, rescatarlo (sus lectores se lo agradecemos) y una feliz idea la de lanzar a la calle estos Pliegos El Legado que a buen seguro nos depararán nuevas sorpresas.