Poetas consagrados y nuevas voces se plantan en la feria con propuestas cargadas de luminosidad, pasión, claridad... y grandes versos.
Un único corazón
Alejandro
Duque Amusco
Pre-Textos,
Valencia, 2022. 96 páginas. 18 €
El
mismo tono sereno y atemperado,
melancólico y elegante, claro y sugerente, clásico y natural de Jardín seco,
es el que encontramos aquí. Procede, dice, de la edad y la experiencia. Y de la
continuidad de la memoria. Desde la tradición. En la incansable búsqueda de la
verdad y la belleza. En “Sur”, la infancia, el jardín, la luz, el verano: “La
vida huyó de mí y no la alcanzo”. Al amor dedica después un puñado de poemas
memorables. “Nada muere del todo y menos el amor”, escribe. Porque la poesía es
“una hermosa fraternidad”, no faltan las conversaciones con los otros. Poeta-profesor,
en “Zona crítica”, la “sigilosa pasión” de la poesía. “El arte, –concluye– es
un amor callado”. Feliz.
Maestro de distancia
Jordi Doce
Abada, Madrid, 2022. 120
páginas. 15 €
Sorprende este monólogo
escrito a tumba abierta. No porque no reconozcamos una de las voces más
singulares del panorama, sino por su radicalidad. La confusión como “modo de
pensar”. “Del tiempo no sabemos”, reza el primer verso o aforismo, límite
inexistente para alguien ajeno a los géneros. Su desnudez sobrecoge. La dolorosa
fragilidad del solitario. La “del que está en el secreto” y recuerda. Infancia
en Gijón. “Oficio de vivir: esta hoguera incierta”. Con una lucidez que se
crece en la contradicción. En “la lumbre de la lentitud”. En “la claridad del
cansancio”. Ella y la enfermedad: el sacrificio
de quien vive para la muerte: “Déjame acompañarte”. El miedo. “Busco la
claridad sobre todas las cosas, pero sólo cultivo enigmas”.
Belleza sin nosotros
Marcos Díez
Visor, Madrid, 2022. 80
páginas. 12 €
En este libro, según Lorenzo Oliván
(que publica de nuevo en Tusquets), el santanderino “despliega un mundo tan
cotidiano como extraño”. Uno subrayaría, ante todo, su don de síntesis: su
acerada, seca concisión. “Mejor
hablar así, / en la intemperie”, podría ser su lema. Una poética. Palabras
exactas y una claridad lúcida, valga la redundancia. Luminosa, sí. “Tarde se
aprende lo sencillo”, dijo Hierro; para Díez, lección aprendida. La identidad,
el dolor, “la vida cierta” y misteriosa, el amor (¿Qué vínculo es el
nuestro?”), la herida (“Porque la soledad puede ser una casa”), el cuidado (que
aprende de Vera), la hija, los huecos y hasta el literario hotel Formentor inspiran
estos poemas donde hay de todo menos destructoras “palabras vacías”.
Salvamento de hormigas
Ana Merino
Visor, Madrid, 2022.
92 páginas. 12 €
Tras su exitosa
irrupción en la novela, Merino vuelve a la poesía, en la colección donde ha venido
publicando todos sus libros salvo el primero, Adonais en 1994. En este no falta
una sección, “Desbordamiento”, dedicada a su especialidad: la historieta. Se
podría decir que su poética es de “línea
clara” y marcado tono autobiográfico. Amable, en el mejor sentido: “Salvamento
de hormigas, / ese era mi lema / cuando llegaba el verano”, leemos en el poema
prologal. Luego, dibujantes, viñetas, Han Solo, líneas, perdedores y sin nombre.
La vida, por ejemplo en Granada, Alepo o Panticosa. Léase “Distancias”. El
presente de este planeta en peligro está en “Naufragio”, la serie discordante
–distópica y algo apocalíptica– que cierra el volumen.
Los planetas fantasma
Rosa Berbel
Tusquets Editores, Barcelona, 2022. 96 páginas. 15 €
Tratándose de poesía, fue llamativa la recepción de Las niñas siempre dicen la verdad, ópera prima de Berbel que logró
varios premios. Cuando pasa algo así, se espera con expectación el segundo
libro. No defrauda, al revés: hay un salto cualitativo en su poética. Lo leído
justifica su prematuro ingreso en una colección de consagrados. El libro,
perfectamente imaginado (desde el título), nos lleva a lugares extraños que son
y no son de este mundo. Un misterio. Se trataba de eso: de renombrar las ruinas
donde estuvo la casa. De “inventar otro lenguaje”. Para el amor. Para esta travesía
del desierto. Para después de la fiesta. La belleza persiste. Sí, “es un
milagro estar / justo donde la vida está”.
Este artículo se ha publicado en EL CULTURAL.