8.5.05

El viaje de leer

A DÍA DE HOY

EL VIAJE DE LEER

Álvaro Valverde

Escribo este artículo en una soleada y calurosa mañana de domingo que coincide con el Primero de Mayo y no puedo por menos que sentirme feliz por haber sobrevivido a un mes de abril que, con Eliot, podría calificar de cruel pero que, con el debido sosiego, prefiero definir sencillamente como agotador. Son muchas las cosas que a uno le han pasado y casi todas giraron (y siguen girando) en torno al apasionante mundo de los libros, siquiera sea por aquello de que, en mi caso, vocación y trabajo se confunden en el vasto territorio de la lectura. Echo mano de mi agenda y repaso viajes y experiencias que comparecen aquí para demostrar a los ignorantes que Extremadura progresa a una velocidad de crucero que para sí quisieran otros.

Empezaré, por ejemplo, por las Ferias del Libro. Porque son acaso las más democráticas manifestaciones de la cultura del libro; cuando éste sale a la calle para que quienes no ven en las librerías el refugio y el puerto seguro que algunos percibimos se atrevan y toquen y hojeen sin pudor los volúmenes expuestos y fatiguen sin vergüenza las mesas y los mostradores de las casetas. Disfruté de esas fiestas en Almendralejo, Cáceres y Navalmoral y puede comprobar que su calidad aumenta año a año y que cada vez son más los que se acercan a los paseos provinciales en busca de libros mientras se detienen a escuchar a los escritores que intentan bajo las carpas descifrar en voz alta los inefables misterios que aquéllos encierran.

Como el movimiento se demuestra andando y el fomento de la lectura, bien entendido, empieza por uno mismo, también de libros propios hablamos en abril. En mi ciudad natal, gracias a la generosa afluencia de paisanos, el acto fue tan caluroso como emocionante. En Yuste, al amparo de los anchos muros –reales y figurados- de la venturosa Fundación Academia Europea de Yuste, conversé en público con el periodista Teresiano Rodríguez con la confidencialidad que sólo es capaz de expresar quien se sabe entre amigos. Una conversación que continuó bajo las arcadas del porche, oliendo a verano bajo la luz de la luna.

De dos actividades relacionadas directamente con los libros di cuenta en su momento en esta sección pero, con todo, vuelvo en este balance a recordarlas: el IX Congreso de Escritores Extremeños de Alburquerque (centrado este año en las fluidas y fructíferas relaciones entre la literatura extremeña y la portuguesa, que miran al futuro) y las Primeras Jornadas de Bibliotecas Escolares celebradas en Don Benito por la Consejería de Educación y que han significado para muchos el principio de una mayor implicación de esa Consejería en el fomento de la lectura y, en consecuencia, a favor del reconocimiento del perseverante quehacer de los bibliotecarios escolares.

Una implicación que prueba el ejemplar programa de las “Rutas Literarias”, en el que también uno ha tenido la suerte de participar activamente.

Y ya que lo mencionamos, por tercer año consecutivo se entregaron en la Biblioteca Regional, con motivo del Día del Libro, los Premios del Plan, diez nuevos proyectos que se suman a una lista sobradamente acreditada.

Casi a finales de mes, se presentaba uno de los proyectos “estrella” del citado Plan: el Observatorio del Libro y la Lectura, puesto en marcha con la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Con ser el primero de España (adelantándose incluso al que anuncia el Ministerio de Cultura), por las páginas de nuestros medios el asunto pasó sin pena ni gloria y eso, insito, que Extremadura, para que sirva de precedente, dio esta vez la primera. Más misterios.

Cuando empieza otra Feria del Libro, la de Plasencia, a la espera de algunas más, visitaba la de Cáceres el viveño Javier Cercas. Aunque el gentilicio no esté en el diccionario, su presumible etimología le cuadra. Tuvimos la suerte de pasar con él unas horas en Plasencia (donde acudió a firmar a ejemplares en una gran superficie) y lo mejor fue comprobar que al revés que otros -cada vez más ridículamente empinados-, Javier sigue siendo el conversador infatigable y la persona cariñosa que era antes de que se le viniera encima, como un cataclismo, la fama. Tuvo un gesto que prueba lo que digo. A sabiendas de que algún librero local estaba molesto por lo de Carrefour, se acercó a una librería para dar explicaciones; argumentos acaso innecesarios pues hablamos de mundos distintos (y públicos diferentes) aunque obligados, qué duda cabe, a encontrarse. Todos navegamos, según creo, a favor de la lectura.

Fue una delicia charlar con él. De los signos de puntuación, por ejemplo, mientras dábamos buena cuenta de unas extremeñísimas ancas de rana.

Lo dije y lo repito, ha sido un milagro sobrevivir al Mes del Libro. Ahora sólo queda subsistir al intenso Año del mismo nombre.

(Artículo publicado en el diario HOY el 7 de mayo de 2005)