31.5.17

Manguel dixit

Library Matters
"En francés hay una palabras perfecta para describirme: passeur. Me gusta ese rol del que pasa algo. Me gusta leer y comentar mis lecturas. Mis libros salen de otros libros, del esfuerzo por entender las ideas de otros, y la lista del Formentor está llena de pensadores y creadores originales”. Alberto Manguel, Premio Formentor 2017, en conversación con Javier Rodríguez Marcos. El País.

29.5.17

Palabras para un premio

Buenas noches.
Presidente, autoridades, ribereños, estimados amigos...
El poeta y profesor Guillermo Carnero decía hace poco que preferiría haber vivido en el siglo XVIII. Y matizaba: “Pero en el XVIII francés, no en el español, aunque Meléndez Valdés era un poeta de primera fila, de rango europeo. Y también lo era Jovellanos, aunque pocos lo recuerden. Me gusta el XVIII primero en lo estético, porque es un siglo sensual y vital, en el que la represión moral desaparece en el arte, y se impone el desnudo. En Francia, pero no en España, donde 'La maja desnuda' de Goya tenía que mantenerse escondida. Y segundo, en lo ideológico, porque es la última época de Occidente en la que se puede ser con inocencia y de buena fe progresista y de izquierdas. Todo está aún por descubrir, y todavía cabe creer en las utopías, que irán luego fracasando, desde la Revolución francesa a la Bolchevique”.
No he encontrado mejor manera de empezar este breve discurso que citando al novísimo y su elogio del Setecientos y de Meléndez Valdés, el poeta que da nombre a este premio que celebra su primera edición coincidiendo con el bicentenario de su muerte en el triste exilio francés de Montpellier, como un Antonio Machado avant la lettre, tan lejos de su Ribera del Fresno natal. 
Dije desde el principio que la idea de crearlo (que debemos en gran medida a la perspicacia de José María Lama) era excelente. Por lo que tiene de reivindicación de uno de los extremeños más ilustres (e ilustrado) y para diferenciarse de la avalancha de galardones poéticos locales o provinciales que plagan el panorama. 
Un premio de alcance nacional y patrocinio público (Ayuntamiento, Junta y Diputación), impulsado desde el medio rural, que en Extremadura, por suerte, sigue existiendo, al margen de esa “España vacía” acerca de la que ha escrito, con tanto éxito, Sergio del Molino.
Un premio, éste, destinado a distinguir el mejor libro de poesía publicado en España el año anterior. 
Conviene destacar la pulcritud del procedimiento de elección del ganador y, antes, de los finalistas, siquiera sea para demostrar que en España, a pesar de los pesares, se pueden hacer las cosas de otra manera. Bien, quiero decir, sin corruptelas.
Porque es un premio de la crítica, contó en primera instancia con críticos, periodistas culturales y profesores. La lista de personas que colaboraron, desinteresadamente, en la primera criba, de los medios literarios más importantes de este país, da fe del rigor con que se ha llevado a cabo, insisto, el proceso. Lo avalan los nombres de Nuria Azancot y Francisco Javier Irazoki, de El Cultural; Javier Rodríguez Marcos, de Babelia/El País; Jaime Siles, de ABC Cultural; Enrique García Fuentes, del diario HOY; el profesor de la Universidad de Extremadura Miguel Ángel Lama; y Álex Chico, de la revista Quimera.
Es digna de destacar también la gestión del democrático voto delegado de la alcaldesa, que surge de la contrastada opinión de un puñado de ribereños; lectores comunes y, en consecuencia, honestos. 
Por fin, un jurado, que me honré en presidir, formado en esta ocasión por Olvido García Valdés, Irene Sánchez Carrón, Piedad Rodríguez Castrejón (alcaldesa de Ribera del Fresno), Elisa Moriano (en representación de la Diputación de Badajoz), Juan Ramón Santos, Eduardo Moga (en representación de la Junta de Extremadura) y José María Lama (secretario con voz pero sin voto), un jurado en el que se mezclan poetas, críticos, filólogos y lectores, personas, en suma, con criterio, tuvo que tomar la decisión final y les puedo asegurar que, a pesar de que no era sencillo decidir, se hizo, tras sucesivas votaciones, con claridad y tras sopesar los pros y los contras de los seis libros finalistas, todos ellos candidatos en igualdad de condiciones a conseguir el galardón. Por el mero hecho de ser eso: libros de poesía y no otra cosa, que es, al parecer, lo que se lleva ahora. 
Me refiero a obras espléndidas, que diría Santiago Castelo, como Carta al padre, de Jesús Aguado (Fundación José Manuel Lara), Corteza de abedul, de Antonio Cabrera (Tusquets, que acaba de conseguir el Premio de la Crítica Literaria Valenciana), No estábamos allí, de Jordi Doce (Pre-textos), Ser el canto, de Vicente Gallego (Visor), Han venido unos amigos, de Antoni Marí (Renacimiento) y Pérdida del ahí, de Tomás Sánchez Santiago (Amargord).
Fue emocionante asistir a las deliberaciones del jurado, donde con tanta pasión y con tanto conocimiento se debatieron las diferentes lecturas de los libros, en especial de los dos que llegaron hasta el final. Pocas veces, en mi ya larga trayectoria de participación en este tipo de tribunales poéticos, he asistido a tan solvente cruce de argumentos. Al final, No estábamos allí, de Jordi Doce, se alzó con el Premio Nacional de Poesía ‘Meléndez Valdés’ por amplia mayoría. En el acta se destaca “que se trata de un libro especialmente significativo en la trayectoria poética del autor (que desde hace diez años no publicaba ―en rigor― un libro de poesía), un libro innovador lleno de paradojas, incertidumbres, preguntas, de experimentación y riesgo, y por tanto de extrañeza y misterio bajo una luz nórdica. En él se da una mezcla de géneros, que va del poema en prosa al diario, pasando por el uso de los versículos o las enumeraciones. Para Jordi Doce la escritura supone «un aprendizaje moral e intelectual, una forma de hacer mejor ―más intensa y plena, más benéfica― la vida». Uno de los poemas más significativos se titula, de hecho, “Aquí, ahora, en ningún sitio”. Acaso No estábamos allí sea una especie de relato intemporal en busca de la identidad «en medio del camino de la vida»”.
Su autor, Jordi Doce (Gijón, 1967), ha publicado libros de poemas como Lección de permanencia, Otras lunas y Gran angular, así como la antología Nada se pierde. Poemas escogidos.
En prosa, los libros de notas y aforismos Hormigas blancas y Perros en la playa, los ensayos Imán y desafío (IV Premio de Ensayo Casa de América), La ciudad consciente, Las formas disconformes. Lecturas de poesía hispánica y Zona de divagar, el libro de artículos Curvas de nivel y el de entrevistas Don de lenguas
Ha traducido, además, la poesía de Auster, Blake, Eliot, Auden, Tomlinson, Hughes, Simic, Carson y Burnside, entre otros, y la prosa de Quincey y Ruskin. 
Estudió Filología en la Universidad de Oviedo, es doctor en letras por la Universidad de Sheffield, donde fue lector de español antes de serlo también en la Universidad de Oxford. En la actualidad, tras su paso por la sección de Publicaciones del Círculo de Bellas Artes de Madrid, de coordinar la edición española de la revista mexicana Letras Libres y la editorial hispano-mexicana Vaso Roto, reside y trabaja en la capital de España como editor, traductor, conferenciante y profesor de talleres de escritura creativa en la escuela de letras Hotel Kafka. Desde hace once años publica un blog, Perros en la playa.
De él dijo en El Cultural el crítico Martín López-Vega: «Si Jordi Doce (…) no existiera, habría que inventarlo. Poeta, aforista, traductor de referencia, ensayista, editor, es, por desgracia (para todos los demás), un caso excepcional en nuestro panorama poético: un creador generoso que lejos de centrarse únicamente en su obra ha estudiado y divulgado la de muchos autores que o eran desconocidos, o eran mal conocidos entre nosotros». 
Sí, por fortuna existe. Antes de cederle la palabra, permítanme añadir que estamos, en efecto, ante uno de los mejores poetas de este país. Perdonen la jactancia, pero sé de lo que hablo. En el pequeño patio de la poesía española nos conocemos todos. Jordi Doce ha logrado eso que muchos pregonan pero muy pocos alcanzan: tener una voz personal y establecer un mundo propio. Leo sus poemas desde que publicó su ópera prima y he seguido su trayectoria con fidelidad y admiración crecientes. Pocos poetas tan rigurosos, formados y capaces como él. Pocos tan apartados del pavoneo lírico (es hombre tímido, educado y modesto) y de las estrategias y manejos que algunos llevan a cabo a favor de su vanidad y de sus intereses personales y en detrimento de la noble poesía. En este sentido, en el mejor, estamos ante un escritor ejemplar. Por eso el ‘Meléndez Valdés’, lo digo con orgullo, no podía haber empezado mejor. Dando a entender que no hay atajos para llegar a la excelencia. O que, en poesía, la excelencia es el único atajo. Enhorabuena, Jordi.












Nota: estas palabras fueron leídas en la entrega del Premio Nacional 'Meléndez Valdés' que tuvo lugar el pasado viernes 26 de mayo en Ribera del Fresno, Badajoz. 

26.5.17

Tina

Día: 27 de mayo.
Hora y Lugar: 10,30 h. Carpa de Conferencias. Feria del Libro de Badajoz. Paseo de San Francisco.
Organiza: Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx). Patrocina: Fundación Caja Badajoz.

DÍA DEL BIBLIÓFILO.
HOMENAJE A AGUSTINA BRAVO ORTUÑO.

Intervienen:
D. José Luis Bernal Salgado.
Dª Malén Álvarez.
D. Jesús Cañas.
D. Miguel Ángel Lama.
D. José Luis Rozas.

25.5.17

En el 20 aniversario de Sibila

Foto: Alberto Valverde
Le dejaron a uno aparcar en las traseras del Palacio del Marqués de Salamanca, el que da nombre al lujoso barrio madrileño, entre coches oscuros de gama alta. Por lo del viaje relámpago. Iba con prisa y tenía que volver en cuanto aquello acabara. Tarde bochornosa en el Paseo de Recoletos, sede de la Fundación BBVA, anfitriona de la fiesta del veinte aniversario de la revista Sibila (el "aquello" a que hacía referencia). No en vano sostiene con sus fondos esa exquisita publicación, por dentro y por fuera, que alcanza su número 50. Tras unas pruebas de sonido, Susana Benet y yo fuimos conducidos a una confortable sala próxima al patio central de la casa, con paredes forradas de maderas nobles, anexa a otra de juntas con una mesa enorme donde no era difícil imaginarse reunidos a un puñado de banqueros. Té, café... El trato, exquisito. La poeta valenciana iba acompañada por su marido. Uno, felizmente, por su hijo. Con nosotros, Patricia Ehrle y Juan Carlos Marset, almas de la revista sevillana, a los que encontré con un aspecto estupendo. Poco después llegó el poeta polaco Adam Zagajewski, protagonista de la velada. Un hombre delgado, cordial y silencioso, de modales educados y tímidos que a veces sonreía. Envidié la comodidad de sus vaqueros. Vestía con aire informal, si bien para el acto se puso encima de la camisa de manga corta una sobria americana oscura. Venía con Iwona Zielińska, del Instituto Polaco de Cultura, entidad colaboradora del acto, la más activa e interesante de cuantas pueblan el patio cultural capitalino.
La conversación, conducida por Marset, fue sobre todo en inglés. A uno, que ni lo habla ni lo escribe, no le costó seguir, a debida distancia, el hilo. Fui el primer sorprendido. Llegaron más tarde Juan Manuel Bonet, Rafael Pardo, director de la Fundación, y Mirosława Kubas-Paradowska, directora del citado Instituto, que habla un perfecto español con acento colombiano. Aunque para castellano perfecto el de la embajadora de Polonia en España, Marzenna Adamczyk, hispanista, una mujer vital de una simpatía desbordante que acaparó con naturalidad la atención de los presentes.
Foto: A. V.
El acto en sí se desarrolló según lo previsto, aunque los horarios no resistieran el férreo, profesional control de las organizadoras. Tras la breve intervención de Pardo (con cerrada y pertinente defensa de la alta cultura y de la excelencia, por políticamente incorrecto que eso sea), tomó la palabra Marset, al que le costó soltarla: no es fácil resumir en unos minutos la extensa e intensa historia de una revista tan singular y cosmopolita. La suya fue una defensa del papel. En sentido real y en el figurado. No en vano Sibila se caracteriza, entre otras cosas, por estar impresa en un magnífico papel italiano de Amalfi fabricado por la casa Amatruda. Un vídeo, tan artístico como todo lo sibilino, trató de resumir dos décadas de arte, música y literatura. Siguió la conversación entre Bonet, polaco consorte, y Zagajewski (con traducción simultánea), que a todas luces nos supo a poco. Se queda uno con la emocionada evocación de Cracovia, su lugar, el que también eligió Szymborska, la ciudad que protagoniza su extraordinario libro En la belleza ajena y no pocos de sus versos. Leyó después algunos. Sin énfasis, en voz baja y con naturalidad, como quien habla. El público siguió esa lectura gracias a las traducciones (espléndidas, de Xavier Farré) insertas en el programa de mano; editado, por cierto, con esmero. Después le tocó el turno a uno. De los cinco poemas seleccionados para el mencionado programa, leí sólo cuatro. Suele ocurrirme. Dije unas pocas palabras sobre Patricia y Juan Carlos y sobre el privilegio que suponía haberles acompañado en esa aventura al que se sumaba el de leer con Zagajewski, por cuya poesía siento verdadero fervor (por usar un término muy suyo). Desde el principio, desde aquel número rojo diseñado con elegancia por Joaquín Gallego (al que saludé muchos años después) que se presentó en la Residencia de Estudiantes. Leí, para empezar, "Santa Chiara", la basílica napolitana donde conocí a Marset en mayo de 1992, hace exactamente veinticinco años. Cerré con el poema que da título al próximo libro, El cuarto del siroco. No me olvidé de mi homenaje a Cirlot, tan apropiado para dedicárselo a Bonet, cirlotiano de pro.
Siguieron los versos y haikus de Benet, la más japonesa de nuestras poetas. De "ramoniano" calificó Bonet uno de ellos.
El cierre fue brillante, a cargo del pianista Juan Carlos Garvayo que interpretó tres piezas muy bien escogidas: "Monólogo I", de César Camarero; "Paseo de los tristes", de Jesús Torres; y la impresionante "Jerez desde el aire o al aire de Jerez" (doy fe de lo que mucho le gustó la interpretación a Zagajewski, que estaba sentado a mi lado), de Mauricio Sotelo, al que conocí en la Resi en el debut de Sibila.
Pocos saludos al salir. La prisa, ya dije. Ni siquiera me pude despedir como es debido del poeta polaco y sus acompañantes. Ni de Benet y su marido. Ni... Al menos di la mano a dos Antonios: Garrigues Walker, que tanto ha hecho por Sibila, y Gallego, que fue profesor de Garvayo y que se enfadó conmigo, verato confeso, por no haber leído el poema sobre el Cementerio Alemán de Yuste. Alfredo J. Ramos venía con un saludo de parte de Carlos Medrano. Abracé a Jordi Doce (que entrevistó para uno de sus libros al autor de Ir a Lvov). Me presentó a Martín López-Vega, al que no conocía en persona. Ya en el jardín, apenas una cerveza sin alcohol y una croqueta.
Me fui con la sensación de que pocas veces le habían tratado a uno mejor. La organización fue perfecta. En la mejor tradición de las fundaciones madrileñas: Loewe, March...
Llevé después a mi hijo hasta Plaza de España y él siguió camino en autobús hacia Segovia mientras uno volvía en coche a Plasencia. Me costó conciliar el sueño aquella noche. Demasiadas impresiones en poco tiempo.

22.5.17

En busca de Vicente Marrero

El Instituto de Estudios Canarios, el Ateneo de La Laguna y Ediciones La Palma se han puesto de acuerdo para publicar un libro distinto. Andrés Sánchez Robayna, prologuista y antólogo, ha tenido el acierto (que agradece vivamente este lector) de reunir estos Veinticinco poemas de un poeta casi desconocido, Vicente Marrero. Nació en Arucas, Gran Canaria, en 1922 y murió en Madrid en 2000. A partir de un poema, "Los dragos", Robayna le ha seguido la pista hasta confirmar que este hombre de perfil conservador, católico y carlista, que amplió su formación académica en los años cuarenta del pasado siglo en la universidad alemana de Friburgo, de la que llegó a ser lector (y puede que hasta "discípulo" de Heidegger), y se dedicó, sobre todo, al ensayo de materias artísticas (Picasso, Oramas), literarias (Rubén Darío) políticas y, claro, filosóficas, hasta confirmar, decía, que Marrero (Premio Nacional de Literatura en 1955) no era autor de un solo poema digno de tal nombre. Su pesquisa dio el resultado previsible y ahora lo podemos comprobar al leer estos versos. No son muchos. Porque, como explica el profesor canario, este es un autor de antología (y "estricta"), no de obras completas. La suya está compuesta por dos cuadernillos publicados a finales de los sesenta en la malagueña El Guadalhorce, un libro del 70 en Arbolé de Madrid (agrupados en Poesía, Doncel, 1974), además de otro de 1989, con dos series más y que fue editado en Las Palmas.
En el citado Poesía confesó: "mi entrega a la poesía ha sido como el fruto de quien, un tanto desengañado, se recoge en la intimidad para cultivar el verso". Quise, añade, "escribir unas cuantas palabras verdaderas". Y de eso dan fe este puñado de poemas. 
En ellos recuerda su infancia isleña ("Entonces era un niño", "Lugar de origen", "Yo era un niño..."), a su madre ("La madre un día..."), al padre ("Pared de piedra seca", juntos a "Los dragos", uno de los mejores del conjunto), su casa ("Miro el árbol antiguo..."), su existencia (y su epitafio: "Su vida / toda la quiso hacer / verbo"), el mar ("Te llevo por mis venas, viejo mar..."), la poesía ("Creación"), etc. 
Son versos serenos y luminosos, cálidos y cercanos, sin retórica y sencillos. Dignos de la preciosa edición (que incluye el retrato que le hizo Manolo Millares), tan sobria y limpia como ellos, que Robayna y los mencionados editores han logrado poner en pie para que lectores despistados, como uno, podamos al cabo disfrutarlos. Ahora estará más tranquilo Marrero: ha colmado su intento.

LOS DRAGOS

Los dragos tienen sangre y son eternos.
Dan memorable lumbre y buena sombra.
Sabios monarcas familiares, reinan
en la terraza, desde donde un día,
en una mecedora, la mirada
de la madre advertía tiernamente
pasar, majestuoso, un trasatlántico.
Sin tumbarle su rumbo, ni el vaivén
del mar o de los campos o del aire,
tenía ella la paz y aquella sombra
-imperio sin edad y siempre verde-
a la que contemplaba, entre la rueda
de los años, girar con honda calma.

17.5.17

Sin disfraces y sin sobreactuaciones

De Juan Marqués (Zaragoza, 1980), crítico literario, ensayista, estudioso de Luys Santa Marina (al que dedicó su tesis doctoral, dirigida por José-Carlos Mainer, y del que editó una antología: En el alba no hay dudas), sus lectores llevábamos tiempo esperando una nueva entrega poética, aunque lo suyo, ya se ve, no es la velocidad, sino la lentitud, algo lógico si tenemos en cuenta lo que escribe y cómo lo escribe. De ahí la sorpresa al recibir Blanco roto en la siempre preciosa edición de La Cruz del Sur de Pre-Textos, con viñeta en la cubierta de Guillermo Trapiello. Este es su tercer libro de poemas, tras Un tiempo libre (2008) y Abierto (2010). 
Me llamó hace años la atención el nombre de Juan Marqués porque su ópera prima (que publicó la granadina Comares) estuvo mucho tiempo en una de las poco fiables listas de libros de poesía más vendidos. Eso era antes de que llegaran Frida, sastres y marwanes. No obstante, no recordaba haberme encontrado con ninguna reseña sobre aquella obra. Leí la segunda, Abierto (ya en Pre-Textos), y me sorprendió gratamente. La suya era y es una poesía sobria, escueta, clara, serena, delicada, que dice más por lo que sugiere que por lo que expresa. También de una frescura destacable. De las tradiciones, sí, pero, precisamente por eso, de su tiempo, que es el nuestro.
Blanco roto se lee, como quien dice, en un periquete. Tiene pocos poemas y son breves. Y además su claridad es manifiesta. Sin embargo, cuántos libros de muchas más páginas y cuántos poemas verborreicos le han dicho a uno infinitamente menos que este puñado de versos. Además, apenas lo cierras ya estás con ganas de abrirlo de nuevo, porque, entre otras razones, esta poética esconde un misterio que a la primera puede pasar desapercibido. 
La delicadeza, sutil forma de la elegancia, caracteriza una poesía, ya se dijo, más sugerente que afirmativa. 
"Nada sobra. Todo está en equilibrio", leemos, con guiño guilleniano, en el primer poema, "Principios". Termina cuando alguien le dice que hablen "de otra cosa", que es como se titula la segunda parte. Se abre con "Canción": "Cree en mí, realidad, / igual que yo te acepto como eres. // Sé que te tengo, alma, / pero por fuera. // Cuida de mí, canción. /  Di lo que yo no pude / cuando puedas." Y luego, en "No hablo de mí": "Nunca quise sorpresas. / Me basta con estar, saberme aquí / sentirme limitado y adoptar la costumbre / de existir sin disfraces / y sin sobreactuaciones". Se escribe como se es, dijo alguien, lo que aquí se pone de manifiesto. 
En "Postal de Pontevedra" escucha uno en sordina -parece un sutil homenaje- la voz de otro poeta, Juan Manuel Bonet, al que Marqués ha editado recientemente, nada menos que su poesía completa.
A veces el poema se adelgaza hasta casi desaparecer: "En el Vips de la calle Velázquez": "Una chica metiendo hielo y flores / en una bolsa roja". 
"El cielo de Madrid" cierra esta serie y su último verso es: "el cielo de mis hijos". A ellos dedica la parte siguiente. A Bruno y a Vera ("niña totalitaria" la denominó en cierta ocasión irónicamente), con sendos poemas que llevan sus nombres por título. No es fácil escribir sobre los hijos. Para "volver a recorrer toda la infancia / desde la perspectiva del amor". Las emociones pueden traicionar al más curtido. No es el caso. Además, siempre puede salvarnos la mencionada ironía, como en "El día en que Bruno destrozó mis Valentes", o la ternura, con una nana.
"Perspectivas" contiene poemas excelentes: "Epitafio", "Plaza de pueblo", "Reencuentro", "Acuario"...
"Blanco roto", con cita previa de Emily Dickinson, poeta de cabecera de Marqués (o eso parece), cierra un libro sencillo, conciso y logrado del que copio un poema, que es también una poética:

EPITAFIO

Sólo le interesó la poesía 
y en ella obtuvo todo lo que importa:
el amor, el orgullo, la alegría.
Convicciones y dudas. Movimiento.

No le compadezcáis:
prefirió estar tranquilo a ser feliz
y eso lo convirtió en literatura.

Nota: Esta reseña ha aprecido publicada en el primer número de la revista Crátera.

15.5.17

Sibila en Madrid

Ya está anunciado en la página de la Fundación BBVA el encuentro que tendrá lugar pasado mañana con motivo de la celebración del 20 aniversario de la revista Sibila. Aquí está el programa. En el documento, además de las presentaciones (tanto de la Fundación como de la revista), se incluyen los perfiles biográficos de los participantes (Bonet, Zagajewski, Benet, Garvayo) y los poemas que se leerán. 
La entrada gratuita, pero el aforo limitado. Por eso es imprescindible solicitar asistencia antes del 16 de mayo (máx. 2 personas), indicando nombre, los dos apellidos y número de teléfono de contacto del solicitante y del acompañante en confirmaciones@fbbva.es

13.5.17

1916

Juanjo Polibea comunica a los lectores de poesía la salida de la revista 1916
Sobre ella, leemos: «1916 fue un año interesante. La muerte de Rubén Darío, la fundación de Dadá en el Cabaret Voltaire, la publicación del Diario de un poeta reciencasado, la publicación de La lámpara maravillosa, de Valle-Inclán... Cifra de un mundo que acaba y otro que comienza. Cifra de unas señas de identidad que son la esencia de lo mejor de nuestro pensamiento, de nuestras letras, de nuestra cosmovisión.
Cuatro dígitos para conmemorar una fecha cardinal. Cuatro dígitos para conmemorar aquella otra iniciativa editorial del gran Manuel Altolaguirre celebrando nuestro crepúsculo áureo.
1916 es un catálogo y es una revista. Es un catálogo porque recoge la producción libresca en las diversas colecciones literarias de Editorial Polibea (El levitador -poesía-, La espada en el ágata -prosa-, Orlando Versiones -traducción- y Toda la noche se oyeron... -poesía latinoamericana de ahora), durante 2016 -punto de arranque escogido (con alguna cala en 2015) para esta publicación que se pretende anual-. Y es una revista porque reproduciendo, de un lado, los prólogos o los textos que se escribieron y leyeron -éstos con motivo las diversas presentaciones con que se dieron a conocer públicamente los títulos que editamos-; y, de otro, los artículos que reunimos bien en torno a las conmemoraciones de Cirlot o Kafka -en este número concreto-, bien en torno a las figuras de Aleixandre -recordando Velintonia- y Cernuda, o la portuguesa Maria Gabriela Llansol, las imágenes que nos llegan de Fez -a través de los cuadros de Najia Erejaï- o las voces de África (Rui Knopfli, Corsino Fortes, Paula Tavares, Conceição Lima), tan lejos y tan cerca, creemos que reunimos lo mejor de nuestra tradición y lo mejor de lo más nuevo, lo mejor de aquí y de allá, y, sobre todo, la alquimia imperecedera de la palabra que nos constituye, sobre la que se funda nuestra moderna mirada, cosmopolita, escindida, rara».
Se puede ver online en: https://issuu.com/191655/docs/1916 o descargar el pdf en: http://ellevitador.polibea.com/1916.pdf
¡Larga vida! 

12.5.17

21veintiúnversos

Queridos amigos:
Tenemos el placer de anunciaros la presentación del número 4 de la revista de poesía contemporánea 21veintiúnversosque tendrá lugar en el espacio Dos Lunas beach de Valencia, el próximo viernes 12 de mayo de 2017, a partir de las 19:30 horas.
Junto con la revista, presentaremos también los dos primeros números de nuestra nueva colección de cuadernos: The Naming of Birds de Robert Archer (con traducción de Guillermo Carnero) y Orinque de Aurora Luque.
Estáis todos convocados a acompañarnos en el citado acto de presentación, dentro del cual participarán leyendo sus textos algunos de los poetas que han colaborado en nuestro último número, así como también a compartir mesa y buena compañía en la cena que se celebrará a continuación.


BANDA LEGENDARIA
(Francisco Benedito, Juan Pablo Zapater, Víctor Segrelles)

21VEINTIÚNVERSOS, REVISTA DE POESÍA CONTEMPORÁNEA Nº 4:

Cubierta de MIQUEL NAVARRO

Poemas inéditos de ÁLVARO VALVERDE, ANDRÉS TRAPIELLO, ÁNGEL GONZÁLEZ, ÀNGELS GREGORI, ANTONIO COLINAS, ANTONIO PRAENA, ARCADIO LÓPEZ-CASANOVA, CARMEN CRESPO, CLARA JANÉS, DARÍO JARAMILLO AGUDELO, ERIKA MARTÍNEZ, INMA PELEGRÍN, JOAQUÍN PÉREZ AZAÚSTRE, JOSEP PIERA, JUAN CARLOS MESTRE, JUAN LUIS BEDINS, LOUISE DUPRÉ, RAFAEL ESCOBAR, RAFAEL SOLER y SARA CASTELAR.

11.5.17

Sibila, 20 años

El próximo miércoles, en el Palacio del Marqués de Salamanca, sede madrileña de la Fundación BBVA, tendrá lugar la celebración del 20 aniversario de la revista Sibila que acaba de editar su número 50. En el acto intervendrán el director de la citada Fundación, Rafael Pardo, y el de la revista, el poeta Juan Carlos Marset, habrá un diálogo sobre la cultura europea entre Juan Manuel Bonet, director del Instituto Cervantes, y el poeta polaco Adam Zagajewski, que a continuación leerá poemas, junto a Susana Benet y yo. Cerrará el programa un concierto del pianista Juan Carlos Garvayo. 
Además de la Fundación BBVA, patrocinadora de la veterana revista, colabora el Instituto Polaco de Cultura.

9.5.17

En El Cultural

Josep M. Rodríguez
Hiperión, Madrid, 2017. 76 páginas. 

El filólogo Josep M. Rodríguez (Súria, 1976) es autor de Las deudas del viajeroFríoLa caja negraRaízArquitectura yo y Ecosistema, varios de ellos premiados en distintos concursos. 
También del ensayo Hana o la flor del cerezo, de la antología Yo es otro. Autorretratos de la nueva poesía, así como de la traducción de Poemas de madurez, de Kobayashi Issa.
Con Sangre seca consiguió el Ciudad de Córdoba. Presidía el jurado, veinticuatro ediciones después, García Baena.
El primer poema del libro termina: “Poesía, / sangre seca”. Un adjetivo que bien podría aplicarse al tono de aquélla: sintético, entrecortado, fragmentario, elíptico: “Me reconozco en lo que está incompleto”. Ajustado, sobre todo, a un modo de decir que se mueve entre la descripción y el aserto, el aforismo y la epifanía. Propio de un admirador de la poesía japonesa. “Anoto cuanto veo”, escribe. El lenguaje de alguien que, según su epiloguista, Joan Margarit, “piensa sus poemas desde la propia poesía”, logra hacer de estos “un brillante ejercicio de realismo” y cuyo método consiste en “buscar la propia voz precisamente en la tradición”. Tal vez porque “conoce a fondo su oficio”. Hay mucho de intertextualidad en estos poemas que lo mismo citan (Joyce, Dickinson y Aleixandre), parafrasean (a Eliot, Lope, Gil de Biedma, Dostoyevski) o dialogan (con Bishop, Lowell, Lorca, Huidobro o Rich).
Imágenes sorprendentes, comparaciones imaginativas, filtran, en medio de una atmósfera urbana, las ideas que Rodríguez muestra. Nel mezzo del cammin, que diría Dante, cuando la memoria de lo que uno fue empieza a pesar sustancialmente sobre lo que uno en realidad es. Realidad y deseo. Desengaño. “El pasado se exilia”, escribe. También: “Los recuerdos son olas, / siempre vuelven”. Y: “los instantes que no recuerdas / ¿han sido tu vida?”. No por nada cita al pintor Degas: “dibujar lo que no se ve sino en la memoria”.
¿Ideas? Sentimientos y pensamientos, a veces paradójicos, en torno al amor, la muerte o la identidad: “Llegué a la vida para decir yo”. “No dejo de ser yo / en todo lo que veo”.
“No hay tema más extenso que la infancia”, leemos, a la que dedica poemas como “Material infancia” o “Educación”.
Un poema en catalán (que él mismo traduce) incorpora al discurso “la llengua de la mare / i la llengua del pare”. Un verso resume su poética: “oscuro el corazón, el verso claro”. Una imagen la respalda: “La vida es una casa donde solo hay jardín”. Pura “intemperie”. 


Nota: La reseña del libro de Josep M. Rodríguez se publicó en El Cultural el pasado viernes, 5 de mayo.

6.5.17

¿Una nueva poesía?

En España, como en cualquier otro país, la poesía cambia, evoluciona, y por eso cada cierto tiempo surge una nueva tendencia impulsada por un nuevo grupo de poetas que viene a la busca de su espacio al sol. Unas se asientan. Las más, apenas llegan se van. Mucho se está hablando últimamente de una poesía (que en rigor no lo es) presuntamente fresca y sencilla que practican vates jóvenes procedentes del mundo de la música y performers que, en consecuencia, ofrecen recitales y eventos donde es tanto o más importante la actuación que la palabra.
Si nos atenemos a las listas de libros más vendidos, acaparan todos los puestos. Y las mesas de novedades de librerías como las de Casa del Libro. Así las cosas, teniendo en cuenta el número de ejemplares que dicen vender (10.000 y más), se puede afirmar que la poesía ha entrado en el mercado. Se ha dado la vuelta al famoso dicho de Francisco Brines: ya hay público, no lectores. De locales de copas más que de librerías. Adolescentes, sobre todo. Gente que ve más que lee. Basta citar los títulos de los libros de estos autores para caer en la cuenta del tono que impera, amoroso más que nada: La triste historia de tu cuerpo sobre el mío, Amor y asco, Herido diario, Con tal de verte volar, etc. Y pensar que hubo un día en que, según Trapiello, aquí leíamos poesía unos quinientos… Ahora, algunos viven de eso.
Para lanzar estos productos se han creado editoriales, como Frida, pero algunas, digamos, clásicas también han apostado por la moda. Espasa, por ejemplo, con colección propia: ESPASAesPOESÍA, y Eolas, Valparaíso y hasta Visor. Ésta sello madrileño lanza a Elvira Sastre, autora de Baluarte, una de las más conspicuas representantes de esta saga, y en la correspondiente faja (todo un detalle del cariz comercial) leemos esta frase rimbombante del tertuliano Benjamín Prado: “La poeta que desde hace mucho tiempo estaba pidiendo a gritos la literatura española”. Sí, Prado (sus recomendaciones de poetas jóvenes en el diario El País han levantado ampollas) es uno de los poetas y críticos de la vieja guardia experiencial (las concomitancias son evidentes) que apoya este movimiento capitaneado por Marwan.
Pero no sólo de libros vive este movimiento. Fruto de esta época líquida de inmediatez y prisas, difunden grabaciones y vídeos a través de su medio natural: las muy democráticas y anárquicas redes sociales. Con YouTube a la cabeza.
De “un magma inclasificable que avanza con fuerza” habla Maxi Rey, uno de ellos, en la revista Leer, que dedicó un número al fenómeno. Otro analista, Jordi Corominas matiza: “una cosa es la falsa visibilidad de las redes sociales y otra la calidad del género, que dudo mucho que esté pasando por un periodo de grandes creadores”. Con todo, es el escritor Juan Bonilla quien, hasta ahora, con más lucidez ha analizado este boom, en su artículo “De repente unos poetas". Veremos.

Nota: Este artículo ha aparecido en el número 18 de Frear. Como todos los que firmo en esa revista como Άλβαρο Βαλβέρδε, está destinado en principio a los lectores griegos. Desde que lo envié hasta ahora han pasado unos meses, meses en los que este asunto, al que me referí aquí atrás en este mismo rincón, se ha complicado aún más. Ya se anuncia un libro dedicado al fenómeno, nunca mejor dicho.

2.5.17

Punto y aparte

Lo contaba mi amigo Miguel Ángel Lama, que me conoce bien: "Me acordé este miércoles pasado de una entrada del blog de Álvaro Valverde titulada «¡Avalancha!», en la que exclamativamente agradecía los muchos envíos de libros que le llegaban —y siguen llegándole—, al mismo tiempo que confesaba no dar más de sí, no poder abarcar tal aluvión de páginas enviadas, en su mayoría —digo yo—, con la pretensión de que fuesen comentadas o mencionadas por él. Esto suele parecer lo más importante para algunos remitentes, y no que esas páginas se lean con la dedicación que merecen; porque, de ser así, de leer con el debido debido detenimiento, se perdería la actualidad, la oportunidad, dar el primero". Con matices, sin generalizar ni pretender herir a nadie, lo suscribo. No, no quiero convertirme en un lector profesional. Ni puedo. 
Doce años es mucho tiempo. Es lo que dura, exactamente, esta pequeña aventura. Este trabajo gustoso que ha aspirado a ser, por usar dos palabras anticuadas, honesto y coherente. Aunque sujeto a la actualidad (lo que alguien se empeña en afearme), hecho con el necesario rigor y, claro está, por amor al arte. Si ha permanecido en el tiempo ha sido gracias a la perseverancia (esa virtud tan poética) y a la resistencia (una de mis palabras preferidas), pero persuadido de que hay alguien ahí fuera leyendo lo que uno escribe. Pocos o muchos, qué importa. Gracias. Con todo, de ahí lo del punto y aparte, no puedo seguir así; a este ritmo de entrada diaria, o casi, quiero decir. Al final, se pregunta uno, como Landero en su balcón: "¿tantas fatigas para qué?". Por eso, en lugar de cerrar el blog, que es lo que tenía decidido, hago caso a un par de amigos y opto por dejar la puerta entreabierta.
Han pasado tres años desde el desahogo que comentaba Lama y la situación se ha agudizado. Aquí atrás, por ejemplo, llegaron el mismo día siete libros. Entre ellos, la Poesía Completa de Cavafis, en edición de Pedro Bádenas de la Peña (761 páginas), y la Poesía Completa de Gerardo Diego (3.000), dos obras, sin duda, de referencia.
Lo que no sabe Miguel Ángel es que aproveché las pasadas Navidades para ir sacando libros de casa. Sí, un nuevo expurgo. Para empezar, las novelas. Me he quedado con El Quijote, las de algunos amigos y poco más. Sólo eso. El resto ya está guardado en cajas que me facilitó el librero Álvaro Quijote. Pena me da, pero... Mi hijo me ayudó a transportarlas a lugar seguro. Que tiemblen los libros de poesía y los de ensayo: ya estoy con ellos.
Termino, que esto se alarga demasiado. Entre el entusiasmo y la quietud, me decanto ahora por la segunda. Eso sí, insisto, la puerta de este rincón queda entornada. No sé lo que nos deparará el futuro, pero de algunos libros y ciertas situaciones hablaré. Lo doy por hecho. También publicaré las reseñas que vayan apareciendo en El Cultural. Y en TuriaCuadernos Hispanoamericanos, FrearClarín... Como suele uno decir, seguimos.

Nota: La fotografía que ilustra esta entrada se titula "Six paper structures" y es obra de Abelardo Morell.

1.5.17

Y van tres

Ya tenemos ganador. Se trata de Pablo Sánchez González, alumno del IES Virgen del Puerto, en Plasencia. El año pasado, por cierto, fue premiado por la Diputación de Cáceres en el concurso de Microrrelatos El Brocense. 
El accésit ha sido para Ana Melo Palma Soto Cano, del Agrupamento de Escolas nº 2 de Serpa, Portugal. 
Será emocionante volver a encontrarnos en San Vicente, su pueblo, y en la Casa de Cultura que lleva su nombre, su familia, sus amigos, los premiados, los vecinos... Bien merece la pena ese viaje. 

Memória de Plasencia

Habito uma cidade de memória.
Obriga-me a isso
a pobre realidade que determina
a imagem que reflete.
Não me motiva o anelo
proclive à nostalgia.
Reduz-se a minha ânsia a contemplá-la
no raro desvio dos sonhos.
Caminho pelas suas ruas
a sentir-me um estranho que regressa.
Alguns edifícios recordam-me
que aquilo sucedeu.
As ruínas de outros antes erguidos
confirmam a existência do achado.
Passeio e para lá dos muros late o canto
de um tempo enclausurado.
Descubro nos jardins as palmeiras
que dentro convidam à visita,
e posso fazê-lo só porque são
apenas um solar à intempérie.
No seu lugar haverão de construir-se
casas já sem memória.
Nos arredores,
uma ilha recortada dá ao esquecimento
as doces alamedas da infância.
Não podem os nossos corpos alagar-se
nas suas tíbias margens lamacentas,
as noites de Verão.
As suas ribeiras dão forma a umas memórias
seguramente falsas.
Os pavilhões vermelhos derruídos
foram um dia
o limite do mundo.

Traducción del eborense Luis Leal