31.1.15

El fugitivo

La huida hacia delante es el primer libro que publica el joven Víctor Peña Dacosta (Plasencia, 1985) y eso es siempre un acontecimiento, en especial para el autor. Si se me permite la intromisión, uno también lo vive con intensidad. Porque conoce a Víctor (y a sus padres, Puri y Manolo) desde que era chico (ya apuntaba maneras), porque tuve ocasión de leer la obra cuando aún era inédita y le animé a que intentara que dejase de serlo y, en fin, porque aparezco como "artista invitado" en su ópera prima, lo que no deja de ser un honor y, añadiría, casi una grata costumbre si tengo en cuenta lo ocurrido en los libros recientes de dos amigos suyos, Juan Ramón Santos y Álex Chico, miembros de número de la lírica plaga placentina. Más allá de lo personal, que no es preciso ocultar (me remito a lo dicho por Echevarría), está el libro y los poemas que lo componen y eso es, sin lugar a dudas, lo que de verdad importa. Nada que ver esta lectura en papel con la efectuada en mayo de 2013 sobre la copia de word, que, por cierto, difería bastante de la versión definitiva publicada ahora por La Isla de Siltolá; mejorada, según creo.
El libro se abre con tres citas: de Mann, Hidalgo Bayal (vecino de puerta del poeta desde que aquél nació) y Homer J. Simpson, lo que da pistas fiables de por dónde transitan estos versos. De su tono (muy apegado a lo musical), quiero decir: alta y baja cultura, pongamos. El resto de las que abren las distintas partes que componen el volumen siguen la misma pauta y, de "variadas fuentes", lo mismo están firmadas por Houellebecq, Gil de Biedma o Eliot, que por Sr. Chinarro, Tyson, Castro o Rajoy (y hasta por su abuela, Silveria Peña: "Todos los amores son interinos"). 
"Conjugación simple", un breve poema que actúa a manera de prólogo, es una suerte de poética (con un guiño a otro amigo y poeta, Víctor Martín). 
En la primera serie, "Configuración personal", donde lo autobiográfico (nótese el juego de palabras) se convierte en rasgo fundamental, ya encontramos poemas que llevan en su título el término featuring, que Peña explica como "una especie de 'colaboraciones especiales' al rockero modo. Es decir, he tomado versos de poeta que respeto y admiro (como Álvaro Valverde, L. A. de Cuenca, Almudena Guzmán o María López Ponz) y he escrito un poema a partir del plagio de alguno de sus versos (convenientemente marcado en cursiva, claro). Estos poemas escritos, por así decirlo, 'en colaboración con' han recibido el título de 'featuring' seguido del nombre correspondiente, tal y como uno estaba acostumbrado a encontrar desde pequeño en aquellos objetos, hoy desaparecidos, llamados discos y que aún puede ver después del título de las canciones ese canal de porno light que es la MTV". 
"Trabajos de amor dispersos" están sí, entre la poesía de amor, entendida a su modo (políticamente incorrecto, sin temor al sexo explícito), y la novela negra (de línea negra, digamos, a la manera del citado LAdC), y es donde mejor se aprecia, por su impronta narrativa, que no miente cuando dice: "Confieso que escribo en verso por pura pereza". Y el humor, marca de la casa, tal vez el signo distintivo más evidente de esta poesía que no teme el riesgo y la experimentación verbal. Humor y desparpajo trufados de ironía y de sarcasmo, una mezcla no apta para pacatos. Tampoco faltan unas gotas de cinismo, tan adecuadas a un tono donde la risa no puede, ni quiere, ocultar la tristeza, el hastío y la desesperación. En "Captatio benevolentia" leemos: "Debo admitirlo: / no escribo para sentirme mejor, / escribo para sentirte peor. / Que no es lo mismo."
"Los papeles del divorcio" abunda en lo personal (con sendos antirretratos) y en lo amoroso y constituye una de las secciones más logradas y unitarias del conjunto.
Viene después "Un añito en el infierno" (donde alude a su experiencia en Casablanca y donde, por ejemplo, encontramos uno de los poemas más contundentes, "Nihilismo") y, por fin, "Adaptación al miedo", que abrocha perfectamente este prometedor primer libro con ejercicios literarios de alto voltaje, como la "Carta abierta..." de un Víctor Peña de 19 años al actual (muy Gil de Biedma) o el poema final, con el mismo título que esa parte. 
Más allá del sexo, la bebida y el rock’n’roll, de algunas irreverencias, provocaciones varias y mucho entretenimiento, La huida hacia delante (un título que me recuerda el aserto de Tomás Sánchez Santiago: "Todo escritor es un fugitivo") delata la presencia de un nuevo poeta y de una nueva poesía, débitos y homenajes mediante; algo que no se puede confundir con el mero pero peligroso juego de hacer versos.


30.1.15

DENIP

Hoy se celebra el Día Escolar de la No Violencia y de la Paz que fundó en 1964 Llorenç Vidal, a la sazón inspector de Educación y, entonces y luego, poeta. Esa conmemoración es hoy oficial y forma parte del calendario de celebraciones pedagógicas. En mi colegio, si el tiempo no lo impide, los alumnos y profesores se reunirán en el patio para cantar We Are The World, la famosa canción compuesta por Michael Jackson y Lionel Richie. También se pintará un mural kandinskyano con paloma incluida.
Con ocasión de esta cita anual que uno ya festejaba cuando era cosa casi clandestina y de unos pocos, traigo aquí un rescate efectuado por mi tío Paco Valverde, que ha publicado en su blog, Abitaex (Archivo y Biblioteca de Temas y Autores Extremeños) una vieja entrevista que me hizo para el diario HOY en noviembre de 1979, hace casi treinta y seis años. El 27 de noviembre, para ser exactos, Día del Maestro. 
Las fotografías no tienen desperdicio. En la de la derecha estamos Y. y yo con Lanza del Vasto en Puerto de Béjar a finales de los setenta del siglo pasado. ¡Qué tiempos!
Sí, el archivo de Francisco de Jesús Valverde Luengo es una joya. Y su biblioteca, la primera que conocí en mi vida y nunca me cansé de mirar.

29.1.15

Tres revistas

Ya ha aparecido el número 9 de Piedra y Cielola revista canaria que dirige Paco León. 
Entre las colaboraciones, tres poemas de mi admirado Fermín Herrero; un anticipo del primer libro de la nueva colección de poesía de la revista: Tiempo volar, de Juan Fuentes; un análisis concienzudo de Alejandro Krawietz acerca de la obra de Melchor López, que publica por primera vez una muestra de su obra gráfica; "Teorema" y "Sobre el poema", del portugués Heberto Helder, en traducción de Thiago Medeiros y el mencionado León; un poema de Richard Crashaw, inglés del XVII: «A Hymn to the Name and Honour of the Admirable Saint Teresa» -en versión de Jeannibeth Acosta y el Taller de Traducción Literaria de la Universidad de La Laguna- sirve para conmemorar el V Centenario de la santa de Ávila; y un texto del gran Stasiuk, "Adefesios de hormigón", en versión de Maila Lema Quintana y Alejandro Rodríguez-Refojo. El varsoviano empieza: "La verdad es que amo la fealdad de mi país. Es irrepetible. No tiene parangón."

Aunque parezca mentira, Estación Poesía, la revista sevillana dirigida por Antonio Rivero Taravillo, llega al número 3 con un elenco de poetas estupendo. Allí, entre otros conocidos, Manuel Vilas, Juan Pablo Zapater, Isabel Escudero, José Luis Rey, José Julio Cabanillas, Marcos Matacana Martín, Toni Montesinos, Rosario Troncoso, Ana Gorría, Francisco José Cruz, Rafael Adolfo Téllez y Alejandro Duque Amusco.
Se recuerda a "Fito, Rafaelito, Rafael de Cózar" y, además de unas cuantas reseñas, se publica un texto sobre Juan Ramón firmado por Rocío Fernández Berrocal.
De lo leído, que aún no es todo, he disfrutado especialmente con los poemas de Zapater, Escudero, Cabanillas, Matacana, Cruz, Téllez y Duque. He dejado para otro momento los versos de los poetas a los que he leído poco o nada. Siempre cuesta más internarse en poéticas desconocidas o poco frecuentadas. En conjunto, la revista cumple, número a número, con las expectativas más exigentes. O eso me parece.

La cacereña Norbania, dirigida por Jesús María Gómez y Flores nos trae poemas (no siempre inéditos) de Carlos Medrano, Antonio Daganzo, Raquel Lanseros, Eduardo Moga, Monica Gabriel y Galán, Antonio Gómez, Antonio María Flórez y Pérez Walias entre otros. También algunos relatos; de Beatriz Osés, por ejemplo. Paco Rebollo evoca la ya larga vida de otra revista, ésta de cine: Versión Original, de la que fue fundador junto a su hermano Tinti y a su amigo Javier Remedios.
Destaquemos que se trata de un ejemplar solidario, pues el dinero recaudado con su venta irá destinado a FEAFES Cáceres (Asociación de personas y familiares con enfermedad mental)

28.1.15

La vida mitigada

© Guillermo Gallego
Ese es el hermoso título del último libro del poeta castellano Tomás Sánchez Santiago. Lo publica la leonesa Eolas Ediciones, en la misma colección que otros libros importantes ya comentados aquí, los de Juan Carlos Pajares y Avelino Fierro. Se presenta mañana en la librería Rafael Alberti de Madrid, junto a Zona de divagar, de Jordi Doce.
En "La escritura temeraria", palabras a modo de prólogo, leemos: "Estos textos nacen de esa manía temeraria de apuntarlo todo o casi todo según va llegando. No llevan mucho cincel y no pertenecen al mundo de la estridencia ni al de las gesticulaciones excesivas. Proceden más bien del lenguaje tranquilo o, todo lo más, de la necesidad de dejar congregado en pequeñas porciones lo que no acabó pudriéndose en una escritura de contrabando." "Doy cuenta de lo vi, de lo que oí, de lo que hubo cerca", añade. En "libretas de guardia". Y más adelante: "La vida mitigada, sí. ¿Qué otra manera de vivir es posible ya? Poco a poco, el ruido inaguantable del mundo nos ha ido expulsando a muchos hacia unas inmediaciones secundarias donde, cuando menos, es posible escuchar sin nervios las palabras de los otros, contemplar las cosas despacio y en sí mismas y tomar notas calientes de pequeños sobresaltos. ¿Para qué más?" Sí, podría uno repetir en lo que respecta a esta reseña. Está casi todo dicho. Sin embargo, algo puedo añadir; por ejemplo, que el libro está compuesto, ya se anticipó, de distintas partes que son, a su vez, diferentes libretas. Y que algunas anotaciones o apuntes se pudieron leer en otros sitios, aunque TSS carezca de blog. En Tam Tam Press, pongo por caso. O en fronterad, donde leemos: "Hacer. Recordar. Desear. (Presente, pasado y futuro). Quien pueda manejarlos a la vez con soltura podrá vivir sin miedo hasta el final. Todos los demás verbos son defectivos e irregulares".
Se mezclan las reflexiones acerca de la vida diaria (“Yo he sido siempre un cotidianista de la literatura”, dijo una vez) con las tomadas en los viajes, casi siempre a lugares conocidos y cercanos (el leonés es de Zamora y del 57). El Bierzo, Ciudadela, Cáceres, Soria, El Burgo de Osma (donde vivió), Urueña, Colombres, Salamanca (donde estudió), Segovia... Y Portugal, por supuesto. Más que un país, un estado de ánimo, un tono, común a no pocos escritores del Poniente español. "El dolor portugués (...) nunca hace ruido", dice parafraseando al poeta Marcial.
Lo normal es que se sitúen en bares de barrio, hospitales, el instituto donde trabaja y, sobre todo, en la calle y en casa. Desde la ventana que da a los gatos, pongo por caso, o a los transeúntes solitarios que habitan en "las ciudades calcinadas de interior". Como buen paseante, se fija mucho en los rótulos, en los carteles, en los letreros y anuncios callejeros. Si por algo se caracteriza el poeta es por su estado de atención permanente. Y su escritura, por la fijación en el detalle que refleja por medio de un castellano purísimo, en el mejor y más natural sentido del término, que casi siempre, sin forzar nada, se antepone a todo lo demás y, con sus iluminaciones, nos traslada a los reinos de la perplejidad y del asombro, tan cerca de nosotros casi siempre. Sí, este tímido de "tierras ensimismadas" conjuga de continuo el verbo mirar.
Más allá de las apariencias, el libro es un tratado de moral. Que nadie se asuste, ni hay moralina ni, stricto sensu, moralista. Pero hay moral, y ésta no es una de las menores virtudes de estos, digamos, diarios. Hay mucho de verdad aquí, y mucho de consuelo y de serenas advertencias sobre asuntos espinosos: la compasión, la amistad, los enemigos, el amor, la modestia... Por eso a veces adopta lo escrito un aire sentencioso, grave (sin solemnidad), aforístico.
Se habla de libros y de lecturas. Y mucho de poesía; así, en "Revuelto de frutos secos (Hojas sueltas: 2003-2012)". Y de escritores (JRJ, Gamoneda, Quignard...) y poetas: "El poeta es el que quiere estar siempre cerca de las cosas", escribe. O: "No es que la mirada del poeta vea las cosas por vez primera; más bien las ve como fuera de sitio. Su canto es de extrañeza, no de asombro". O: "Todo escritor es un fugitivo". Y de España y de política, temas eternos. Dos en uno. Y de muchas cosas menudas, diríamos, que, no obstante, tienen en su voz una hondura llamativa, perfectamente contada. Y de salud, de ahí "2007. Entre algodones (Días de hospital)". O de la edad, que avanza (en "Notas frías (Invierno de 2012)"). Abundan en el libro, por cierto, las menciones a los ancianos, a la vejez. A la fragilidad.
Porque el que anota es una persona inteligente, no faltan ni la ironía ni el humor, que a veces mueve, cuando menos, a la sonrisa. Por ejemplo cuando habla de un extravagante paisano mío y de la "demencia universitaria".
El volumen se cierra con un capítulo titulado "Sólo los mudos saben pronunciar la hache" donde TSS (que acaba de reeditar su novela Calle Feria) logra el doble salto mortal y medio (literario) al reunir en un único texto único (permítanme el alarde, especificativo y explicativo mediante), al reunir, decía, "entre memoria y fábula", el relato, la leyenda, el ensayo, la autobiografía ("tosansan"), el tratado y no sé cuántas cosas más (la poesía inclusive) para dejar en el lector un inmejorable sabor de boca a partir de esa novelesca invención con heterónimos incluidos. Hubiera bastado algo así para justificar la edición de este libro.
Estamos, en fin, ante una hermosa "sinfonía en mi menor", como bien dijo alguien, en contraste con lo habitual en estos casos: "la Modestia en Mi Mayor".
"(...) Uno cree que replegarse a ángulos discretos para vivir no supone perder intensidad; y una vida mitigada puede contener más interés que una existencia sustentada en el trasiego y en el culto compulsivo a la mudanza", escribe al principio de la obra. Uno, miembro de "esa cofradía que cuida de la vida mitigada", asiente. Sí, este es un "libro que da cuenta de un hombre tranquilo". Con qué sencillez. Con qué belleza. 

27.1.15

Con Álex en La Puerta

El pasado sábado por la noche nos reunimos en La Puerta de Tannhäuser un grupo de amigos y lectores en torno al nuevo libro de Álex Chico, Habitación en W.
Gonzalo Hidalgo Bayal empezó su esperada disertación (leída, of course) "pidiendo disculpas a la audiencia en general y a Álex Chico en particular, pues no sé qué puede haberle hecho pensar que soy persona adecuada para presentar un libro de poesía". Después, demostró a la concurrencia que de poesía entiende, como de tantas otras cosas. De sobra. No precisamente a "nivel de usuario". Lean, si no, sus palabras, publicadas al día siguiente en el blog.
Luego, Chico nos contó algo de su trastienda poética, explicó algunos pormenores y nos leyó unos cuantos poemas (mejor pecar de escaso en estos actos). Todos aplaudimos satisfechos y contentos. Con el local abarrotado, uno recordó a D'Ors y se dijo: "En Plasencia, a las ocho de la tarde, o presentas un libro o te lo presentan". La semana que viene le toca Víctor Peña (publicaré una reseña esa mañana con motivo de tan fausto acontecimiento) y la siguiente, también en La Puerta, conversaré con Pablo Luque sobre su libro Cero y algunas cosas más.
Álvaro y Cristina, los anfitriones, estaban encantados. Me lo decía Lola Larumbe la semana pasada: es una alegría ver cómo se te llena la librería. Son libreros que no se contentan con vender libros. Hablamos del desastre de la inundación y de cómo sucedió todo. Por suerte, quedó en susto. Morrocotudo, pero susto al fin y al cabo. Un sólo libro naufragó: Alzado de la ruina, de Aníbal Núñez. Se ve que la edición de Delirio es de calidad porque se ha recuperado del baño con una prestancia increíble. Aníbal se habría divertido con la anécdota.
Álvaro (es curioso que mi librero placentino de cabecera, digamos, también se llame así) me comentó sus planes, que mantengo por ahora en secreto. Recordamos la visita navideña de Jacobo Siruela e Inka Martí, los de Atalanta, encantados de comprobar dónde se pueden adquirir sus magníficos libros. De cómo empezaron y de cómo les va. La noche y el día. De su fama foránea, que uno ha podido rastrear aquí y allá. De Centrifugados y del irascible y apasionado (esto lo digo yo) Chema Cumbreño, promotor del evento. 
Charlé de jubilaciones con Manolo Chico, padre del poeta y viejo amigo. Saludé a mis compañeras Luci y Milagros. Y a Felipe Peral, marido de ésta, que, con ser joven todavía, es uno de mis lectores más antiguos. A políticos, como Flor Prieto y Francisco Martín. Volví a ver a Javier Morales y al citado Juanra. Echamos de menos a los Víctor's, aunque sí estaban José Luis y Manolo, padres de las criaturitas, y Puri, sufrida madre de Peña Dacosta (a ver qué lee en su presentación). Con Morán comenté, entre otras cosas, las desdichas que sufre su escultura en la plaza de Ansano y la irritante pasividad de las autoridades antes los continuos ataques a su integridad artística. Pizarro, un alcalde culto, no debería consentirlo.
Había muchas personas más, entre amigas, conocidas y saludadas (nadie evitable). Tomé un té, probé una Cibeles y, más tarde de lo que uno suele, volví a casa con Y., calle del Rey arriba. No, si a este paso doy en noctámbulo. A la vejez...

26.1.15

Otra crónica

El profesor y poeta Francisco Caro, que estuvo allí, ha publicado en su blog, Mientras la luz, una crónica (y más) de nuestra velada en la librería Rafael Alberti en torno a Tánger. Ah, es verdad. No había caído en que, para tan corto, abundan las tildes en el título. Agradecido.

Dos amigos en la Alberti


En La Casa del Lector



Diálogos de Primavera 2015

Bajo el epígrafe general de Diálogos de Lectura –expresión también del clima de intercambio y participación que deseamos defina nuestra propuesta– Casa del Lector continúa el ciclo con sus Diálogos de Primavera, encuentros y talleres destinados a profesionales y mediadores de la lectura. Impartidos por los mejores especialistas en su materia que nos permitirán profundizar en cuestiones de indudable interés y utilidad y, a su vez, seguir consolidando esa comunidad lectora que Casa del Lector quisiera siempre albergar y potenciar.

Presentamos a continuación las acciones programadas:
Inscripciones hasta el 17 de febrero 
LingMáTICas, impartido por Luis Miguel Iglesias
Inscripciones hasta el 7 de abril 
Inscripciones hasta el 19 de mayo 

25.1.15

En la Alberti

Uno ha escrito ya bastantes crónicas en su vida. Viajes, momentos, situaciones, actos, personales o no, que acaso merecían ser puestos por escrito para que no fueran pasto inevitable del olvido. Crónicas publicadas en este rincón y en otros sitios. Me gusta dar forma, sí, a esos recuerdos recientes. Por ejemplo a los de la segunda presentación en Madrid de Más allá, Tánger, en la conocida librería Rafael Alberti. No fue una noche cualquiera. Por muchas razones. Para empezar, el tiempo nos dio una tregua y el viaje desde Plasencia fue tranquilo y hasta placentero, a pesar del dolor de garganta y de las toses que Yolanda y yo entonábamos a coro. No es bonito el paisaje, pero Gredos nevado sobrecogía. Como buenos provincianos, dejamos el coche en el aparcamiento de Plaza de España. Subimos hasta la calle Tutor caminando por Princesa. Había tiempo. Un inoportuno accidente "zapateril" nos obligó a recalar en Zara. Allí, teléfono en mano y a voz en grito, para que se le oyera, el inefable Pepe Bono preguntaba a alguien que cómo había quedado "lo de la Sexta". Más alto de lo que imaginábamos, pinturero, melena tupida, azabache y bien peinada, encorvado (pero hacia atrás), acompañaba a su hija en unas compras. Bueno, eso pretendía la muchacha. Él estaba a lo suyo, que ese día (ya que de zapatos hablo) no era poco por culpa de la famosa cena con el líder de Podemos.
En la librería ya estaba esperando la anfitriona, Lola Larumbe (nos sentimos de inmediato como en casa). También Juana Murillo y el resto del equipo del curso "Física para poetas", profesores de Física de la Complutense. Grabamos, imagen y sonido, mi poema "Misterio de la luz". Bien y rápido. Pronto llegó Pepa Fernández. Simpática y cariñosa conmigo y con todos. No me costó nada convencerla de que me acompañara en ese particular trance. Había leído poemas del libro en su programa, precisamente realizado en Tánger. Era la segunda vez que nos veíamos. Ya metidos en harina, y tras dar las gracias a la encantadora Lola por su invitación (fue entonces cuando cité a dos cómplices allí presentes: Jordi Doce y Javier Morales) y recordarla que, aunque nunca había pisado el lugar, fui cliente postal de la librería, giro mediante, durante años, me dirigí a Pepa para evocar nuestro primer encuentro, en el Valle del Jerte, donde me hizo una entrevista ejemplar a partir de la lectura de Plasencias y agradecerle, claro, su compañía. No me olvidé de los editores, Juan Cerezo y Toni Marí, de Tusquets, ni del público asistente, que llenaba (a otro "llenazo" de la Alberti se refería Larumbe en Facebook) uno de los sótanos más literarios de España. Lo demás se nos fue en la conversación. Preguntas, respuestas, lectura de poemas a dos voces (también de un inédito tangerino que ha llegado después) y hasta algunos asistentes se atrevieron con pertinentes comentarios sobre el libro, la ciudad o lo dicho. No sé cuánto duró aquello, pero se me hizo muy corto. Por una vez, lo de la poesía y las catacumbas, ay Paz, tenía un sentido positivo. Es difícil no sentirse cercano a los demás cuando el espacio es reducido y las palabras, los sentimientos y los pensamientos, fluyen de esa manera. En un momento dado, surgió la vena periodística de la directora de "No es un día cualquiera" que no se resistió a preguntar a Yolanda algunas cuestiones. No en vano la suya es una de las voces del libro.
Puede que olvide a alguien, y lo siento, pero allí estuvieron acompañándonos, además de los citados, Victoria, mano derecha de Pepa en "No es un día cualquiera", Blanca y Paco Gabriel y Galán, Carmen y Clemente Lapuerta, los poetas Pureza Canelo, Javier Lostalé, José Ramón Ripoll, Andrés Catalán, Marta Agudo, Adolfo Cueto (que nos llevó luego a Casa Manolo), mis paisanos Víctor Martín y Fran Fuentes, Francisco Caro, Carlos García Mera (con una carta de mi querido Castelo), Martín Rodríguez-Gaona, Alfredo J. Ramos, el narrador y librero Iñaki Echarte (organizador de la presentación de la Casa del Libro de Alcalá), la artista Ofelia García, el crítico de arte Tomás Paredes, etc. También saludé a Álex Grijelmo con el que tuve ocasión de comentar sus últimos desaforismos, leídos en clase con desigual aprovechamiento.
Dediqué un puñado de libros. A la cacereña María, a la tangerina Reina... Y hasta viejos ejemplares de Las aguas detenidas y El reino oscuro.
Noche intensa la de la Alberti. Una de ésas que este pésimo noctámbulo no ha de olvidar fácilmente. Gracias.

Acompañado de Lola, Pepa y Yolanda (RNE)

"Tánger" en el HOY

Firma la reseña de Trazos Enrique García Fuentes, crítico de poesía del periódico. Gracias. 

24.1.15

Habitación en W

Habitación en W es ya el cuarto libro de Álex Chico (Plasencia, 1980). Digo "ya" porque a uno le parece ayer mismo cuando apareció el primero, en la Editora Regional de Extremadura (ganas dan de añadir la "verdadera", como hace Anson con el ABC), La tristeza del eco (2008), al que luego han seguido Dimensión de la frontera (en esta misma colección, 2011) y Un lugar para nadie (en De la Luna Libros, 2013).
Será presentado esta misma tarde por Gonzalo Hidalgo Bayal en La Puerta de Tannhäuser. 
De raíces andaluzas, extremeñas y catalanas, profesor en un instituto de El Prat, redactor de la revista Quimera y cofundador de la salmantina Kafka, Chico se caracteriza, sí, por la tenacidad y el entusiasmo, lo que debería impedir que uno, que le conoce bastante bien, se extrañe de lo conseguido y de lo que alcanzará, que aventuro importante. No hay más que leer esta nueva entrega, de título inquietante, que explica en el último texto del libro, en prosa: "Habitación". "Quizá ya no quisiera ser nada más que una habitación, invadida y solitaria", escribe allí; "...un lugar que alguien, una vez, llamó W".
Permanecer en el cuarto o marcharse, Pascal mediante, es una de las claves de una poesía que sigue siendo, por cierto, muy viajera y cosmopolita. Y eso sirve para el poema "Definición del viaje" ("Dices: estoy donde no debería estar") y también para Marheinekeplatz y Perec, Mann y Berlín, el Museo de Praga en Varsovia, el París de Modiano o sus infantiles paisajes de La Verneda barcelonesa y de los canchos placentinos. 
El libro, dedicado a su hermano José Manuel (otro culo inquieto, con perdón), fue escrito entre 2012 y 2014 y, conviene resaltarlo, aporta un significativo paso hacia delante en lo que suele denominarse carrera poética del autor.
En la "Nota del autor" explica que todo consiste en leer y escribir, por eso empieza con una serie de "aproximaciones", "Lectura", a autores mencionados explícitamente, como Blas de Otero o los citados Mann y Perec, o emboscados como Sebald y el aludido Modiano, una debilidad (o un fervor) de Chico, con Auschwitz II-Birkenau al fondo. 
En "Escritorio", la segunda parte, en 11 poemas breves numerados, se sitúa en "el lugar de los fantasmas" y reflexiona sobre el hecho, es obvio, de escribir. Su auténtico "lugar", por cierto.
"Entre líneas" se abre con citas de Zagajewski y JRJ. En la primera, como en el epígrafe inicial de Chirbes, la casa es la obsesión. En la segunda, el de Moguer señala, con aires de aforismo, que "Escribirnos no es más que recrearnos". En "Página", uno de los mejores poemas del conjunto, vuelve a la metapoesía. "Dejemos hablar al lenguaje", empieza. Y en "La chaise au plafond" leemos, a lo Valente: "Escribir no es más que estar atentos". Curioso resulta otro de la serie, el juguetón "Entre líneas", que ha de leerse en versos pares e impares, pero que, con todo, leído al usual modo, tampoco carece de sentido. 
El broche lo pone, ya se dijo, "Habitación". Un poema en prosa que me lleva a "Un hombre espera", logrado texto narrativo situado en París, que Chico ha publicado en el número correspondiente a este mes en Quimera, y que gira en torno a una presunta novela inédita de otro placentino en el exilio, José Antonio Gabriel y Galán, donde puede leerse: "En ocasiones, vivir en una ciudad no sólo consiste en habitarla, sino en perseguirla". Un relato que demuestra sus dotes narrativas, puede que muy presentes en un futuro cercano. "Habitación", vuelvo atrás, se abre con un elocuente epígrafe de Horacio que nos da la pista: "No porque el hombre salga de su casa sale de sí mismo". "Una habitación es suficiente. Para vivir otra vida. O para sumar algo más de vida a la vida. Mi mundo es un misterio de habitación cerrada".


23.1.15

Naturalidad

Fundación Cristino de Vera
¿Cómo actualizar sin traicionar?, le pregunta Anatxu Zabalbeascoa en Babelia al arquitecto Rodríguez Frade, y éste responde. “Actuando con naturalidad. Eso es lo más difícil en arquitectura. Y en casi todo. Lo tienen algunos actores, algunas músicas y algunos paisajes. Lo pueden tener también algunos edificios. Tiene que ver con que no se note mucho el esfuerzo”.

22.1.15

Autobiografía de mi generación

Se trata de un libro, sí, de Pablo Fidalgo Lareo (Vigo, 1984), que es más que eso y donde no sólo escribe el poeta gallego; además, y esto es acaso, para él, lo fundamental, aparecen los testimonios de sus abuelos: Manuel Lareo Costas y María Mercedes Fernández Vázquez, auténticos protagonistas de la obra junto al autor del impresionante Mis padres: Romeo y Julieta, libro con el que tanto tiene que ver este, digamos, experimento artístico y literario, entre poético y teatral. Porque hablamos de un libro unido a un proyecto del ciclo Material Memoria perteneciente a la exposición Veraneantes que tuvo lugar en el Museo de Arte Contemporánea de Vigo (MARCO), entidad que lo edita; situado, téngase en cuenta, en una antigua cárcel, como el MEIAC extremeño. 
Fidalgo explica muy bien sus intenciones: «O estado salvaxe. Espanha 1939 es una performance creada después de muchas conversaciones con mi abuela. Ella es, además, la única actriz de la pieza. A través de imágenes en súper 8 grabadas por mi abuelo desde los años 50 hasta los 80, reescribiremos la historia da mi familia, y al mismo tiempo, la historia de España desde la guerra civil hasta nuestros días».
Tras un prólogo que no deja de ser una poética, acerca del teatro autobiográfico (todo aquí lo es), "un arte de vivir entre las ruinas", de "la palabra hecha cuerpo", toman la palabra, ya decía, sus abuelos. "Somos una generación que tiene en sus abuelos a sus referentes vitales", escribe Fidalgo. Primero su abuelo Manuel (1921), el autor de las películas (donde, según su nieto, grabó el silencio durante cuarenta años), un hombre íntegro que reflexiona con una lucidez envidiable sobre su vida, la de alguien que, del todo condicionado por las circunstancias, sufrió la guerra (que, insiste Fidalgo, no está resuelta) y la Dictadura. Después, le toca el turno a la abuela, Mercedes (convertida en actriz), del 28, que escribe una larga e intensa carta para sus nietas: "Rahel María Ana y Clara". "Para que sepan que la libertad de las mujeres se consiguió con dolor". "Soy una superviviente", dice. Y ahí, el hambre, la enfermedad, la emigración... "Esto es un acto contra la muerte", añade. Emoción, conmoción. Por fin, Fidalgo nos deja dos extensos poemas, "¿Qué hacen a estas horas los coroneles?" y "Persona non grata". Leemos en el primero: "Un poema con nombres propios es lo que cambia la historia". O: "Estamos solos con el lenguaje". Todo envuelto en un tono moral. De preocupación por el otro: "Conocer a alguien es siempre un viaje al fin / del mundo". Es necesario saber de qué clase social se es. O sentirse extranjero. Por ejemplo en Lisboa.
El segundo se abre con este verso: "Soy un fin de raza". Y precisa: "Yo nací en la época de las personas non gratas". También: "Soy un hombre que escribe".
Estamos, como dice su abuela, ante "un acto de vida, un acto de amor", no ante un hecho meramente teatral. Su testimonio, al que se une el de su marido, autor de esas imágenes que le sirven de referencia, es implacable.
Más allá, lo que este lector puede decir de este libro, no de la performance, que no he tenido ocasión de ver, es que se trata de pura poesía. O de literatura, si se prefiere. Digo poesía porque, para empezar, los monólogos de los abuelos y de Fidalgo están dispuestos, ya se dijo, en verso. Para seguir, porque no otra cosa me parecen cuando los leo. Y si eso, insisto, sirve también para las intervenciones de los abuelos, no digamos para las del poeta gallego, que levanta, desde la memoria y contra el olvido, un auténtico monumento de sonido y sentido, con una insoslayable carga política, que uno creía ilusoria en esta época débil y frágil que nos ha tocado vivir, tan poco épica. De eso se trata: de construir una nueva épica para una nueva ética, como leemos allí.
La fuerza del experimento literario y teatral -un acto de resistencia, de regreso a la "vida salvaje"- está a la altura del reto. Por entre líneas se van colando versos de calado, reflexiones del todo pertinentes, verdades brutales que, sin embargo, vienen cargadas de delicadeza.
A todo esto hay que añadir las consideraciones del crítico teatral y profesor Eduardo Pérez-Rasilla, del comisario, docente y ensayista Alberto Ruiz de Samaniego, de los performer portugueses Cláudia Dias, Rui Catalão y Miguel Bonnevill (empeñados, como Fidalgo, en lo autobiográfico), así como del actor mexicano Gabino Rodríguez y de la poeta gallega Olga Novo, autora de otro texto memorable. Allí leemos: "El oficio del poeta es decir la claridad". Cita al director de cine Nani Moretti: "cuando ya fueron destruidas todas las certezas, el único recurso que nos queda es el relato de la vida íntima". No veo mejor manera de cerrar esta reseña de un libro, a todas luces, intenso, conmovedor y sorprendente.


21.1.15

"Tánger" en La Vanguardia


Neruda en El Cultural

Imagen de Hilario Jiménez
Siquiera sea de forma esporádica, al parecer publicaré alguna que otra reseña de libros de poesía en El Cultural invitado por su directora, Blanca Berasátegui. Me llamó hace un par de semanas para proponerme una sobre los poemas inéditos de Pablo Neruda que acaba de publicar en España Seix Barral. El libro se titula Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos y mi nota apareció el pasado viernes.
Aunque tuve que escribirla con cierta premura, me gustó el reto; y eso que Neruda nunca ha sido poeta de mi devoción. El libro lo merece, sin duda. 
Agradezco, por lo demás, que cuenten con uno en el suplemento cultural que mejor cuida en este país de la pobre poesía. 

20.1.15

Por alusiones

Aquí se puede ver y escuchar la interesante entrevista con Luis Landero que emitieron el pasado domingo en Página 2 (de la 2 de RTVE, ya saben, que aún existe), a propósito de su novela El balcón en invierno (Tusquets). En un momento dado (minuto 17:38), después de hablar de sus primeros pinitos literarios como autor de versos (para ligar con la rubia del barrio, reconoce el de Alburquerque), Óscar López le pregunta por alguna lectura reciente de poesía (en un programa donde, por cierto, la pobre parece que no existe) y tiene la amabilidad de mencionar Más allá, Tánger. Y los nombres, además, de los poetas Antonio Cabrera, Carlos Marzal y Luis García Montero. Obrigado.

Alborada es un programa dedicado a la poesía y literatura extremeñas que cada domingo emite Canal Extremadura Radio. 
Sus locutores son Loretta García y Agustín Segovia. En la emisión del pasado día 18 leyeron durante quince minutos poemas de uno. Agradecido.

Tánger también anda en el Inventario de libros de poesía de 2014, de Verónica Aranda (que vivió en esa ciudad y le dedicó un libro estupendo) y entre los Libros recomendados de la Asociación de Editores de Poesía

19.1.15

Obligación

No sabe uno lo que durará este vivir apegado a la lectura de libros actuales. Si algo es necesario en poesía, lo que la diferencia de la narrativa, es releer, tanto libros contemporáneos, no precisamente del día, como clásicos. Éste, Obligación, de Francisco José Martínez Morán (Madrid, 1981) es de 2013 y lo publicó Polibea en su colección el levitador. Lo lee uno ahora y se alegra un montón por ello. Es un libro magnífico. De su autor he averiguado (y no por la escueta solapa) que es doctor en Literatura Comparada y que, de poesía, tiene en las librerías Variadas Posiciones del Amante (2006, Universidad Popular José Hierro, Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande) y Tras la puerta tapiada (2009, Premio de Poesía Hiperión). Libros, por cierto, con los que intentaré hacerme en cuanto pueda. Me da que lo merecen. Por poco que se parezcan a éste, al que delata un prólogo sagaz y erudito de Juan Antonio González Iglesias. Sí, ese aval no es cualquier cosa, al menos para este lector. Allí despliega el latinista salmantino toda su artillería crítica y nos presenta la obra con detalles del todo pertinentes que habrán de facilitar, sin duda, la lectura de cualquiera. Con todo, que me perdone mi admirado poeta, los poemas se imponen por encima de cualquier otra consideración. Es cierto que nos ayudan esas palabras previas en lo que atañe al latín (que tanto abunda en los títulos), y, siguiendo a Horacio (como hace González Iglesias), en lo referente a su música (aliteraciones, contrastes, paranomasias), a su arquitectura, a la imagen y al tacto, a todas esas artes que se unen en torno a la poesía, arte por excelencia porque las contiene a todas. Y avistamos a Kafka y a Góngora, a Lope y a Quevedo y, cómo no, a Virgilio, Catulo y Ovidio, además de a otros modernos como Ajmátova y Herbert. Y a Cirlot, que no se olvide, y uno añadiría a Martínez Mesanza o el propio prologuista o, es sólo una intuición, a María Victoria Atencia, a la que me han recordado estos poemas perfectamente compuestos, refinados y elegantes. Versos que participan de lo barroco y lo romántico ("Obligación es un libro barroco en sus formas y romántico en su hondura") en una poética "a contraluz". Y ya que hablo de luz, de deslumbrantes podrían calificarse. Por las ideas que recogen, por la concisión de sus maneras, por el ritmo -ora épico, ora sereno, ora clásico- que aportan, y, en suma, por la verdad, la bondad y la belleza que transmiten al lector. Poemas breves o muy breves que parecen cincelados, dignos de ser grabados en piedra, o que de ahí parecen surgir al ser leídos. 
Es imposible elegir. Si tuviera que hacerlo, para desmentir a D'Ors, citaría "Lisboa". O "Lenguaje". O cualquiera de la serie "Arquitectura" (una constante, otro fervor compartido). Pero qué decir de los versos que evocan a Amor, con mayúscula y sin determinantes. 
Ya sé que me repito y, sin embargo, cómo callar que libros así nos dan felicidad y hacen de la Poesía el eterno arte que es. Cómo no agradecer a Francisco José Martínez Morán que haya escrito esta Obligación. Tan gustosa. 

Noticias de ayer

De El País, sí. Y no han caducado. Creo que merece la pena que se lean o se vuelvan a leer con la debida calma. Me refiero al artículo de mi admirada Sol Gallego-Díaz sobre la "desaparición" de los sindicatos, cuando más falta hacen. Los entretenidos e inteligentes "desaforismos para aficionados a los juegos lingüísticos" de Álex Grijelmo y la necrológica y la semblanza del poeta argentino y parisino Arnaldo Calveyra (con el que crucé hace años alguna carta) que firman, respectivamente, Francisco Peregil y Juan Cruz, quien escribe: "gracias a los poetas nos hacemos, ellos interpretan nuestra indefensión y nuestra tristeza". Tal vez.

18.1.15

Crítica

Diario de Cádiz
Ignacio Echevarría publicó hace poco una columna en su sección Mínima molestia de El Cultural con un título intrigante: "¿Eres un buen crítico?". Entre otras cosas interesantes y discutibles, el crítico escribe: «Ya ochenta años atrás, descreído de que a la crítica periodística le cupiera mantener la “justa distancia”, Walter Benjamin se burlaba de quienes lamentaban su decadencia y sostenía que "la imparcialidad, la mirada objetiva se han convertido en mentiras, cuando no en la expresión, totalmente ingenua, de la pura y simple incompetencia"».

17.1.15

Cuatro libros

Marcos Matacana (Sevilla, 1973) ha publicado en los exquisitos Cuadernos de Humo, que edita en su casa de Brooklyn Hilario Barrero, un extenso poema titulado Mirador del que uno destacaría su fuerza, la intensidad con la que cuenta, en un tono narrativo de gran plasticidad, sin caer en los tópicos, una historia de amor que traspasa los límites de un antiguo verano. Se queda uno con ganas de leer más de este poeta que aquí demuestra indudables dotes poéticas.
Por su parte, Custodio Tejada nos traslada en otro viaje en el tiempo hasta la granadina Purullena (donde nació en 1969). A su pueblo, sí, y a su infancia, que rememora en Recuerdos y coordenadas  (Dauro) con la emoción que ese ejercicio demanda. Experiencias personales que, después de leídas, alcanzarán a más de un lector, sobre todo si ha nacido en el medio rural y en una época tan reciente como lejana. 
Acercanza (Beturia) es el título elegido por Carlos García Mera (Guadalajara, 1992) para su primer libro de poesía. Guitarrista clásico, discípulo de Santiago Castelo (que prologa la obra con un poema, "Concierto de guitarra y verso"), Mera escribe versos sencillos, apuntes sobre lo que le sucede, breves reflexiones musicales, evocaciones donde prima la voluntad de dar cauce a los sentimientos. Ese viejo afán, en fin, de intentar explicar lo inexplicable que le cabe al que quiere conocer y conocerse.
José Antonio Moreno Jurado, poeta y traductor de poesía griega, publicó Fedro en 1979. Muchos, en pleno fervor por lo griego (el culturalismo novísimo, ya saben) creyeron que estaban ante los poemas inéditos del mismísimo Fedro, el de Platón. En "A manera de prólogo" urdió perfectamente la trama del heterónimo artefacto y los poemas en sí tampoco decepcionaron a los lectores: parecían de un griego y, además, antiguo. Moreno Jurado, que sabía lo que hacía, relata en tono jocoso estas y otras anécdotas en "Una nueva edición de Fedro", libro que rescata La Isla de Siltolá para los que no nos enteramos entonces. Por aquello de redondear la faena, la edición incluye su versión al inglés realizada por Pablo Álvarez, que fecha su traducción entre 1994 y 2014. Ah, lo he comprobado y existe: ejerce como Outreach Librarian & Curator, Special Collections Library de la Universidad de Michigan.

16.1.15

Manguel dixit

Ana Obiols
"¿Por qué cree que la lectura es un acto subversivo?", le preguntaba el periodista Antonio Paniagua al escritor Alberto Manguel en una entrevista publicada aquí atrás por el diario HOY.
El autor de Una historia de la lectura responde: "Porque puede enseñarnos a reflexionar y hacernos preguntas que son incómodas para el poder. La lectura enseña a cuestionar las leyes y las normas de cada sociedad para que ésta no se anquilose. La literatura nos muestra constantemente personajes y situaciones ambiguos, en las cuales la resolución es generalmente compleja. Y eso, en una sociedad que quiere crear consumidores, es peligroso". 
Luego, Paniagua añade: "¿Desconfía de la gente que no lee?", a lo que Manguel contesta: "No, me da un poco de pena. Es como alguien que no ha visto el mar o nunca se ha enamorado".

15.1.15

La poesía de Félix-Díaz

"Este desesperado volumen fue escrito en México D. F., publicado en Sevilla, dedicado en Berlín y destinado a terminar en Plasencia...", reza en la dedicatoria que el guionista y poeta Alfredo Félix-Díaz (Ciudad de México, 1974) tuvo a bien escribir en mi ejemplar de Nada que perder. Buena muestra, por cierto, de cómo viven y se mueven los jóvenes poetas del siglo XXI. 
El libro fue editado por Renacimiento en 2013 y para entonces ya había visto la luz, en 2009, Si resistimos, que publicó Adonais tras conseguir un accésit del premio de la casa el año anterior. En la solapa se da cuenta de una ópera prima: Salve Regina (2001). 
Los dos primeras, que son las que conozco, son obras excelentes. Nada que perder lleva un prólogo entregado de Luis Alberto de Cuenca donde alude, con justicia, a su "poesía encantadora, atenta a las técnicas y a las métricas tradicionales, relampagueante, graciosa, sutil, original, personalísima." 
Hay más alegría en Si resistimos, fundada en sus creencias religiosas, pero también por la confianza en el hombre y sus posibilidades redentoras. No faltan en él las referencias mitológicas y un aire épico que nos lleva directamente a uno de sus maestros declarados (le dedica un magnífico poema: "Orestes"), Julio Martínez Mesanza. También poemas de amor ("loco", como los de Nada que perder), corridos y otros entre los que, por su envergadura, debo citar "Flores blancas". "Resistir", una fe de vida, también merece ser mencionado, o "Tripartita" y el que abre el conjunto: "Después de Troya".
Ah, el propio Félix-Díaz reclama una influencia poderosa: la de la narradora estadounidense Flannery O'Connor.
En el libro de Renacimiento puede que haya una mayor madurez, debida, sobre todo, a los efectos del paso del tiempo. De ahí, acaso, lo del "desesperado" en la dedicatoria.
Más cinematográfico (su profesión al parecer), con versos de amour fou (que recuerdan a los de su prologuista), con poemas tanto extensos ("El parque", "Verano" o el narrativo "1985") como breves (excelente "Mar del Sur" o "Telegramas a Calipso") y hasta muy breves (a veces de uno o dos endecasílabos), Nada que perder es ante todo un libro lleno de amor y de mujeres. De celebración y de derrota: "contra un monstruo de amor no puede el hombre". Con música de fondo: la de su compatriota José Alfredo Jiménez.
La presencia de Cirlot, uno de los grandes (se le mencione o no), le da al libro un toque especial (más atrevido en lo formal) y al lado de la, digamos, desesperación no faltan ni la ironía ni el humor, dos armas líricas imprescindibles de esta poética de línea clara con evidentes tintes autobiográficos.
De algunos libros no nos iríamos nunca, como hace al caso. Lo mejor es que de Alfredo Félix-Díaz vendrán otros. A la espera quedamos. 

En la Alberti

Como ya adelanté, el próximo jueves 22, dentro de una semana,  estaremos en Madrid para presentar Más allá, Tánger. A las 19:30. 
El acto ha sido organizado por la librería Rafael Alberti y la editorial Tusquets, que ya lo anuncian en sus respectivas agendas. 
Como reza en la invitación, la periodista Pepa Fernández conversará con uno. Cuando proceda, o ella o yo iremos leyendo algunos poemas del libro. Nos vemos. 

14.1.15

La poesía de Faria

Explicación de los árboles y de otros animales es el sugerente título del libro de Daniel Faria que es, además, el primero de poesía que publica la editorial Sígueme, dirigida por el operario Eduardo Ayuso. Un libro, por cierto, de factura impecable, impreso en tapa dura e ilustrado con dibujos de Christian Hugo Martín. También es el primero del portugués que se traduce al español, por Luis María Marina.
Faria nació en Baltar (Penafiel) en 1971, estudió Teología y Lenguas y Literaturas Modernas en Oporto. Este libro llegó a las librerías en 1998 y al año siguiente, a los 28 de su edad, moría en un accidente doméstico en el monasterio de San Benito da Vitória, donde era novicio benedictino. 
A mediados de 1998 le entrevistó Francisco Mangas para Diário de Notícias. Allí alude a una idea central de su poética: "el mecanismo secreto del amor" que es "ese proceso de diálogo, con el escrito, con los poemas entre sí, en la intertextualidad de los poemas con otros autores". Habla también de su fascinación por la luz, en especial la de las iglesias (no olvida la primera vez que entró en una y la contempló). Para él "la luz esencial es la luz de la mañana" ("Guarda la mañana", escribe en un poema). 
El proceso de escritura consiste en "aprender a eliminar", "partiendo de lo que ya está descubierto".
Alude al ambiente rural ligado a la vida monástica y a la infancia. Afirma que "el poema se escucha" y menciona a Pessoa, Heberto Hélder y Sophia de Mello Breyner, aunque confiesa que "apenas leo poesía". Ah, y a Eugénio de Andrade, al que llevó al Seminario para una lectura. 
Mangas le pregunta por el «ángel herido en la raíz» que menciona en uno de los poemas y Faria responde: "Antes que «una especie de ángel herido», tal vez sea un ángel «alcanzado» en la raíz, en su doble sentido: un ser que aspira a una vivencia propia de la esfera divina y alguien que acoge su propia fragilidad. Un ángel herido en la raíz se mueve más por la tierra que por el cielo".
Se acoge, en fin, al lema teresiano "sólo Dios basta" y cuando, al final de la conversación, el periodista le pregunta si es "un hombre feliz", el poeta responde. "Sí, y «bien situado»". 
Aprovechando esas palabras antes citadas, Marina, el traductor, firma un epílogo titulado "Una especie de ángel herido en la raíz". En él alude, con el tono personal y apasionado que le caracteriza, a una obra "tan breve como definitiva, tan sólida como esencial, tan descarnada como sustanciosa". A sus "tres vocaciones: la tierra, lo absoluto y las palabras". A su infancia. Al sentido de lo sagrado, que cobra sentido gracias a la palabra, a nombrar. "Poeta es el que descubre. Esto es, el que ve primero", precisa Faria. Según Rosa Maria Martelo, "el mundo de Daniel Faria es el mundo del símbolo". Y prima, sin duda, así como lo metafórico: árbol, pájaro, piedra, casa...
En un momento dado, Faria dice que "El silencio se revela como la palabra perfecta al final". En otro habla de "dialogar con el silencio". Lo traigo a colación porque la del monje portugués es una poesía de estirpe silenciaria; sencilla en su ejecución formal, pero nada simple o adánica. A uno le recuerda cierta línea hermética, no tanto por la dificultad de encontrarle sentido cuanto por sus rasgos elípticos, de suma economía verbal. Poesía de aire metafísico. Poesía delicada. Poesía "pobre", sí, pero plena de significados que se acerca a lo que Eliade, refiriéndose a la piedra, definió como "manifestación primigenia de lo divino". Espiritualidad no falta, es obvio. No misticismo. O no el del tópico, por más que se le considere el mayor poeta místico portugués del siglo XX. Y elementalidad, transparencia, brevedad, despojamiento... Y, sobre todo, ligereza: "ando ligero por encima de lo que digo". 
Estamos ante iluminaciones o epifanías: "E injerto luz / en todo lo que nombro", escribe. Deslumbramientos de un ser que observa la realidad con la inocencia, la perplejidad y el asombro del que no entiende. O comprende apenas. De ahí lo de "explicaciones", palabra clave que antecede los títulos de todos los poemas del libro y al libro en sí. De las casas, por ejemplo, una de las series más hermosas del volumen, donde describe la celda: "Estoy entre paredes blancas. / Cuatro paredes mi celda, / el frío, la soledad y mi catre. / La luz entra siempre de noche.". Del laberinto, con menciones a héroes y mitos. Ariadna, Teseo, Sísifo, Aquiles, Patroclo...
En estos versos donde nunca aparece una coma, son frecuentes las palabras nada y vacío. 
Aflora, cómo no, lo oriental, parte del mismo tono, personalísimo. Así, en "Explicación de la madrugada", que dice: "Agua entre murallas: / el rocío." Si de algo puede presumir esta poesía es de que no suena sino a ella misma. 
Hay, en fin, poemas preciosos, como "Explicación de la gravedad" o "Explicación de Ricardo Reis". Ninguno desmerece.
Faria dijo: "Considero que con la lectura de mis poemas, mi autorretrato queda hecho".  Eso parece, al menos a alguien que no le conoció, que le conoce ahora gracias a esta oportuna y necesaria edición de Sígueme (el libro fue Prémio Fundação Manuel Leão), que ya anuncia la publicación de toda su obra poética. Seis libros dio a la imprenta el malogrado poeta y religioso portugués, uno de ellos póstumo. No es extraño, y termino, que crezca su prestigio en Portugal. Ojalá suceda algo parecido en España. La poesía de Faria lo merece. 

13.1.15

Szymborska

Llevaba tiempo detrás del último libro de la poeta polaca Wislawa Szymborska (Bnin, 1923-Cracovia, 2011), a quien descubrimos a mediados de la década de los noventa gracias a la concesión del Premio Nobel.
Hasta aquí, publicado por Bartleby Editores (uno de los libros del año 2014 al decir de los críticos de Babelia/El País), no decepciona a sus lectores, a nadie que ame la poesía, a la que, por cierto, tanto favoreció esta mujer discreta. 
El título del libro, apenas trece poemas, no da lugar a confusión. Tampoco la calidad de los mismos. El que prefiero es el último, "Mapa". Sólo por él... También es el elegido por Abel Murcia que, junto a Gerardo Beltrán, traducen magistralmente la obra. 
Eran amigos de la Szymborska y en torno a ella, a su vida y a su poesía, conversan al final del libro con el poeta y periodista cultural Javier Rodríguez Marcos, uno de los pocos españoles que la entrevistaron (otro fue nuestro añorado Félix Romeo al que, según parece, Szymborska "hizo suyo inmediatamente" y le llamaba "el vikingo").
Por suerte contamos, y desde hace mucho, con estupendas ediciones de sus poemas en España y México. Esta viene a cerrar un círculo que en realidad no es tal, porque Szymborska es un lugar donde no deja de aparecerse la poesía. 

12.1.15

Sibila

Gracias al mecenazgo de la Fundación BBVA y al riguroso trabajo de Patricia Ehrle y Juan Carlos Marset, la sevillana Sibila sigue en pie y publica su entrega número 44, impresa, como siempre, en el extraordinario papel de Amalfi fabricado por la casa Amatruda. 
Viene cargada de excelentes poemas y no menos sustanciosos relatos y ensayos firmados, entre otros, por Antonio Deltoro, Piedad Bonnet, María Ángeles Pérez López (sobrecogedor su "Animalerío"), Aurelio Major, Miguel Ángel Zapata (que lleva sus versos un reciente viaje a España), Fabio Morábito, José Luis de Juan, Francisco Jarauta, Pedro Serrano (con una suerte de reflexivos diarios), María Negroni y Eliot Weinberger. 
Tanto la cubierta como el dossier central ofrece obras de Eva Lootz (de la serie "Riotinto") y, según costumbre, se incluyen dos grabaciones; en esta ocasión, de Luis de Pablo: "Sombrío" y "Con Alcune Licenze". 
Quiero destacar los nueve poemas que Marset incluye en las últimas páginas de la revista, algunos dedicados a colaboradores de este número (Francisco José Cruz, Ilan Stavans -que dedica su texto a evocar a su maestro Gonzalo Sobejano, otro de los dedicatarios de estos versos-, la citada María Negroni y Luis de Pablo). Intensos, de impecable ejecución clásica y emotivos al límite. 
Uno, en fin, publica también cuatro poemas inéditos. Como éste, por ejemplo:

POMPEYA, MMXIV

A las ruinas se suman nuevas ruinas.
No deja de ceder el suelo aquel
donde se levantara una ciudad
que fue sin duda digna de los dioses.

Es la incuria (y acaso la barbarie)
de esta época atroz y envilecida
la que provoca esta desolación,
quien propicia que muera la belleza
que la lava fijó un aciago día.

Se une el maltempo a esa desidia,
testigo, por dos veces, del estrago.

D'Ors, doce


11.1.15

La vie différente

La vida distinta (Pre-Textos), de José Carlos Llop (Mallorca, 1956) es el primer libro que compro y fecho en 2015. Le tenía ganas. Muchas ganas. Llop es uno de mis poetas favoritos. De mis autores favoritos, mejor. Cómo olvidar En la ciudad sumergida o Solsticio, por ejemplo, verdaderos hitos del narrador que es. 
El título de esta obra alude a Bordeaux (Burdeos, aunque él mantiene el topónimo en francés), donde estos últimos años, debido, cree uno, al éxito de sus novelas en el país vecino, ha pasado algunas temporadas. De esas estancias, más o menos prolongadas, pero en todo caso deslumbradoras e intensas, surge, ya digo, no sólo el rótulo, sino también buena parte de los versos del conjunto, en especial el largo poema "La vida distinta" en el que cuanto vengo diciendo, y mucho más, se plasma de manera (casi) perfecta.
Los poemas que le preceden tampoco están faltos de excelencia. Al revés. Hay poetas que van a menos y otros que van a más. Llop es de éstos. De tono discursivo y conversacional, narrativos más que líricos (aunque nada prosaicos, en ningún sentido), envuelven al lector y le conducen a un lugar donde la civilización, la elegancia, el arte y la cultura tienen su mejor asiento. Hay refinamiento sí, un mundo burgués (en su acepción menos peyorativa y más compleja: "Hemos conocido esta serenidad burguesa / en nuestras vidas"). Y culturalismo, como se decía antaño, pero asumido, no decorativo. Porque ante todo hay vida. Vida vivida de otra manera, distinta a la corriente, es cierto, pero no por eso, al menos para este lector, menos admirable. 
La muerte, una reflexión propia de alguien que no es "ni viejo aún, pero ya no joven" o "ni joven ya, ni mayor todavía", está muy presente. En la figura del padre (qué precioso poema) o del amigo muerto (el que abre el ciclo de "Carta de invierno": "J. S. B. (1949-2011)"). Y pues que de la muerte hablamos, confieso que uno iba leyendo y se decía: estos poemas me recuerdan un tono, el del Eliot de los Cuatro cuartetos. Más adelante, y en más de una ocasión, el propio Llop desvela una admiración que lo constata: "-de hecho, nunca olvido a Eliot-", escribe en "Cuarteto ruso", y "él es el pensamiento poético / del siglo". Y ya que lo menciono, he ahí otra presencia fundamental: la de los poetas rusos, la de la poesía rusa, la de Rusia. Más que una geografía, un estado de ánimo. Otro tono. 
Y está el amor ("Rising splendor") y Helena, a quien dedica el libro, luz que ilumina los versos finales de "la vida distinta". 
Me han gustado mucho poemas como "La tentación del geómetra", "Retrato" o "Jardines de Luxemburgo" (París es otro invitado imprescindible), donde el hombre anula al personaje. 
En la segunda parte, "Poesía social" se habla mucho de poetas y de poesía, del diarista Pepys (encima de la mesa espera el grueso volumen con sus anotaciones publicado por Renacimiento), los rusos, ya se mencionó (en el memorable "Cuarteto ruso" y en otro no menos importante: "Un día feliz", con Pasternak al fondo). Aflora, en fin, el Llop más moral, un poeta con valores, y no de ahora, cuando se impone la moda de la subversión y de la queja.  
Llega luego el poema que da título al libro (y que pudo titularse "Audevant de la vie", como la canción de Shostakovich), que confirma esa trayectoria ascendente de Llop a que antes me refería. Aquí de nuevo la enumeración de sitios, autores, obras de arte, calles, cafés, ciudades... Centrado en Bordeaux (no en vano se subtitula "La chanson de Bordeaux"), "île patricienne" al decir de Lambron, "símbolo perfecto de Europa, su aleph secreto", donde Llop, como en ningún otro lugar del mundo, encuentra "el don de la plenitud". Un "regalo de la madurez" que "me ha devuelto la juventud". Y allí, en Aquitania, Montaigne. Y Proust, que, dice el poeta, siempre está "cuando es la memoria el pentagrama donde se escribe". Y los españoles que pasaron por esa ciudad de exiliados: Moratín, Goya, Ferrater. Y Modiano, cómo no, aunque la presencia del último Nobel esté sobre todo en el tono, en la manera de escribir de Llop. En su poética, quiero decir, de la que el autor de Dans le café de la jeunesse perdue puede ser considerado uno de los maestros.
Rima mediante, en estos versos que copio a continuación creo que está encerrada la clave del poema y del libro: "La verdad / es el destino o el destino es la verdad, / y por vueltas que le demos / lo cierto es que no hay más."
Faltó este título en las dichosas listas de los mejores del año. Buena prueba de la fragilidad de esas enojosas nominaciones. Uno tiene claro, sin embargo, que estamos ante una obra cardinal, tanto en la ya larga carrera del palmesano (y ahora bordelés) como en la de la poesía española de este tiempo. 

10.1.15

¿De cabreros?

Daan Leonne
Uno, descendiente de viejos cabreros viandareños y veratos que cuidaban sus rebaños en la Sierra del Chivetín, en las estribaciones de Gredos, no acaba de encajar que se use la palabra que define a ese antiguo y noble oficio para designar a tanto compatriota sin valores cívicos y sin sentido de la urbanidad por culpa de la pésima instrucción pública que padecemos desde hace años y más que vamos a padecer si la ley Wert, supresora de la educación para la ciudadanía, sigue adelante. No se olvide: nuestros alumnos de hoy son los padres de mañana.
En fin, no es la primera vez que lo digo aquíMarsé tampoco ha sido el primero en afirmar: "España es un país de cabreros, joder." Su amigo Gil de Biedma habló de "un intratable pueblo de cabreros", sí, y, antes, su maestro Cernuda se refirió a España como "tierra de cabreros". Aun comprendiendo el fondo de la cuestión y el sentido en que se dice, me vuelve a doler esa ofensa que afecta a personas honradas que han de trabajar duramente. Hasta que esa labor dure, que no será por desgracia mucho. Más allá, ¡claro que damos pena! Como país, digo. Qué va a decir un maestro de escuela. Por cierto, me temo que la profesión más denostada de España después de la de cabrero.