30.11.14

Magris dixit

© Danilo di Marco
"Siempre he pensado que uno de los más grandes sacrificios de un cura no es tanto la castidad, sino el deber de limitarse, de no poder decir lo que en realidad piensa. Y yo, si no puedo decir lo que pienso, me siento fatal”, le dice mi admirado Claudio Magris, Premio de Literatura en Lenguas Romances de la FIL, a Pablo Ordaz, de El País, en el café Tommaseo de Trieste (el de la foto es el San Marco). Y luego: “Para mí, la cultura, ya sea de una persona o de un pueblo, es su capacidad de razonar. Yo puedo ser culto en literatura alemana pero ignorante como una cabra en tantas otras cosas. La cultura es la capacidad crítica de juzgar y de juzgarse, de no creerse el centro del mundo, de conseguir relacionarse”. Y: “Hace falta una educación que se enseñe sin querer enseñar. Mis padres nunca me dijeron que no debía ser racista como tampoco que no se comía en el cuarto de baño, pero el modo de comportarse en casa hacía impensable una cosa o la otra. Y también aprendí en la escuela otra cosa fundamental. A reír con las cosas que amaba y respetaba, y a amar las cosas que me hacen reír”. O, en fin: “A veces uno escribe para defender algo, o para combatir, o para protestar. Se puede escribir por fidelidad, o por un patético intento de parar el tiempo, de construir una pequeña arca de Noé. Otras veces para distraerse, otras por miedo, otras para poner orden, otras para poner desorden. Son tantas las razones… Pero en general siempre he estado fascinado por las cosas verdaderas, por aquello que sucede. En esto he permanecido muy fiel a como era de niño. Cuando tenía nueve años leía la enciclopedia y copiaba y después escribía alguna fábula. Pero partía siempre de la realidad. Y todavía hoy sigo creyendo que la realidad, la vida misma, es más original que lo que invento yo. Como decía Mark Twain, 'la verdad es más extraña que la ficción'”.

29.11.14

Tangerine Dream

Puerto de Tánger, 1934
Antonio Rivero Taravillo, a punto de embarcarse hacia la FIL de Guadalajara (México), ha publicado una reseña sobre Tánger en su blog Fuego con nieve. La titula "Tangerine Dream". Allí dice: "Del medio centenar de composiciones o cuencas de este collar tangerino, casi un sueño como el nombre de aquel grupo de rock basado en parte de la letra de una canción de los Beatles, esta, tan atemporal, tan de cualquier latitud, me parece uno de esos logros que habría deseado firmar cualquier poeta y que hay que agradecer, porque es él quien la ha escrito, a Valverde:

De los barcos envidio
la promesa latente
de una vida distinta.
Los observo a distancia,
con vagos sentimientos encontrados:
el de huir a lugares donde nunca se escapa,
el de tornar de sitios de donde no se vuelve".

Sueños lerinianos

Foto: Fran Ferrer
Pocos escritores más singulares y pocas trayectorias, en consecuencia, más excéntricas en la literatura hispánica contemporánea que las de Francisco Ferrer Lerín (Barcelona, 1942).
Si repasamos las enciclopedias, siquiera por encima, podremos saber que, en orden cronológico, tras sus estudios de bachillerato, comienza a los diecisiete años estudios de medicina al mismo tiempo que da inicio a su particular, y un tanto guadianesca, carrera literaria.
En 1964 publica su primer libro, De las condiciones humanas, y en 1971 recopila textos inéditos escritos entre 1960 y 1970 en La hora oval. En 1987 aparece su tercer libro de poemas, Cónsul, nueva antología de poemas escritos entre 1964 y 1973. A finales de los sesenta, se desplaza a Jaca para ejercer de ornitólogo. 
A principios de los setenta, regresa temporalmente a Barcelona y se licencia en filología hispánica y trabaja en la editorial Salvat y en el consejo de redacción de Barral Editores. En los años siguientes se adscribe al Departamento de Vertebrados del Museo de Zoología de Barcelona. En esa época ejerce de profesor de Ornitología de Campo en la Universidad de su ciudad natal
En los ochenta, viaja a Andalucía con la finalidad de ocupar un puesto de profesor de lingüística catalana en la Universidad de Granada y culminar su tesis doctoral pero, al parecer, trágicas circunstancias impiden esos proyectos. Más tarde es nombrado director de la Escuela Taller de Serralbo, en Sabiñánigo.
Como personaje ha aparecido, entre otras, en los libros Bartleby y compañía, de Enrique Vila-Matas, y en Diario de un hombre humillado, de Félix de Azúa.
En 2005 publica Níquel. Al año siguiente agrupa su obra poética completa bajo el título de Ciudad Propia. En 2007 edita El bestiario de Ferrer Lerín. Un año más tarde aparece Papur. En 2009, en Nuevos Textos Sagrados de Tusquets, Fámulo, Premio de la Crítica.
En 2011 aparece, también en Tusquets, una nueva versión de Níquel, con el título de Familias como la mía, y en 2012, Gingival, que recoge las entradas de carácter narrativo de su blog. En 2013 aparece en NTS su último volumen de poesía, Hiela sangre.
Ha traducido a Tzara, Montale, Claudel, Monod y Flaubert.
Vive en Jaca dedicado a la literatura.
Ahora publica en la editorial zaragozana Jekyll & Jill un nuevo libro,  Mansa chatarra.
La preciosa edición, que incluye algunas fotografías privadas del autor, corre a cargo del profesor y poeta valenciano José L. Falcó y reúne prosas que el autor catalán ha venido publicando en algunos de sus libros: La hora ovalCónsulEl bestiario de Ferrer Lerín, PapurFámuloGingival Hiela sangre, así como en su blog (cuya dirección es: http://ferrerlerin.blogspot.com.es), abierto a mediados de 2008. Con todo, se incluyen una veintena de inéditos.
“A la hora de la selección, escribe Falcó, se ha atendido al espacio onírico”, ese que tiene que ver con los sueños y las ensoñaciones, por seguir a Bachelard, esto es, con los sueños de día y los de noche. No se escribe el sueño, dijo Borges (y recuerda el editor y prologuista), sino la memoria de los sueños. Y pocos autores con un imaginario más poderoso para lleva a feliz término esa tarea. Más si tenemos en cuenta ese “entrecruzamiento de lo real y lo ficticio, de lo autobiográfico y lo imaginario, de la bibliofilia y la anécdota, de los espacios reales y los fantásticos” que caracteriza su literatura al decir de Falcó.
El de los sueños, en fin, sería “el segundo mundo que vamos habitando”.
Dije antes prosas y debería haber dicho textos, una palabra más ambigua pero aquí más pertinente pues se recogen narraciones como tal, sí, mas también poemas en prosa, microrrelatos y poemas a secas. A decir verdad, la distinción por géneros y Ferrer Lerín son incompatibles. Por suerte, en eso no es el único. Su condición de fronterizo es otra de sus marcas distintivas, lo que ha complicado, según creo, su fijación en el canon por parte de los canonistas, siempre tan contrarios al desorden genérico.
Sí, entre el sueño y la ensoñación, en torno a lo onírico, giran, ya se dijo, estos pequeños planetas literarios, tan fronterizos y galácticos como su autor. 
Prima, que quede claro, el lenguaje y al decir esto creo que se me entiende: la trama, por etérea o ligera o soñada, está al servicio de la escritura y son las palabras las que mandan. Porque la materia es frágil: los sueños, Lerín procede echando mano de una manera de escribir, se diría, automática (por recuperar la nomenclatura vanguardista), irracional incluso (por lo mismo), algo lógico si queremos expresar lo que sucede cuando se sueña. Sin que ello quiera decir, claro, que vaya a tontas y a locas, algo impropio en un tipo que se conduce tan bien. "¿Desde qué plano de la existencia estoy escribiendo?", se pregunta. Y en otro momento: "Ferrer Lerín cree que sueña."
Todo aquí es inquietante. Alrededor, monstruos, bestias (algo inherente al imaginario leriniano). También personajes extraños. Para lograr ese clima hay una especie de deliberada confusión espacio-temporal y un aire histórico (muy siglo diecinueve).
Es fácil evocar, si nos referimos al conjunto, a Borges. Y por varios motivos que no hace falta explicar aquí.
Tampoco falta el humor. Sutil. Así, en "Tradiciones", "Ciento ochenta" o "Cigomar" (donde se convierte en negro). 
El estilo derrocha elegancia a raudales; en "Brillo", por ejemplo.
Me han gustado especialmente "La heredad", "Comiaces", "Mancha chatarra" (paradigmático), "Avellanas", "Palingenesia", "La casa" (que empieza: "Regresé a los treinta años de mi muerte.")
Al final de "El muro" leemos: "Y no era yo". A esa extrañeza, a ese desdoblamiento (de nuevo lo borgeano), responden estos textos que autor y editor han hecho muy bien en rescatar. Para sus incondicionales (estamos, ya se sabe, ante un autor de culto) y, pongo por caso, para lectores lentos o atrasados (y con lagunas) como uno, no por eso menos adicto al mundo leriniano. 

Mansa chatarra
Francisco Ferrer Lerín
(Edición José L. Falcó)
Zaragoza, 2014

Nota: Esta reseña se ha publicado en la revista Turia. Nº 112. Noviembre 2014.

28.11.14

Baudelaire y Whitman

Si ya de por sí me preocupa dónde voy a seguir colocando los libros que llegan a casa, no digamos cuando lo hacen a pares y de este tamaño. El mismo día recibí, y es un regalo que agradezco, la nueva edición de Las flores del mal, de Baudelaire, en traducción de Manuel J. Santayana e ilustraciones de la fotógrafa Fiona Morrison, y Hojas de hierba, de Whitman, traducido, ahí es nada, por Eduardo Moga. 
El primero tiene 592 páginas y el segundo... ¡1.584! Un festín, vamos. 
Los dos aguardan imponentes encima de la mesa. El grosor es casi el mismo (por el excelente papel de la edición de VR). Será un placer volver sobre los versos que uno leyó por primera vez cuando era muy joven. Todavía recuerdo, por cierto, la edición de Whitman que puso en mis manos un día de verano Javier Calleja, nuestro malogrado amigo, a unos pasos de donde vive ahora mi hermano Fernando, su discípulo, con las magníficas vistas de la catedral placentina enfrente. Tampoco olvido el Baudelaire de Martínez Sarrión, en la benemérita colección Libro de Bolsillo de Alianza, donde descubrí como es debido esa maravilla. Mi edición está fechada en marzo de 1983. Costó 240 pesetas. 

"Tánger" en Vida Nueva

Una reseña breve firmada por Javier Morales. Agradecido.


27.11.14

Marsé sobre Monago

 Consuelo Bautista / El País
Me he tomado la molestia de poner en el buscador de este blog (arriba a la izquierda, ya saben) la palabra "Monago" y me han salido más referencias de las imaginables. Desde 2006 para acá.
La verdad es que desde que leí en una esquina del diario HOY, hace muchos años, en plena eclosión de las nuevas letras extremeñas, cuando el tal Monago sólo era un concejal de Badajoz (o ni eso), aquello de que los escritores de aquí eran insignificantes por ahí fuera, le profeso una gran devoción. Por su clarividencia, mayormente. Como lector -a sus inclinaciones literarias me remito; las mismas, por cierto, que las de Vara- no tiene precio.
Pero hay que reconocer que es un tipo con suerte. Hasta los grandes hablan de él, sobre todo después del embrollo de sus "viajes galantes", como los ha denominado, con su ingenio habitual, Felipe Benítez Reyes. (Hoy defiende su punto de vista sobre el episodio en la Asamblea.) Va camino de eclipsar al mismísimo Floriano. Ya sólo le hacen sombra Mas y le petit Nicolás.
Hace unos días le comentaba el escritor Juan Marsé al periodista Carles Geli, a propósito de los políticos que nos gobiernan, en una entrevista publicada por El País: «Pero “lo peor, lo más desvergonzado” dice, cuando se les escucha hablar, “como al presidente de Extremadura, Monago”, es comprobar “hasta qué punto son lerdos, incompetentes, mentirosos y vacuos, de una insolvencia verbal y una imbecilidad ostentosamente insultante… ‘¡Qué un burdo papanatas como este nos haya estafado!’, piensa uno; ¿cómo librarnos de la garrulería y la insidiosa memez de nuestros dirigentes?”» Lo dicho, un auténtico crack. Para eso deben servir los ivanes.

Carlos Alcorta lee "Tánger"

Carlos Alcorta publica en su blog una extensa y concienzuda reseña de Más allá, Tánger. Allí podemos leer: "Lo que realiza Álvaro Valverde es una vuelta de tuerca espectacular, un ejercicio de duplicidad que le permite ser testigo y protagonista al mismo tiempo de una experiencia que, aunque ajena, presenta como propia: «Superpones/ a tu propia memoria/ la de otros./ Ellos sí la gozaron/ y aún la sufren». El libro narra esta proceso, casi una transustanciación de orden tanto material como espiritual, en poemas generalmente breves en los que Valverde combina diferentes metros para alternar el ritmo en busca de la efectividad narrativa, porque, a pesar de economizar en el lenguaje, lo anecdótico sigue presente y de allí, de algo aparentemente banal, es desde donde brota el tono reflexivo que predomina en este libro."
El poeta y crítico cántabro concluye: "Con Más allá, Tánger, este libro de una melancolía controlada, plagado de imágenes casi de ensueño, simbólicas a la par que vívidas, el poeta parece saldar una cuenta pendiente con un pasado conflictivo que estaba latente en la memoria familiar, y la escritura, la poesía, con su énfasis y su pericia para penetrar en la conciencia del ser, nos parece una buena herramienta para equilibrar la cifras del debe y del haber, aunque, como decía Kierkegaard, «sólo proporciona una reconciliación imperfecta con la vida». Una reconciliación, al fin y al cabo, sin aspavientos retóricos, y quizá por eso, aún más honesta y necesaria." Gracias.

26.11.14

La plaga poética placentina


No me digan que no parece algo más que una curiosa casualidad el que cuatro jóvenes poetas placentinos publiquen nuevo libro a la vez, o casi. 
Álex va a por el cuarto, Francisco a por el tercero y Víctor y Juanra se estrenan como poetas.
Además, Pérez Walias, un senior, entrega antología. 
Sí, algo ha pasado o está pasando en esta pequeña ciudad del oeste de España. Llámenlo plaga o lo que quiera que sea. 
Habrá una avalancha de presentaciones (ya me he comprometido a acompañar a Santos en su debut poético). Una alegría.


25.11.14

Seis años sin Ángel

El pasado viernes se volvió a recordar en San Vicente de Alcántara, su pueblo natal, a Ángel Campos Pámpano, que murió en Badajoz hace hoy seis años. 
En el acto intevino su amigo Miguel Ángel Lama que, como comentaba en su blog, habló "de «Las lecturas de Ángel Campos Pámpano», un recorrido por buena parte de la poesía moderna que se encuentra aludida explícita o implícitamente en su obra, de Fernando Pessoa a José Emilio Pacheco, de Aníbal Núñez a César Vallejo... Fino lector y buen profesor, Ángel siempre incitaba a leer lo que leía —un texto, por ejemplo, de Carlos de Oliveira, cuando anduvo con él— y buscaba confirmaciones de lo leído, como si se apoyase en los otros para reforzar sus reivindicaciones en actos de justicia literaria —qué pedazo de poeta Blas de Otero, decía".
No estuvimos allí, pero como si tal cosa hubiera ocurrido.
Por lo demás, coincido también Lama en su comentario de ayer, "¡Cuánto habría celebrado Ángel este Cervantes para Goytisolo!" Bonita casualidad.
Carlos Medrano le dedica un poema.

Baltanás sobre Tánger

Fotograma de El cielo protector
Enrique Baltanás publica en su blog una reseña de Más allá, Tánger. Allí escribe el poeta andaluz:
"Hay quien habla de los poemas de este libro. A nosotros nos parece más bien que se trata de un único poema unitario, dividido tipográfica y numéricamente, eso sí. Un sólo poema hecho de flashs en la única y personal película de la memoria".
Gracias. 

24.11.14

Víctor Botas, veinte años

Ahora que se cumplen veinte años de la muerte del poeta ovetense Víctor Botas (1945-1994), la editorial Impronta publica Carta a un amigo y otros poemas previos.
Una vez más, el encargado de la edición es José Luis García Martín, sospechoso durante años de ser el verdadero autor de los versos y las versiones que firmaba aquél, convertido sin razón en heterónimo. 
Cincuenta poemas exactos rescata Martín de una carpeta con viejos originales fechados entre 1976 y 1978. Como se aclara en el prólogo, no forman parte de la obra canónica de Botas ni merecen figurar en su poesía completa (por dos veces editada, la última en La Isla de Siltolá), donde sólo deberían hacerlo los versos publicados o aprobados por su autor, pero sí son dignos de aparecer en forma de libro, de estar a disposición de sus lectores, que no serán muchos mas sí leales y fieles. Coincido con el editor: Víctor Botas se habría alegrado de verlos impresos y, además, de una forma tan sobria como elegante. 
Los cinco poemas de la serie "Amor a Roma", "El Cairo", "Positano", los que se agrupan en "Álbum familiar" (con Paulina y Paula, mujer e hija, al fondo), la "Carta..." que da título al conjunto y los que se reúnen bajo el epígrafe "Víctor Botas por Víctor Botas", con simpáticos dibujos de Víctor Botas Cervero, hijo del poeta (como ese en el que aparece paseando con, atención, Martiniano), justifican de sobra la publicación del manuscrito. 
A quienes apreciamos a Botas, ese "enigma" (así lo sigue denominando El Comercio con motivo de la exposición conmemorativa de su aniversario), nos complace esta recuperación. Nos permite revivir lo que su poesía dijo, dice y seguirá diciendo. 

23.11.14

La ciudad

La bibliotecaria y, ante todo, lectora Isabel Sánchez publica en su blog una hermosísima reseña de Más allá, Tánger
"La nostalgia me persigue en la lectura, avanzo por las páginas como quien avanza por sus propias calles, las de esa ciudad que nos persigue, como un fantasma, allá donde vayamos. Pienso en Cavafis y en aquel poema: "La ciudad irá en ti siempre. Volverás a las mismas calles...". Avanzo por las páginas con esa sensación que siempre me dejó el poema del poeta griego de llevar la ciudad colgada a nuestra espalda, pegada a nuestra piel, sombra de nuestra sombra. Avanzo por las páginas cautivada por el ritmo, las palabras, las imágenes, el lugar y su misterio", escribe. Gracias. 

22.11.14

Cernuda, siempre

El 29 y 30 de abril del año pasado se celebraron en Cáceres, auspiciadas por distintas instancias de la Universidad de Extremadura y por la Fundación Gerardo Diego, unas jornadas sobre Luis Cernuda que coordinaron dos jóvenes escritores y estudiosos y extremeños: José Antonio Llera (Complutense de Madrid) y Mario Martín Gijón (de la ya citada de Extremadura).
Se publica ahora en Ediciones Xorki Luis Cernuda. Perspectivas europeas del exilio, donde se reúne el contenido de las diferentes ponencias. El resultado es digno de ser comentado. 
Confieso de antemano que no oculto mi antigua devoción por Cernuda, por el poeta y por el hombre, de ahí que me haya interesado especialmente cuanto de nuevo o no se dice en esas páginas sobre la poesía del autor de La realidad y el deseo.
Dividido en distintos apartados que obvio señalar, el profesor J. R. López García (de la Autónoma de Barcelona) abre fuego situando al poeta sevillano en historiografía literaria española. Le siguen un abigarrado recuento, tan particular como todo lo suyo, de R. Morales Barba (Autónoma de Madrid) acerca de la influencia de Cernuda en la poesía de la segunda mitad del XX (una tarea ímproba) y otra trabajo sobre la recepción de su obra en Italia, a cargo de V. Nardoni (Módena y Reggio Emilia).
Se centran en el Romanticismo, inseparable del mundo cernudiano, las tres siguientes ponencias: de M. Lecointre, S. Salaün (docentes ambos de París III-Sorbonne Nouvelle) y G. M. Scheneider (de la de Zúrich).
Martín Gijón analiza los poemas en prosa de un libro capital: Ocnos; en lo que allí hay de mito y biografía.
B. Sicot aborda un apasionante asedio sobre el tema de jardín cernudiano, en especial el de Borda, en Cuernavaca (México).
Torres Nebrera, burlas del destino, pone frente al mito del resucitado a Cernuda y Guillén. Lo digo porque falleció antes de que se publicaran estas actas. En un gesto que les honra, los coordinadores -discípulos suyos- le dedican el volumen.
Al albatros alude L. Vicente de Aguinaga (Guadalajara, México), en Cernuda, sí, pero también en Baudelaire y Brodsky.
J. A. Llera le pone frente al tedio y aborda, en clave comparatista y metapoética, una interpretación, magníficamente escrita, de su poema "Estoy cansado".
Eduardo Moga (el único ponente ajeno a la docencia universitaria) pone en relación a Cernuda con el recientemente fallecido Manuel Álvarez Ortega y, de paso, reivindica la línea menos frecuentada en lo que a la influencia del poeta del 27 se refiere, la más alejada de Gil de Biedma y la poesía de la experiencia.
J. Palomares hace bien en acercarse a lo que hay de Fray Luis de León en el autor de Desolación de la quimera. Con él "comparte los ideales estéticos de claridad, armonía, elegancia, orden y equilibrio, la busca de la paz, el afán de trascendencia y el anhelo de lo absoluto". O de "cadencia, sugerencia, claridad y firmeza".
J. Valender, uno de los grandes especialistas en su obra, no defrauda y nos informa, entre otras cosas, de la importancia que tuvo en su vida entablar amistad con Stanley Richardson, poeta inglés prematuramente muerto en Londres durante un bombardeo de la Segunda Guerra Mundial, al que había conocido en Madrid en 1935, quien le inicia en un conocimiento capital: el de la poesía inglesa y, por añadidura, le salva de la Guerra Civil al proporcionarle trabajo en su país natal.
D. Casimiro (París III-Sorbonne Nouvelle) alude, al hablar de la voz poemática cernudiana, a "las cuitas de un ser alterado", a su "soledad de tinta".
V. Pineda (Extremadura) lo sitúa en la poesía de la meditación, que "remite en parte a la composición de lugar y en general a los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola", a partir del extraordinario poema "Retrato de poeta" (dedicado a Ramón Gaya), esto es, desde el cuadro de Goya donde aparece Fray Hortensio Félix Paravicino que Cernuda vio en el Museo de Bellas Artes de Boston.
En el apartado correspondiente al exilio, A. Rivero Machina (Extremadura) desbroza la correspondencia del poeta con José Luis Cano; N. Rodríguez Lázaro (Burdeos) se centra en lo religioso y el Dios cristiano en su obra; y G. Tosolini (Udine) analiza la elegía cernudiana y, más en concreto, la "Elegía española", cuya primera parte escribió en Valencia en el 37 y la segunda en Londres un año más tarde.
De "Noche del hombre y su demonio" se ocupa D. Cuvardic García (Costa Rica), en la tradición del diálogo dramático occidental.
G. Insausti (Navarra), por otro lado, plantea una interesante ponencia a partir de los poemas dedicados de Cernuda: a Lorca, Góngora, Gide, Verlaine y Rimbaud, Larra y JRJ. Al fondo, algo que los une a todos: "una vivencia heroica de su condición de escritores", la escritura como "proceso de autoconstrucción del sujeto", todo sin perder de vista el asunto de "su posteridad".
Pone el broche final R. Pérez Parejo (Extremadura) al hilo de un tema que conoce muy bien: el monólogo dramático, que Cernuda toma de la poesía inglesa.
Como se ve, no faltan razones para que el lector vuelva sobre una de las obras más ricas, vigorosas y particulares del panorama poético español. A la poesía de un clásico, sí, que, por suerte, está más vivo que nunca. 

21.11.14

Papá, 1944

Antonio Gómez Orantos llevaba tiempo detrás de una fotografía de mi padre con pantalones bombachos. De cuando estudiaban en el instituto y eran amigos. Cada sábado, cuando coincidíamos comprando la prensa, me recordaba esa búsqueda. Ayer, entró en clase Juan Antonio y me dijo que me esperaba fuera, que si podía salir un momento. Así lo hice. ¡Por fin la había encontrado! Todo un detalle que agradezco, sin duda.
Como se ve, Ramón Valverde Luengo camina con paso decidido, muy elegante. La fotografía tiene setenta años y él, entonces, catorce, como se deduce por las fechas que figuran en la parte posterior del retrato dedicado (ya apuntaba su notable caligrafía). Su cumpleaños era el 5 de noviembre. El día que presentamos Tánger en Plasencia hubiera celebrado los ochenta y cinco. Me sacaba treinta años justos. Hoy, que los cumple mi madre, le mando un simbólico beso. Bueno, dos. Para ella, que me estará leyendo, otro.

Una musa

El poeta paraguayo Cristian David López, que ahora reside en Oviedo, ha publicado en su blog una reseña sobre Más allá, Tánger"Tánger, una musa". Empieza: " ¿Quién no se ha enamorado de una ciudad a la que no olvida y a la que desea volver siempre? Los cincuenta poemas que conforman Más allá, Tánger nos hablan de ese amor. Un libro en el que no aparece un índice que nos guíe. Pero no hace falta porque todos los poemas hablan de Tánger y tienen una coherencia narrativa. Toda lectura es un viaje al pasado." Y termina: "Como Lorca, como Juan Ramón Jiménez y tantos otros, Álvaro Valverde dedica un libro de poemas a una ciudad. Más allá, Tánger es una forma de ver esa ciudad, de volver a ella, de quedarse allí para siempre. "
Gracias. 

20.11.14

Memoria de un lugar

Xavier Farré, poeta catalán residente en Cracovia, del que leo estos días Punt rere punt (Meteorα) con la debida cautela que el desconocimiento del idioma le impone a uno, publica en su blog unas preciosas palabras del ensayista y narrador de origen sefardí, especialista en Proust, André Aciman. El autor de Salida de Egipto titula la entrada "La memòria d'un lloc". Por si alguien tiene problemas con el catalán, me atrevo, con permiso de Farré, a traducir:
"Escribo sobre un lugar, o sobre la memoria de un lugar. Escribo sobre una ciudad llamada Alejandría que dicen que he tenido que querer, y sobre otras ciudades que me recuerdan un mundo desaparecido al que creo que deseo regresar. Escribo sobre el exilio, el recuerdo, y el paso del tiempo. Escribo -así me lo parece- para reconquistar, para conservar y volver al pasado, aunque puede ser perfectamente que escriba para olvidar y para poner el pasado detrás de mí ". 
Alejandría, Tánger, Plasencia... 

19.11.14

Mi pueblo

Ángel González
Hubo un tiempo en que Extremadura estaba llena, supongo que como todas las regiones de España, de poetas aficionados, por llamarlos de alguna manera, que se fijaban sobre todo en su terruño para inspirarse. Aquí, los acérrimos seguidores de José María Gabriel y Galán o de Luis Chamizo, dependiendo de la provincia en la que hubieran nacido, si Cáceres o Badajoz; gente que apenas si aportaban nada a la ya larga tradición de la poesía que, en su caso, no merecía casi nunca el noble adjetivo de popular. 
Aunque pudiera parecerlo, Et in Arcadia ego? (Santa Cruz de la Sierra), de Antonio Bravo García (1944), publicado por Editorial Dos Soles, incluso tratándose de un libro de factura semejante a la descrita, queda muy lejos de aquellos librejos de infausta memoria. De otra, la de verdad, da cuenta en éste el poeta, profesor de varias universidades (en especial, la de Oviedo), buen conocedor de la lengua y la literatura inglesa, su especialidad, que tras Mitología de cristales negros, donde evocaba su niñez y juventud asturianas como hijo de emigrantes extremeños en la cuenca del Caudal, allá por Mieres, regresa a su lugar natal y, claro está, a la primera infancia, a la familia, y, en general, a toda una vida vinculada a su pueblo, del que nunca se ha sentido desarraigado y al que ha vuelto cada poco. Todo lo contrario, por cierto, que su paisano Francisco Trinidad, autor del epílogo (y del prólogo del libro antes mencionado), que reniega, digamos, de sus orígenes. Dos maneras de entender, o de sentir, el inevitable hecho de ser de aquí y de allí, pero no ser, en realidad, de ninguna parte. 
En "Notas sobre una poética", Bravo despliega su amplio bagaje teórico, sus numerosas lecturas (de poesía de todos los tiempos, también los más actuales), y se sitúa en un poesía que, como la ya aludida lírica inglesa, bebe de la meditación, la naturaleza y la naturalidad, si se me permite el fácil juego de palabras. Por eso sus poemas no tienen nada que ver con las antiguallas antes referidas y su lenguaje conversacional sobrevuela la mediocridad, eso que llaman "lo entrañable" y, en suma, el lugar común. 
Dividido en diez partes, Et in Arcadia ego? es un libro tan extenso como intenso que cualquier lector disfrutará con gusto y que los vecinos de Santa Cruz habrían de recoger como si de un tesoro se tratara. Por mucho que no deje de ser la creación íntima y particular de uno de sus hijos más sensible e ilustre.

18.11.14

Tres extremeños

El otro día escribía en mi muro de Facebook que con lo del vodevil del egotista Monago, entre lo cómico y lo patético (ya ni recordamos el verdadero origen de la cuestión), lo que más me fastidiaba era que este hombre hubiera logrado en su deriva que en el resto de España los extremeños volviéramos a ser personajes dignos de mofa. Como, al parecer, nos representa a todos... ¡Con lo que nos había costado quitarnos el sambenito de encima!
Luego, Fernando, ay mi Fernando (Manzano, presidente de la Asamblea de Extremadura y Secretario General del PP extremeño, algo que, por cierto, nunca me ha cuadrado), quién te ha visto y quién te ve, después de decir que su presidente quiere "acabar con el sistema actual" (sic), un disparate incomprensible en un político que se precie, Fernando Manzano, decía, tuiteó el pasado fin de semana para explicar el porqué del presunto ataque que la periodista Pepa Bueno lanzaba contra su jefe en el programa "Un tiempo nuevo" de Tele5. Para ello publicó (debajo) una fotografía donde se la ve en el acto de entrega de la Medalla de Extremadura que le impuso hace unos años el expresidente Vara. Más allá del desatino y de la falta de respeto, en un momento el de Malpartida echó por tierra el escaso prestigio que ese galardón aún conservaba. Con ese gesto, ¿no ha querido dar a entender, sin darse cuenta, que las que ellos han regalado son igual de partidistas e interesadas? Y es el caso, sin lugar a dudas. Ahora sí, excepciones al margen. ¿Quiere esto decir que Castelo o Sánchez Adalid (al que Monago ha cambiado por... ¡Murakami!) son deudores de los socialistas porque recibieron una cuando aquellos mandaban? ¿Y Landero y Cercas? Hay que ser corto. No sé qué habrán pensado por ahí fuera de nosotros, pero lo imagino. Si a esto unimos la fama de Floriano, ese dechado de lucidez... ¡Vaya trío! ¡Cómo estamos quedando! Cualquier día nos vuelven a dedicar una obrita de teatro.


17.11.14

Levine y Hass

Ya he comentado más de una vez que el salmantino Andrés Catalán (1983) es uno de nuestros mejores poetas jóvenes y, tal vez por eso, uno de los más conspicuos traductores de este país. Está a punto de ofrecernos en Linteo la poesía de Robert Frost (que merecía ese notable, titánico esfuerzo) y, últimamente, dos libros de autores estadounidenses que también resultan dignos de elogio. 
El primero, publicado por Visor, La búsqueda de la sombra de Lorca (y otros poemas españoles), de Philip Levine (1928), reúne todos los poemas que el poeta de Detroit ha dedicado en sus sucesivos libros a España. Inseparable de esa ciudad de la industria del automóvil, hoy en fase de desmantelamiento, Levine oyó pronto hablar de este país cuando algunos de sus vecinos se unieron a las Brigadas Internacionales. Él mismo se trasladó aquí con su familia, mujer y dos hijos en 1965, tras haber pasado por las universidades de Wayne, Iowa (donde acudió a las clases de Lowell) y Stanford, Se instalaron en Castelldefels. Barcelona y el movimiento anarquista (y, en consecuencia, la Guerra Civil) son algunas de sus fijaciones españolas, muy presentes en numerosos poemas del libro. Viajaron también a Andalucía y no son pocas las referencias a lugares y personajes que encontraron en esa ruta invernal por el sur. Los poetas (Lorca, que da título a la obra, Machado, Miguel Hernández, César Vallejo...) también están muy presentes en esa relación de Levine con España. 
Por lo demás, estamos ante una poesía directa, conversacional, autobiográfica, de tono narrativo al que no falta nunca la reflexión (filosófica, política), de verso amplio y poemas extensos, si bien hay uno, que es acaso el que prefiero del conjunto, breve pero certero, que da, según creo, la medida justa de esta interesante antología: "El regreso: Orihuela, 1965", dedicado, claro está, al autor de El rayo que no cesa.
Se confirma, en fin, la primera impresión recibida al leer en un número de la revista Clarín un adelanto de la poesía de Levine. Catalán ha sabido elegir. 
El segundo libro es El sol tras el bosque, de Robert Hass (San Francisco, 1941), otra excelente elección, y lo ha publicado la ejemplar Trea, Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial 2014, que dirige Álvaro Díaz-Huici.
Aquél cuenta en su enjundioso prólogo que llegó a Hass a través de Pinsky, del famoso poema de éste que apareció en el episodio de Los Simpson, que, por cierto, está dedicado a él.
Por resumir lo que se explica con todo lujo de detalles en el mencionado estudio introductorio, Hass es "un poeta de California". Si por algo le ha interesado a uno, en primera instancia, su poesía es por lo que tiene de "noción de lugar" y por la "presencia omnímoda" de la naturaleza y el paisaje en la misma. Con todo, es eso y muchísimo más.
Sin ser extensa (cinco libros en treinta años), la poesía del norteamericano de la costa oeste (donde ahora se sitúan las esencias de la poesía de aquel país) "se caracteriza por la claridad de expresión, la precisión en los detalles, la profusión de la descripción y por la naturaleza meditativa de un observador colocado en una posición externa, raras veces envuelto en la acción". "Entre lo cómico y lo sublime, lo anecdótico y lo metafísico, lo íntimo y lo público, entre la alternancia del paisaje de lo privado y el paisaje abierto y salvaje de California", añade Catalán.
Poeta de su tiempo -los sesenta: Vietnam, derechos civiles, feminismo, etc.-, "muchos de los poemas de Hass giran en torno a las relaciones entre poesía y política". Lo dijo un clarividente Levine: "La sencilla insistencia en un lenguaje preciso se ha convertido en un acto político".
Otra de las líneas que definen su poética se basa en su interés por la poesía oriental, y en concreto, la japonesa, así como por el budismo.
Merece ser resaltada la minuciosa labor el análisis del prologuista y traductor de cada uno de los libros de Hass; traductor, por cierto, de la poesía del polaco Milosz, un detalle nada baladí: "A Czesław le digo esto: el silencio nos precede. Nosotros solo intentamos alcanzarlo". Así, el concepto de "intervalo" o su sugerente, continuo "espacio de perplejidad". Deja para el final la mención a esta entrega, la penúltima de las suyas, que elige, dice, por ser el más personal. La madre alcohólica, su divorcio y la presencia del mundo femenino, de las mujeres, son algunas de las claves que lo conforman. Cada poema "una ventana desde la que observar la vida. De "concienzudo observador" lo tacha Catalán. Sí, entre la visión y la memoria, los dos reinos del poeta.
Memorables me han parecido poemas como "Felicidad" (donde se bebe té), "Los pezones de mi madre" (de lo mejor que uno haya leído nunca), "Los jardines de Varsovia", Iowa City: primeros de abril" (un prodigio de precisión y sentido), "Leve música", "Vergüenza: un aria" (otra obra maestra llena de verdadera humanidad), "Ropajes para un bailarín de negro sombrero" (donde alguien en medio del vacío, la nada y l'absence, "ni me ama / ni no", escribe: "Debería existir una palabra para la desgracia del divorcio."), "Meditación ininterrumpida"...
Inútiles comparaciones al margen, sin ponerle peros a la poesía de Levine, la de Hass me ha parecido soberbia. Para que la fiesta continúe, leeré otro de sus libros, el último, ganador del Pulitzer: Tiempo y Materiales, vertido al español por otro estupendo traductor y poeta: Jaime Priede (Bartleby). 

16.11.14

Viejas nuevas caras

El País /  ULY MARTÍN
El periodista Alonso de la Torre ha trazado en su sección El país que nunca se acaba (del diario HOY) una breve semblanza, tan peculiar como todas las suyas, del hombre fuerte de Podemos en Cáceres, el abogado Juan María Expósito. Uno, que no puede, por mucho que lo intenta, con esa organización, se ha sorprendido. Es difícil recurrir a caras nuevas, a gente sin pasado. Y Expósito lo tiene. En lo personal, compartimos a finales de los setenta, casi adolescentes, lucha clandestina por la no violencia y por la paz en Cáceres y, si no me falla la memoria, hasta campamento en Puerto de Béjar con Lanza del Vasto y la Comunidad del Arca. Luego, se hizo famoso, como explica De la Torre, por ciertos casos profesionales y, al parecer, es un jurista de reconocido prestigio. Tanto él como la placentina Ana Domínguez (a la que no tengo el gusto de conocer) están ya en el Consejo Ciudadano de Podemos. Confieso que todo lo relacionado con ese nuevo partido suscita en uno incertidumbre. Dudas, muchas dudas. Por eso me ha hecho gracia el aforismo de Trapiello: "PODEMOS es a la política lo que todo a cien".

Dos preguntas retórica

© Lynn Davis
¿Y si fueran verdad las afirmaciones del poeta John Ashbery (incluidas en una reciente conversación con Martín López-Vega publicada en El Cultural): "Creo que mi poesía habla sobre algo, pero no tengo ni idea de sobre qué." Y: "A mí mi poesía me parece una cosa deplorable, o, en el mejor de los casos, falta de importancia alguna"? 
¿Y si también lo fuera eso que dice José María Guelbenzu, autor de novelas de intriga, a Aurora Intxausti en El País: “El género negro es el refugio de demasiados autores mediocres”?

15.11.14

Renuncias

Bach Cantatas
“No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la Cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país”, ha escrito el violagambista, director, maestro de música antigua y compositor Jordi Savall en su carta de renuncia al Premio Nacional de Música que le concedió aquí atrás el Ministerio de Wert. Luego ha publicado en Babelia "Música & humanismo", donde explica con detalle sus porqués.
Enrique Cano
Por su parte, Colita, que ha hecho lo mismo con el de Fotografía, dice en la suya: "La situación de la cultura y la educación en España, cómo expresarlo, es de pena, vergüenza y dolor de corazón. No es posible que exista dicho ministerio. Es una quimera. Habrá que esperar con ilusión, otros tiempos, otras gentes, otros gobiernos, que nos devuelvan a nosotros el orgullo y a ellos el honor”. La fotógrafa catalana añade: "Así pues, de momento, sr.Wert, no me apetece salir con vd. en la foto".
Este hombre, dizque ministro, no gana para cartas. Son gestos, pequeños gestos... 

Memoria di Yuste

Álvaro Valverde. La memoria di Yuste, cinque poesie tradotte da Giovanni Sacarabello, acaba de aparecer  en el número 4 de Tintas, Quaderni de Lettrature iberiche e iberoamericane, revista de la Sección de Iberística del Departamento de Lenguas y Literaturas Extranjeras de la Facultad de Estudios Humanísticos de la Università degli Studi de Milán. Su director es el hispanista Danilo Manera y en su comité científico figura, entre otros, Alessandro Cassol, maestro del joven Scarabello, la primera persona de esa universidad que se interesó por mi poesía.
Qué casualidad, el domingo pasamos un rato en ese lugar al que uno necesita volver cada poco. 

14.11.14

"Las Nogaledas"

David Esteban / minube
Está visto que todo tiende a juntarse. Ahora, por ejemplo, Mario Quintana publica en su revista digital Le Tour 1987 (número 3: Don Nadie con Cualquiera, que es un precioso rótulo), un breve poema inédito, fruto de una excursión veraniega a Las Nogaledas (Nogaleas para los de la zona) de Navaconcejo, en pleno Valle del Jerte. La dedicatoria es obvia: son las personas que nos guiaron hasta allí aquella tarde inolvidable de agosto. Gracias. 
Por lo demás, estoy en estupenda compañía, de lo más extremeña. Perfecto, Mario.

Cucchi en España

Por ahora, al parecer, no hay como quien dice más reseña en España sobre El desaparecido, el famoso libro de Maurizio Cucchi, que la publicada aquí. Está editado, ya saben, por Vaso Roto y traducido por Juan Carlos Reche. La visita a Madrid del poeta milanés hará que esa situación cambie. Seguro. Más de uno descubrirá ese mediterráneo. Al tiempo.

NOTA. Me equivocaba. Unos días sin visitar el blog de mi amigo Carlos Alcorta y... Allí se puede leer otra reseña. Me alegro.

13.11.14

Otoño en el Valle del Jerte

Parece el título de un libro de Mestre, pero no, doy noticia de un reportaje del periodista Javier Morales publicado en El Asombrario & Co. y que lleva por título "Escapada otoñal y literaria por el Jerte, el valle de las cerezas".

Aramburu dixit

Lechuza
"Le encuentro más poesía a un rape suculento, con almejas y patatas bañadas en salsa verde, que, pongamos por caso, a un soneto de don Fulano González de las Metáforas. El día en que la poesía, leída o comida, sea despojada de su naturaleza cultural, formativa, educadora, no quedará en el mundo nada capaz de hacer de mí un hombre de provecho". Fernando Aramburu, en "Naturaleza cultural". Babelia. El País. 

12.11.14

Con Leopoldo de Luis


De promoción (o así)

De un tiempo a esta parte, este blog, tan dado a hablar de los libros y las cosas de otros, está algo ensimismado. Uno espera que sus pacientes, fieles lectores sepan perdonármelo.
Hoy, por ejemplo, doy cuenta de lo aparecido en el blog de la biblioteca del IES "Parque de Monfragüe", el instituto donde estuve hace unos días invitado por el Aula "José Antonio Gabriel y Galán". Han publicado la presentación de María Castañares y Luis Alejo. También la concienzuda entrevista de María Peral y Vanessa Díaz. Muchas gracias a todas y a Luis. Y a José Carlos Muñoz, que ha estado también ahí.
Por otra parte, en el blog de Educación Infantil del "Alfonso VIII", Mira quien habla, dan cuenta de una actividad realizada en clase que ha consistido en leer un poema de un profesor de su cole que, al parecer, es poeta, y después comentarlo en voz alta. Me han hecho mucha gracia las conclusiones a las que han llegado los críos. Se puede ver aquí. Gracias, Esmeralda. .

11.11.14

Pase de revistas

Creía uno, como tantos, que esto de las revistas literarias en papel era cosa del pasado y, sin embargo, florecen como en los mejores tiempos, esos que ya ni se recuerdan. Para mí, ser analógico, una alegría.
Encima de la mesa, a la espera de la anunciada Suroeste, tengo seis: Anáfora, Estación Poesía, La Revista ÁureaClarín, Cuadernos Hispanoamericanos y Turia.
Las dos primeras coinciden en el número 2 y en su sobrio pero elegante diseño.
Anáfora, que edita la asturiana Impronta y que coordinan dos poetas jóvenes que ya han pasado por aquí, Cristian David López y Pablo Núñez (del grupo de José Luis García Martín, maestro y mentor), abre su entrega con tres poemas potentes, marca de las respectivas casas, de tres poetas intensos y transgresores: Bonilla ("Los poetas malditos"), Piquero ("Intervalo de la rosa") y Bernad ("Buscadores"). Hay, además, traducción, prosas (diarísticas, por ejemplo), una entrevista a García Montero y un puñado de reseñas. 
Estación Poesía ratifica su calidad y se consolida como una de las más interesantes del panorama. Desde la Universidad Sevilla (CICUS), que no es poco, y de la mano de su director, Antonio Rivero Taravillo. Por no mencionar a unos y olvidar a otros, el conjunto es estupendo, citaré los aforismos de Elías Moro, que van camino de libro, y el extenso poema, que ya evoqué en este blog, de Andrés Catalán: "A veces la existencia se reduce a estar dentro de una habitación o fuera de ella". A los versos se suman algún estudio y unas reseñas. 
Jordi Doce me pasó el número 7 de La Revista Áurea y a la excelente factura hay que unirle el acierto en los contenidos. Por ejemplo, y en la sección de traducciones, el poema de Edwin Muir, "Los caballos", que el poeta gijonés vierte a nuestro idioma. O los cinco poetas portugueses que traduce Verónica Aranda, pura delicia. 
La veterana Clarín trae, como suele, numerosas sorpresas. Entre ellas, una nueva entrega de los diarios de Iñaki Uriarte, que viaja a Extremadura: "Dicen que es pobre, pero es preciosa"; aforismos del cubano Enrique José Varona, que rescata con gran sentido de la oportunidad Manuel Neila, y del andaluz Felipe Benítez Reyes, de tono científico; unos inteligentes y divertidos ensayos, digamos, del ya citado, cada día más ocurrente e inspirado, Juan Bonilla (que acaba de publicar en Visor su poesía reunida); un hermoso texto veneciano de Marina Gasparini sobre un cuadro de Tintoretto; unos poemas estupendos de la sueca Margareta Ekström en traducción y nota de Jesús Jiménez Domínguez; y, por no seguir, un ensayo de Cilleruelo sobre Tranströmer. En "Paliques", Miguel Ángel Lama firma una reseña sobre Materia de las nubes, de Luis María Marina, que acaba de publicar, por cierto, Nueve poemas a Sofía en Papeles de Trasmoz.
De este último número de CHA destacaría "Nombrar el cuerpo, conquistar el territorio", de la narradora y poeta Marta Sanz, una suerte de diarios y agudas reflexiones de la autora de La lección de anatomía que cualquier seguidor suyo debería leer. También me ha gustado la entrevista de Carmen de Eusebio al narrador chileno Alejandro Zambra: «Descifrar fue nuestra forma de crecer»
Para terminar, desde el pasado verano me acompaña el denso, voluminoso ejemplar de Turia. En esta ocasión, publica una selección de poemas magníficos, dedica el "Cartapacio" a Benjamín Jarnés, incluye dos entrevistas extraordinarias (a Aurora Egido y Luis Alberto de Cuenca) y otra entrega de los diarios de su director, Raúl Carlos Maícas, cada vez más hondos y logrados. En "La Torre de Babel", Rafael Morales Barba firma una reseña sobre Esta luz sin contorno, de Santiago Castelo.
Entre los colaboradores de estas revistas, algunos nombres se repiten: Piquero, Bernad, Bonilla, Mario Martín Gijón... Como se repiten los de los asesores de sus consejos; así, Luis Alberto de Cuenca. Normal. En todo caso, sigue uno disfrutando de estas efímeras empresas literarias que, paradójicamente, duran, duran y duran. Sí, ¡larga vida a todas!

10.11.14

Tánger, más allá del olvido

La poeta Irene Sánchez Carrón publicó ayer este espléndido artículo en su columna quincenal del diario HOY

Los lectores de poesía saben que uno de los temas más recurrentes dentro de la literatura es el recuerdo, junto con las múltiples modulaciones del amor y de la muerte. La batalla contra el olvido ha inspirado todo tipo de obras de arte, desde los grandes monumentos erigidos en memoria del poderoso de turno que quería grabar su huella en los caminos del tiempo hasta la canción intimista que aspiraba a dejar constancia de un momento dichoso o de la existencia de alguien amado. El acto de rememorar está, sin ir más lejos, en aquella primera estrofa de pie quebrado escrita por Jorge Manrique en el siglo XV y que muchos habitantes del siglo XXI todavía somos capaces de recitar: “Recuerde el alma dormida, /avive el seso e despierte/ contemplando…”
Siglos después, los poetas escriben sus versos alentados por el mismo deseo que animó a Jorge Manrique a tratar de evitar que el nombre de su padre se perdiera entre la maraña de linajes y señoríos. Digo esto al hilo del nuevo libro de Álvaro Valverde, titulado “Más allá, Tánger”, que acaba de aparecer en la prestigiosa colección “Nuevos textos sagrados” de Tusquets, y que fue presentado en la Biblioteca Pública de Cáceres por el profesor de la UEX Miguel Ángel Lama y por Jesús María Gómez, de la Asociación Cultural Norbanova. Durante su lectura, no he podido evitar sentir cómo el tema eterno de la batalla contra el olvido volvía a cobrar fuerza poema tras poema en un libro de páginas transparentes, construido con el complejo objetivo de evitar y a la vez dar cuenta de los estragos del tiempo en la memoria. Lo que en este caso se quiere rescatar de las arenas movedizas del recuerdo es un lugar, Tánger, a través de las vivencias de una familia que llegó a la ciudad por circunstancias políticas y acabó regresando a la Península cuando Tánger dejó de ser una ciudad internacional. Pero, como escribió Neruda, es tan corto el amor y es tan largo el olvido. La pericia de Álvaro Valverde es capaz de construir y transmitir al lector no solo la brevedad de aquel encuentro sino la extensa imposibilidad del olvido y las reelaboraciones, no siempre fieles a la realidad, por parte de los personajes que allí habitaron. 
José Ángel Valente escribió que de cuantos reinos tiene el hombre, el más oscuro es el recuerdo. Con estos versos encabezó Álvaro Valverde su libro de 1999 titulado precisamente “El reino oscuro”. Al comenzar a leer “Más allá, Tánger”, recordé el inicio de aquel otro libro publicado en la Editora Regional de Extremadura. “El reino oscuro” se abre con un personaje que se recuerda contemplando un paisaje y reflexiona sobre la imposibilidad de la memoria, debido a que el pasado es un hecho improbable, difícil de reconstruir, y el presente “acapara lo que ha sido y va a ser”. Solo existe, pues, el presente, y ante esta imposibilidad de revivir con exactitud lo que ya sucedió, solo queda asumir el olvido o “el envés de memoria” y aceptar, al fin y al cabo, que lo que se recuerda son solo datos dispersos, incluso fingidos, dice el poeta, “ni reales ni falsos”.
Aun asumiendo el carácter falsificador de la memoria y la imposibilidad de revivir lo vivido, Álvaro Valverde sigue intentando acercar a los lectores los restos dispersos que llegan a las orillas del poema. El autor lleva años empeñado en la tarea de arrojar luz sobre todo lo que podría parecer insignificante, desde unas losas desgastadas hasta un muro encalado. En esta última entrega, Tánger emerge en las primeras páginas como un lugar real, pero también como un recuerdo confuso. Al presente solo llegan las cenizas, la sombra de lo que fue, de manera que la ciudad aparece como un escenario casi irreal en el que deambulan unos personajes reducidos a la condición de voces o de ecos, como los seres que creara Juan Rulfo en “Pedro Páramo”, que intentan mantener la llama del recuerdo que se apaga. Sin embargo, en medio de esta realidad que se diluye, Tánger, como Comala, se va erigiendo en un personaje más. En este juego de personificaciones, el levante es “un estado de ánimo”, en las fachadas se adivinan “antiguas cicatrices de la historia”, la edad está “derrotada”, las fechas “mienten” y las ventanas “se abren a una vida feliz”.
Como les sucede a los personajes de la película Blade Runner, los habitantes de este particular Tánger buscan certificar la realidad de su existencia en dicho lugar a través de las imágenes que conservan en fotos gastadas o en viejas grabaciones en súper 8. La comparación de los documentos gráficos con el recuerdo que se conserva y con la realidad que se recorre en el presente de los poemas lleva a la conclusión de que la ciudad de la memoria ya no existe.
Al margen de las voces y los juegos ficcionales que transitan por la obra, Valverde afirmó en la presentación que estamos ante un libro con referentes reales. Es cierto: tiene la realidad de lo que se nos escapa para siempre, de lo que fue y no volverá a ser lo mismo jamás.

9.11.14

Dos días de noviembre

Cuando entramos en el Verdugo, el hall estaba casi a oscuras. (Allí, en las sombras, mi amigo Álvaro, el librero de El Quijote, tras una larga jornada de trabajo, con los ejemplares de Más allá, Tánger a la venta, según agradecida costumbre.) Se había ido una fase de la luz por culpa de unas obras recientes, pero uno sintió aquello como una favorable premonición y no pude por menos que recordar el verso de Eliseo Diego, ése que tantas veces he repetido al comenzar una lectura: "Un poema es una conversación en la penumbra". La poesía lo es. 
Dentro se veía mejor. Por eso pude apreciar la sala llena, algo que tampoco esperaba. Familia, amigos, compañeros, lectores, curiosos... También noté pronto las ausencias. En todo caso, gracias; a los que fueron y a los que, para bien o para mal, eché en falta. 
Las generosas palabras de Nica Gil (recordó que otro 4 de noviembre, pero de 1997, diecisiete años antes, Caballero Bonald, en ese mismo sitio, inauguró el Aula de Literatura "José Antonio Gabriel y Galán" en presencia, esto lo digo yo, de Cecilia Alarcón, viuda del escritor placentino) y la solvente presentación de Juanra Santos nos hizo entrar a todos rápidamente en materia. Estaba a gusto (aunque mi postura en la foto de Andy Solé lo desmienta). Luego vino esa extraña conversación (pues una parte calla), la lectura y mis comentarios y explicaciones a los poemas que iba leyendo (deprisa, Mireya, como siempre) y a otras circunstancias añadidas. En el coloquio, que no fue, un militar retirado contó una divertida anécdota de su juventud marroquí, más allá de Tánger. Que conste que siempre llevo a ese club, como diría GHB, una respuesta preparada a la eterna pregunta sobre si la poesía de uno es vertical u horizontal.
Firmé unos cuantos libros y algún que otro cuadernillo y nos fuimos al Blues Mary a tomar unas cervezas. Otra sana costumbre. Nos acompañaron Salvador Retana y Montse, arte y parte del libro también. Y Gonzalo y María José, claro. 
De la noche larga, agobiante y desvelada que vino después, mejor no hablo. Sería por el solomillo cabreado.
Al día siguiente, y después de dar mis tres primeras clases, subí con Juanra al IES "Parque de Monfragüe". En la biblioteca me entrevistaron María, la hija de mi compañera Milagros, y Vanessa. Una entrevista, por cierto, llena de preguntas precisas y muy bien preparada. Tanto como las palabras de presentación de María y Luis, que se sentaron a mi lado en el salón de actos del instituto donde estudió secundaria y bachillerato mi hijo, junto al director, un amigo de la infancia, José Carlos Muñoz Bejarano, que destacó la ilusión que le hacía tenerme allí, un sentimiento compartido. Grabando la charla, justo enfrente, su hermano José Luis, profesor de otro de los institutos participantes en el Aula (todos los públicos de la ciudad), el "Pérez Comendador". 
No estuve a disgusto, ya lo dije, en el Verdugo, pero confieso que disfruté mucho con los adolescentes que abarrotaban el mencionado salón (a la izquierda de la mesa había más).
Leí, expliqué, comenté, recité (un fragmento de un poema de Galán que me aprendí de chico, pero no con seis años, como comentó en El Periódico Extremadura Sergio Díaz) y creo que pasamos un rato agradable. Aquí sí hubo preguntas al final. Luego, firmas en cuadernillos y algunas sorpresas. De precoces artistas del IES "Santa Bárbara"; así, Manuel me regaló un bonito dibujo basado en uno de los poemas de Tánger; Tamara, un retrato realizado a partir de una foto de Toni Gudiel (suya es la foto de la derecha); y Susana, otro dibujo titulado "Los sentimientos van de la mano de los sentimientos", donde se ve, claro, una mano, un brazo y mariposas que se entrelazan con versos míos. Otro de los chicos, siento no recordar su nombre, me dijo que no me traía un regalo, sino una anécdota. Nos contó que desde pequeño había demostrado una gran habilidad para aprender poemas de memoria y recitarlos. Su maestro le proporcionaba versos que él retenía. Uno de esos poemas, sin título ni autor, le gustaba especialmente. Intentó localizar una cosa y la otra, pero en vano. Algunos años después, le dieron en su instituto el cuadernillo de alguien que iba a leer en el Aula. Lo abrió y... ¡allí estaba el poema que él se sabía! Se titulaba "Cementerio alemán, Yuste" y era de un tal Álvaro Valverde. El muchacho lo contó muy emocionado y puedo asegurar que uno se sintió muy conmovido también, como todos los que escuchamos de sus labios el relato. Le dediqué el cuadernillo en la página del poema en cuestión. 
La comida en Casa Tomás (de menú, que conste) fue otro de los mejores momentos de esas intensas jornadas. Por lo rico que estaba todo (en mi caso, arroz con liebre -que me recordaba al del añorado Azcona-, mero a la plancha y natillas) y por la enjundiosa y amena conversación con Gonzalo, Nica, Juanra y José Carlos. Muchas gracias, de corazón, a todos.