30.9.05

Plata

Me llega, con un abrazo manuscrito, Plata, el nuevo disco de Pablo Guerrero. Suena mientras escribo. Últimamente, Pablo era noticia por sus libros. Vuelve pues, de la mano de la poesía, a las benéficas fuentes de la música. En estos tiempos de sequía y de triunfitos, da gusto mojarse en las aguas tranquilas de sus sones. ¡Qué gran noticia!

29.9.05

Marina D'Or

Hay dos tipos de personas: las que se alegran de que exista Marina D'Or y las que no. Quienes la visitan y hasta veranean allí (y están deseando que concluya esa terrorífica ampliación que anuncian la tele, con un balneario capaz de atender a siete mil almas al día) y quienes abominamos de ese populoso y hortera Benidorm del siglo XXI, digno de la mente prodigiosa de un zaplana cualquiera.

28.9.05

Viaje en autobús

Camino de Mérida, ay, bajé en autobús hasta Cáceres la otra mañana. No miento si digo que hacía veinticinco años que no repetía la hazaña. Sí, porque de eso se trata. Cola en la Estación de Autobuses de Plasencia -una de las más feas del mundo feo de las Estaciones de Autobuses- para subir al vehículo porque no despachan con antelación los billetes en la taquilla. El viaje, interminable. De hora y media, más de lo que uno tardaba entonces. El citado autocar era también de aquella época. Para recalcar ese salto en tiempo, sonaba en la radio un programa de coplas. La única diferencia que noté es que ahora sigue oliendo a gasoil pero ya no a humo de tabaco. Esa mezcla de aromas, más el ambiente cargado por el olor a humanidad y las inevitables curvas del Tajo, siempre me tenían al borde de... De eso. Es más, dentro de la cartera llevaba una bolsa, por si acaso.
En la Estación de Cáceres me esperaba mi compañero Luis Sáez. Alguno pensaría vete tú a saber. Es la moda. Le relaté el viajecito. Hace unos pocos años escribí un relato de ese trayecto para el número 1 de la colección Baluerna. Se podría decir que lo escribí ayer tarde. Poco, demasiado poco ha cambiado. Lástima.

26.9.05

Bibliotecas y municipio

El primer día del otoño, al menos del de toda la vida, subí de nuevo a Castilla, en concreto a Peñaranda de Bracamonte, para asistir al la inauguración del I Encuentro Bibliotecas y Municipio. La administración local y las bibliotecas en la democracia. Organizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, el Ministerio de Cultura y la Universidad de Salamanca, ha contado con la colaboración de la Federación de Municipios y Provincias y del ayuntamiento de la localidad salmantina.

Decir Peñaranda es decir lectura. Allí está ubicado desde 1989 el Centro de Desarrollo Sociocultural, al pie de una de las famosas plazas porticadas de la ciudad que vio nacer a quien da nombre a la Fundación más prestigiosa de España en el campo del libro y la lectura, sobre todo en el ámbito infantil y juvenil. La principal característica del Centro es su condición rural; una cualidad que lejos de limitarlo engrandece su campo de acción y da un ejemplar matiz social a sus actividades. Así las cosas, ningún sitio más adecuado para celebrar ese primer Encuentro que relaciona dos términos obligados a reunirse pues del total de bibliotecas españolas el 96% son municipales. Lo recordaba con orgullo el alcalde Albacete, Manuel Pérez Castell, presidente de la Comisión de Cultura de la FEMP.

Otra relación imprescindible es la que se establece entre bibliotecas y democracia. Por mucho que ahora se lleve decir lo contrario (no faltan voceros del revival franquista), la dictadura de Franco fue enemiga acérrima de la cultura y, en consecuencia, de los libros. No hay más que tomar como ejemplo las estadísticas de bibliotecas de mediados de los años setenta, cuando aquélla se desmoronó por fin. La situación era catastrófica. Cualquier comparación con el resto del entorno europeo, puro disparate. Estos veinticinco años han supuesto una auténtica redención en lo que concierne al mundo de las bibliotecas. La evolución ha sido, por fortuna, espectacular. Puede que no haya otro índice más significativo de nuestra transformación en un país moderno. Lo ponderaba, con la pasión y la lucidez que le caracteriza, Antonio Basanta.

Hay que reconocer que ese esfuerzo por convertir a la nuestra en una nación culta se debe en buena medida al esfuerzo de los ayuntamientos que comprendieron pronto y bien que sólo a través de la palabra y de los libros que las contienen la democracia se fortalece y se consolida. Que, como me gusta repetir, las bibliotecas son las salas de estar de esas sociedades de todos.

Eso ha ocurrido en España y, cómo no, en Extremadura donde la situación de partida, como en todo lo demás, era digna de lástima. También aquí se ha crecido, tanto que estamos en la vanguardia del sistema bibliotecario como no nos cansamos de repetir, siquiera sea para que la Extremadura negra que se empeñan en pintarnos algunos (que pintan poco) tenga por lo menos alguna nota de color.

Lo más curioso es que han sido muy pocos los ayuntamientos que no se han implicado o se implican a fondo en lo referente a este capital asunto. Con independencia del partido que en cada legislatura haya venido gobernando cada municipio. Hay casos de irredentos, es verdad, pero son muy pocos. Eso sí, alguno nos toca muy de cerca. Demasiado si tenemos en cuenta sus presunciones.

No es posible concebir hoy día una ciudad o un pueblo (dignos de tal nombre) donde los ciudadanos no tengan ese servicio público cubierto. Es más, está demostrado que basta con ofrecérselo -con la calidad exigible- para que los preocupantes índices de lectura aumenten.

Era de ver la emoción con que nos contaba Jokin Bildarratz, alcalde de Tolosa, la inminente inauguración de una biblioteca especializada en literatura infantil. Será una más, que no una cualquiera, de ese hermoso lugar fronterizo. Lo han hecho realidad aprovechando un viejo molino en desuso.

Volviendo a lo nuestro, me alegré mucho de ver en el Encuentro de Peñaranda a una breve, pero selecta, embajada extremeña: Javier Bodas, Isidoro Bohoyo y Domingo Casado, de la Diputación de Badajoz, en la avanzadilla del fomento de lectura, y la bibliotecaria de Mérida, Magdalena Ortiz, ponente de la sesión La biblioteca, centro cultural del municipio.

El director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, Rogelio Blanco expresó el compromiso del Ministerio de Cultura con las bibliotecas. Falta nos hace, más tras la puesta en marcha del canon por el préstamo bibliotecario. Anunció también que la nueva Ley del Libro (que se podría denominar, según él, de la Lectura) está ultimada.

Es esperanzador que haya tenido lugar este primer Encuentro y deseable y necesario que se mantenga en el futuro. Esa parece ser la voluntad de sus organizadores y del nutrido grupo de asistentes. Un puñado de profesionales empeñados en convertirnos, con la ayuda de los municipios, en el país moderno que, por según qué cosas, todavía no somos.

(HOY)

24.9.05

Conversaciones

Me contaba anoche Cecilia Alarcón, viuda de José Antonio Gabriel y Galán, con su dulce voz de siempre, cómo se enteró de la muerte de Fernando Pérez. Alguien estaba haciendo una fotocopia de un artículo de ABC. Se fijó en el título y comprobó, con sorpresa, que era sobre su amigo. Le pidió permiso para hacer una copia.
Se demoró luego en el relato de la relación amistosa y profesional con el director de la Editora. Su testimonio abunda en lo que algunos de sobra sabíamos.
Precisamente del autor de Descartes mentía me hablaba aquí atrás Antonio de Ahigal, en el despacho siempre abierto de Santiago Antón. Del puñado de tierra extremeña que se metió en el bolsillo en su último viaje a Extremadura. Fue en una cuneta de la A-5.

También hablé con Salvador Retana, el pintor, que acaba de regresar de Canadá. Ha hecho una escala en Nueva York, lo que le ha permitido elaborar un cuaderno sobre esa mítica ciudad de ciudades. Le ha llevado a ultramar su libro con Alberto Manguel. Presentaron allí su imponente Bestiario. Estoy deseando acercarme a su estudio de Jaraíz para que me cuente los detalles. Me hablaba desde su casa de la sierra de Gredos. Estaba allí solo. Él también pertenece a la especie de los solitarios.

23.9.05

¡Uf!

Por fin se acaba una de las semanas más movidas de mi vida. Me temo que sólo ha sido una de tantas. Ni tiempo ha tenido uno para anotar su agobio.

21.9.05

Obrigado

Gracias Miguel Ángel, Ismael, Antonio, gracias a todos los que os alegráis de mi nueva aventura profesional. Es más que eso, bien lo sabéis. A ver qué pasa.

19.9.05

St. John Perse y la poesía

A la question toujours posée: “Pourquoi écrivez vous?” La reponse du Poéte sera toujours la plus brève: “Pour mieux vivre”.

(A la cuestión siempre planteada: “¿Por qué escribe?” La respuesta del Poeta será siempre la más breve: “Para vivir mejor”.)

Notas sobre una exposición

Por justo y pertinente que me parezca, volver a evocar la figura de Fernando Pérez resulta doloroso. La herida sigue abierta. Por otro lado, esto significa que la muerte no ha podido arrebatárnoslo del todo. Va a costarle.
Hasta sus últimos días -y no hablo metafóricamente-, con la enfermedad pisándole los talones, Fernando trabajó en la exposición Extremadura en sus páginas. Del papel a la web, en concreto, en su catálogo, un imprescindible volumen doble en el que permanecerá impreso, como conviene al caso, lo sustancial de la historia de los libros y la lectura en Extremadura. En ese trabajo, además de con la sabia contribución del otro comisario, Juan Gil Fernández, catedrático de Filología Clásica de la Universidad de Sevilla, Fernando contó con la ayuda de Ana Jiménez del Moral, una eficiente especialista que ha coordinado la muestra, y, cómo no, con la fiel complicidad del escritor y tipógrafo Julián Rodríguez -uno de sus mejores amigos-, que es quien se ha ocupado de la edición del citado repertorio.
No me voy a referir a la exposición en sí, que sólo puede explicarse con una visita, sino a una parte de su trastienda que tal vez convenga conocer. Fui testigo de cómo se gestó y cómo, desde el primer momento, Fernando fue una de las personas designadas para llevarla a efecto. Con la misma naturalidad con la que se había contado con él para tantas otras cosas ideadas en la Consejería de Cultura a lo largo de estos años. Él, algo comprensible, se resistió un poco en el primer momento. La enfermedad, decía, era su primera batalla y sabía que ésta iba a ser otra escaramuza complicada. Entonces recordaba otra exposición que también organizó, Los orígenes de la Enseñanza Media. Badajoz, siglo XIX, y la propuesta se le hacía más tentadora. Lo hablamos de vuelta a casa desde Mérida, que es donde se suelen urdir estos proyectos.
Su implicación se fundaba, entre otras razones, en la necesidad de demostrar una falsedad (ah, los tópicos). La de que los extremeños han sido ajenos a la forma de expresión por excelencia de nuestra cultura: los libros. «Una región de bibliófilos, de hombres que se jugaron la vida por sus libros (desde el propietario de la Biblioteca de Barcarrota, hasta el inefable Bartolomé J. Gallardo, intentando en vano sustraerlos a la furia absolutista en los muelles de Triana en la infausta jornada de San Antonio de 1823) ha de ser por fuerza una región con memoria», dejó escrito. Ahí está, acaso, el meollo de la cuestión y un liberal ilustrado como Fernando creía en esa capacidad de salvación (terrena) que los libros tienen. Tal vez por eso aceptó el reto. Porque era preciso explicar a los extremeños, aleccionados en lo contrario, que no siempre hemos vivido en medio de un erial de analfabetismo e ignorancia.
Eso sí, que sea necesario saber cómo fueron las cosas no es excusa para olvidar nuestro alentador presente (que sólo discuten los cínicos) y nuestro esperanzador futuro (a pesar de los voceros de la negatividad). Era lógico que la exposición planeara sobre esos tres tiempos, pues los tres nos definen y entre los tres nuestra imagen se completa.
Lo primero que hizo Fernando, con el proyecto ya en firme sobre la mesa, fue redactar un folio (del que he tomado el entrecomillado anterior) donde dejó fijada, con la lucidez que le caracterizaba, la virtualidad de la idea. Era posible. Él y su amigo Paco Muñoz ya la habían visto. Sería el eje del Año de Libro.
Apenas dio por concluido su trabajo con Julián en el catálogo, el de coordinación con Juan Gil y Ana Jiménez en lo referente a los últimos flecos de la muestra y, en fin, el que concernía a sus propias aportaciones, Fernando entró en la fase final de su vida. Apenas duró unos pocos días.
Porque le conocimos, sabemos que, a pesar de los pesares, nunca cejó en su lucha por la defensa de lo que creía mejor para conseguir los objetivos marcados y que de esa exigencia, con su punto de terquedad, se ha beneficiado, a la postre, esa ambiciosa empresa. Genio y figura.
El jueves le echamos de menos. En las salas del MEIAC (que dirige, por cierto, otro de sus grandes amigos, Antonio Franco) su hueco era palpable. No dudo, pese a todo, que en su cabeza llegó a estar la exposición.
Muy cerca de la realidad. A un paso del ideal que concibió en aquel folio que empezaba: «Extremadura, territorio de fronteras, ha sido durante largos periodos de su historia, tierra asolada por las guerras», y que terminaba: «Porque amar los viejos libros, conocer la historia de su arte y empeño, es la mejor escuela para aquellos que desde Extremadura se afanan por diseñar el scriptorium digital del futuro».
(HOY)

18.9.05

Gombrowicz

Al llegar de viaje me he encontrado con una agradable sorpresa: mi hada madrina en Seix Barral, la eficientísima Nahir Gutiérrez (a la que conozco desde sus tiempos en Tusquets), ha puesto en mis manos (las dos) el Diario (1953-1969) del polaco Witold Gombrowicz. Tiene 862 páginas. Libros así demuestran la grandeza de una editorial. Y no me refiero a la cantidad de papel.
Intentaré leerlo entero. Espero que sea un experiencia tan gratificante como la que supuso abordar los diarios de Ribeyro, también en la colección que dirige Adolfo García Ortega. Ojalá pueda escribir, como en aquel caso, de esa aventura.
Obrigado.

Rendibú

Es curioso: un impresentable, del que estamos cansados de saber que lo es y sin remedio (una certeza que, además, voceamos), va y dice de algo nuestro, pongamos un libro, que es formideibol y, automáticamente, pasa a ser un tipo decente (aunque jamás habíamos reparado en ello) y su comentario (tan inane como el necio que lo alumbró) motivo de inclusión en nuestra selecta bibliografía.
Van a tener razón los que dicen que todo es vanidad. Vamos, por decirlo suave, fantasía.

Calle Mayor

Esta tarde, después de comer, hemos estado paseando por la calle Mayor de Palencia. Estaba desierta, como el resto de esa ciudad castellana que uno no conocía.
Ya se sabe que la película del mismo título empezó a rodarse allí pero que, tras pasar Bardem por la cárcel, terminó de rodarse en Cuenca y Logroño.
Para alguien que vive en una ciudad parecida, me temo que igual de provinciana, la experiencia de pasear por ese otro centro ha sido, como poco, curiosa. Uno es más él mismo en ciertos sitios. Ayer en San Sebastián o esta mañana en Tolosa era un extraño que caminaba por un lugar hermoso pero, sin duda, ajeno. Esta tarde en Palencia era un viejo conocido que transitaba, ay, por su calle de siempre.

16.9.05

De Badajoz a Obaba

Cada vez le cuesta más a uno bajar desde Plasencia hasta Badajoz y volver subir, como quien dice, al cabo de un rato. Ayer salí de aquí a las cinco y media y estaba de vuelta a las doce y media. Es verdad que hay viajes y viajes y éste ha sido de los más gratificantes.
La exposición Extremadura en sus páginas es una maravilla. Para verla y gustarla despacio y no como anoche, en tropel. Sí, porque gente había. Muchísima. Por lo que se suponía digno de verse y, para muchos, por lo que tenía de homenaje a Fernando Pérez, un nombre citado por todos los que intervinieron en el acto: el consejero Paco Muñoz, Juan Gil (el otro comisario de la muestra), Ibarra (que reconoció alto y claro la labor del que fuera director de la Editora Regional e hizo una cerrada defensa, a ese propósito, de los intelectuales (sic) que no temen trabajar en la cosa pública) y, cómo no, su hijo Fernando, que leyó un texto que su padre llegó a preparar para la ocasión.
También estaban, junto a las autoridades, su familia (Susi, Isidro, Celes, Isabel...) y dos personas claves en el proyecto: mi paisana Ana Jiménez del Moral y Julián Rodríguez. ¡Chapeau!
Visto lo visto, bien puede Fernando descansar tranquilo.
Queda ahora disfrutar del catálogo. Con calma. Hay mucho que ver y leer ahí.

Como el movimiento se demuestra andando, salimos ahora para Tolosa y San Sebastián. No por placer, aunque se intentará sacar partido al nuevo viaje relámpago. Y esto que digo, ay, no es pura retórica, maestro Hidalgo. Más que por lo rápido -de hoy para mañana-, uso la frase hecha por lo de las tormentas que se anuncian allí para esta noche. Ver llover (y más en San Sebastián) no es una mala excusa para recorrer unos cuantos kilómetros.

15.9.05

Hernán Precht opina

No está de más leer la entrada Extremadura: vuelta a lo esencial del blog del arquitecto chileno Precht Bañados en la que reflexiona también sobre nuestra reconstrucción, si vale el término.

Extremadura en sus páginas

Esta tarde se ianugura en el MEIAC de Badajoz la exposición Extremadura en sus páginas. Del papel a la web. Es la actividad más importante del Año del Libro y la Lectura que estamos celebrando. Para los lectores y escritores extremeños es algo más que eso. Como dejó escrito Fernando Pérez, “una región de bibliófilos, de hombres que se jugaron la vida por sus libros (desde el propietario de la Biblioteca de Barcarrota, hasta el inefable Bartolomé J. Gallardo, intentando en vano sustraerlos a la furia absolutista en los muelles de Triana en la infausta jornada de San Antonio de 1823) ha de ser por fuerza una región con memoria”. Viene a demostrar que es rigurosamente falso que los extremeños hayamos sido ajenos a la forma de expresión por excelencia de nuestra cultura: los libros. Estamos, pues, de enhorabuena.

14.9.05

Marino

El libro de cuentos En dos tiempos del que es autor Marino González Montero, editor de deLALUNAlibros, ha sido seleccionado para la final del "Premio Setenil" de Molina de Segura (Murcia) al mejor libro de relatos publicado en España. Son diez los finalistas.
Gane o no, Marino ya ha ganado; no obstante, ¡suerte!

Conversando

Gracias, arquilector.

Arquitectura en Extremadura

El pasado fin de semana dos reportajes daban buena cuenta de la nueva arquitectura extremeña. Uno, titulado Extremadura se reinventa, lo firmaba Anatxu Zabalbeascoa en el suplemento Babelia de El País. El otro, del escritor y periodista Liborio Barrera, aparecía en El Periódico Extremadura. En ninguno de los dos faltaba, claro está, la referencia a la nueva Casa Sacerdotal placentina.
Uno, que pasa casi a diario por Casar de Cáceres, no ha visto todavía la Estación de Autobuses de Justo García, otra de las obras citadas.
Ya lo he dicho otras veces: me gusta que salgamos en los papeles por estas cosas. Las que dan sentido a eso que llaman Marca Extremadura, que no sino una manera de denominar a nuestra incipiente modernidad.

13.9.05

¿Dónde va todo eso?

"Tengo para mí que los más placenteros son los saberes inútiles, los que uno adquiere como sin querer, por mera afición, y a los que apenas saca ningún provecho. Y, siempre que muere alguien, una de las cosas que más me chocan y me resultan más incomprensibles es la desaparición repentina, abrupta, de cuanto el vivo recordaba y sabía hasta hacía unos momentos. ¿Dónde va todo eso, los apellidos de los profesores y compañeros del colegio, los rostros de los primeros novios o novias, aquellos que nos pudieron gustar sólo a distancia, los millares de anécdotas de cualquier vida, las lenguas que hablábamos y leíamos, los infinitos nombres almacenados, de conocidos imprescindibles y de desconocidos superfluos...?"

De La lenta desaparición del mundo. Javier Marías. El País Semanal

Vidal-Quadras traduce a Aznar

"La confusión del centrismo con el colaboracionismo y de la centralidad con la pusilanimidad conducen a la irrelevancia".
De la sección Cartas al Director de El Mundo.

Mea culpa

Pregunto a Google (a quién si no), entrecomillo "en este sentido" y el potente buscador me responde que soy uno de los (aproximadamente) 3.660.ooo que han utilizado esa expresión, al parecer, sin sentido.

12.9.05

Vergílio Ferreira

"Porque una vida humana. Qué intensa es. Porque lo que ocurre en ella, no es lo que ocurre en ella sino la cantidad de nosotros que ocurre en ese ocurrir". (De Para siempre. Traducción de Isabel Soler. El Acantilado, 2005.)

Ah, esas novelas que uno tiene que leer con el lápiz en la mano porque necesita subrayar. Como si de un libro de poesía o de ensayo se tratara.

11.9.05

No leer

MUCHA gente dice que sólo puede leer en verano porque el resto del año no tiene tiempo. Otros afirman que es durante las vacaciones estivales cuando ponen al día lecturas atrasadas y como disponen de más horas para ello dan fin a esos aplazamientos abordando novelas de muchas páginas, incómodas de transportar y casi de sostener, si no por el peso sí por su envergadura. Sin embargo, curiosa paradoja, en pleno estío, cuando desconocidos y famosos se aprestan a leer lo que nunca habían leído y vuelve a repetirse la irritante imagen de la sombrilla y el Código Da Vinci, dos famosos se jactan de no haber leído un libro en su vida. La esposa de Beckham, de soltera Victoria Adams, y el director del equipo Renault de Fórmula 1, Flavio Briatore. Ya el año pasado por estas fechas tuvimos ocasión de comentar opiniones parecidas, lo que nos induciría a pensar que esta defensa de la no lectura se ha convertido en una serpiente de verano de lo más vulgar.
Puede que estas afirmaciones llamen más la atención cuando son pronunciadas por escritores, personas supuestamente interesadas en que cada vez se lea más, sobre todo sus propios libros. De ahí que un artículo del poeta Francisco Bejarano haya merecido una entrada en el blog de Baltanás. «Nadie debe avergonzarse de que no le divierta leer, de la misma manera que no conozco a nadie que se avergüence por no gustarle nadar o jugar al póquer, criar palomos o montar en bicicleta», dice, y añade: «puedo asegurar que he conocido más cretinos y mentecatos entre lectores que hablan de los libros que leen, que entre gente sensata que lo que le gusta de verdad es cuidar un pequeño jardín en su casa o tener un taller de carpintero aficionado». Uno, sin darse por aludido, asiente, aunque la frase tenga su media vuelta.
Mi amigo Javier Cercas (utilizo el mismo tratamiento que él, honrosamente, me da) comentaba en una entrevista concedida a este periódico el pasado mes de agosto que desconfía de las campañas de fomento de la lectura. ¿Por qué?, le pregunta Cristina Núñez y Javier responde: «Pues es que yo digo que si la gente no quiere comer jamón de Jabugo o no quiere follar pues que no coman jamón de Jabugo o que no follen. Te pueden dar las cosas a probar, pero no puedes obligar a nadie. Cosas que si las pruebas te van a gustar seguro, a no ser que seas un idiota. Lo que yo sé es que la mejor política cultural que se puede hacer es tener buenas bibliotecas, mejor que se gaste el dinero que se vaya a invertir en políticas culturales que en cualquier otra cosa, pero esto pasa en toda España, y no solo en Extremadura». Completamente de acuerdo salvo por un matiz: que lo que pide ya se ha hecho o, mejor, se está haciendo, pues esa labor no termina nunca. Somos la región de España con mayor número de bibliotecas por habitante. La del Fomento de la Lectura en Extremadura no es una campaña sino un Plan a medio y largo plazo. Porque no basta con que haya bibliotecas y librerías. Más allá, porque esta región si ha sufrido por algo es porque no ha tenido acceso a los libros. Su mayor lacra ha sido el analfabetismo. «La gente está en su derecho de no leer y decir que no le gusta. El asunto es que lo afirmen teniendo la experiencia de haber leído alguna vez» ha dicho el escritor mexicano Juan Domingo Argüelles.
Lo del comer y el follar (con perdón, me eduqué, como Cercas, en los Maristas...) no necesita, según creo, de ningún fomento. Hablamos de algo menos natural, más complejo. Por instinto no se lee. Esa habilidad que nos hace seres humanos más completos necesita de aprendizaje y, en estos tiempos, los de la postimprenta (si se me permite el término), su fomento es incluso una obligación de carácter público.
Puede que escribir no nos haga mejores. Leer buenos libros de valiosa literatura es casi seguro que sí.
Siquiera sea para ver si esta tierra, antes irredenta, cambia por el mero hecho de que sus ciudadanos lean más, la apuesta habrá merecido la pena. No se trata de hacer proselitismo, allá cada cual con sus gustos y aficiones, aunque a uno le parezca que leer sea algo más que puro entretenimiento. Es más: somos muchos los que pensamos que buena parte de los males de nuestra educación vienen por un problema básico de lectura. Desde los primerísimos niveles educativos. Y esto, ay, son palabras mayores. Antes que de cultura estaríamos hablando de instrucción pública y en eso, me temo, sí nos va la vida. Así lo expresa Esther Tusquets en sus memorias de editora: «el objetivo de fomentar la lectura corresponde al Ministerio de Educación». Sí, también.

(Diario HOY)

10.9.05

Juegos reunidos

Gumersindo (el rey del kicht) ha colocado en el escaparate de la calle del Rey una caja de Juegos Reunidos Geyper. Es la versión más grande. Uno, al verlo, ha tenido una sensación contradictoria: feliz por volver de golpe a la infancia y triste al recordar que no había Reyes Magos en los que, sin haberlo pedido, no me encontrara entre los regalos con una caja de los dichosos jueguecitos.
Tal vez por eso aborrezco los juegos en general. De los de azar, sólo he jugado a los premios literarios.

9.9.05

Blogueando entre letras

Así titula su reportaje sobre los blogs Justo J. Pérez en el periódico HOY, edición Plasencia. No es el primero sobre este asunto publicado en la prensa extremeña, aunque éste se centre en lo local (que vuelve a mostrarse, en este sentido, universal) y hable de lo que hay (o de lo que se sabe que hay) sin hacer uso, como otros, del derecho a veto. El mundo de las bitácoras, ay, es alérgico a la censura.

8.9.05

Trapiello dixit

«Lo ha señalado uno muchas veces: el diarista es un memorialista sin fermentar, y acaso por eso decía hace años que eran los diarios a la vida lo que el yogur a la dieta, un lujo de las literaturas desarrolladas. Como sucedió en Montaigne, todo escritor es la materia de su libro, y todo libro es la parte visible de una intimidad. Aunque, hablando de estos diarios y dicho sea de paso, podría uno enmendarle la plana incluso al señor de la Montaña, diciendo que, al menos en mi caso, “los otros, mucho más que yo, son la materia de estos libros”».
De Amigos, soy yo mismo, sección Las cuatro esquinas de El Cultural.

Homenagens e condecoraçoes

El poeta Ruy Ventura ha publicado en su blog, Estrada do Alierce, una interesante y oportuna entrada donde reflexiona sobre los premios institucionales. En todas partes, parece decir, cuecen habas.

Menciones

Muy oportunas las menciones que hicieron Luis Landero y Javier Cercas de su amigo Fernando Pérez en el acto de entrega de las Medallas de Extremadura. Pertinentes, ya digo, y necesarias. Él, que tanto la merecía, se ha quedado, sin embargo, sin ella. Es lo que tiene luchar desde dentro. Y cuando digo "dentro" me estoy refiriendo a algo más que a los límites geográficos regionales. Podría recurrir ahora a las palabras de Goytisolo sobre los premios. Están ahí para quien quiera leerlas.

Unos versos de Caramella

La muerte es neutra. La vida, indiferente.
Hay que vivir como si no pasara nada.

7.9.05

Happy end


Gilberto Gil, Bebe, Juan Goytisolo y Ángel Campos con el presidente Rodríguez Ibarra, en el acto de entrega de los Premios Extremadura a la Creación.

6.9.05

Igitur

Los amigos de la editorial Igitur tienen a bien enviarme sus novedades desde que escribí sobre uno de sus bonitos libros. Su sede -un dato digno de ser señalado- está en Montblanc, a un paso del muy catalán Monasterio de Poblet (de grata memoria: allí se casó mi cuñado pequeño mientras mi hijo, de meses, no dejaba de llorar), aunque ellos sean tan periféricos como universales.
Me llega esta mañana un par de joyitas: dos libros de los poetas italianos Antonella Anedda y Alberto Caramella. Ya contaré.

Gañán (y fin, por ahora)

Por si alguien tiene interés por ver los cuadros del archicitado (en este blog) Emilio Gañán, el viernes 9 de septiembre a las 20:30 se inaugura en la Sala de Exposiciones de San Jorge, en Cáceres, su exposición Línea sobre el plano.

Fomento de la lectura en Extremadura

En la página web del Observatorio del Libro y la Lectura de Extremadura está colgado el número 2 de su Boletín. Se ocupa, en esta ocasión, del asunto que da título a esta entrada. Su contenido puede complementar una breve reflexión (otra, y van...) que saldrá en forma de artículo el sábado próximo en el diario HOY y que traeré aquí en su debido momento.

Lluvia

En Plasencia llueve. Esto es noticia. Ya veremos si pueden entregarse esta noche los Premios Extremadura en el sitio previsto, un hermoso jardín cacereño.
Tiene guasa. Con lo que se han reído los del PP del cartel que la Junta ha difundido con motivo del Día de Extremadura, poblado de paraguas de colores. Lo que no acaban de entender (así les va) es que los socialistas extremeños adelantan el futuro, una facultad para la que ellos están incapacitados. Sólo saben mirar hacia atrás.

5.9.05

El desprestigio de la palabra por Jaume Vallcorba





La semana pasada, en Santander, hablábamos de la deserción de los lectores y de la dificultad de encontrar nuevos, de cómo las tiradas de cada título bajan (en contraste con las ventas cada vez mayores de unos pocos best-sellers). ¿Qué hacemos mal? Una de las respuestas me parece automática: hemos relegado la palabra a un papel menor y hemos impuesto muy diversas formas de silencio. El descrédito de la palabra ha entrado sin hacer mucho ruido pero de manera continuada en los últimos años. De entrada, con una frase filfa: "Una imagen vale por mil palabras". Ninguna imagen tiene sentido si no hay una palabra detrás que se lo dé. Vale en una señal de carretera o un pictograma. No mucho más allá. No soy neurólogo, pero no debe de haber mucha diferencia entre la imagen tal como la pueden ver un burro y un humano. Pero no hemos tenido inconveniente en ir privilegiando, en la educación, la imagen sobre la palabra. Tampoco hemos sufrido demasiado cuando hemos visto que se sacaba la literatura de los programas escolares y se la colocaba en la cola de la lengua, como si fuera la sirvienta, primer paso para eliminar también la lectura que se deriva.
No estoy muy seguro de que la lectura escolar haga que los lectores cautivos se sientan tan fascinados que reincidan toda la vida, y que compren los libros que la industria les ofrece (en número quizá exagerado). Más bien pienso que los lectores siempre hemos sido pocos. Pero en la escuela, se nos decía que la lengua era tan importante para nuestra formación, que la lectura se convertía en instrumento imprescindible, y aquel que de mayor parecía predestinado a no leer ni el diario leía entonces una serie de textos patrimoniales. La lectura daba conocimientos complejos de lengua, tanto de morfología (recuerdo mi primer diccionario, vital) como de sintaxis, y se añadía un beneficio no menor: el amueblamiento del cerebro con referentes compartidos. Leer Historia Sagrada, por ejemplo, me ha permitido moverme por los museos identificando a los personajes que viven en ellos, y no confundir a Judit con Salomé. Pero hemos hecho perder a la palabra su prestigio. Y así observamos cómo en el entretenimiento cede el protagonismo a la acción y al movimiento frenético, y cómo personajes de indudable éxito social son incapaces de construir una frase. Siempre había habido personajes así, pero también siempre se había sabido que eran modelos de dudoso valor imitativo. No parece que pueda haber nada bueno para la palabra (y la lectura). Como hace años oí a una señora decirle a otra: "Ai, Pepeta, si ens enganyen amb la llet, ¿com vols que no exploti el gas?".

© El Periódico

Baltanás y Fernando

Me ha sorprendido gratamente la mención que hace Enrique Baltanás a propósito de Fernando Pérez. No sabía que se conocieran. Por otra parte, no me extraña. Sobre todo por su vinculación con Sevilla a través de sus investigaciones de la familia Machado.
Se agradecen esas palabras sobre alguien a quien denomina, con tino, un "hombre de bien". Lo era, sin duda.

4.9.05

Caza de brujas

Sorpresas te da la vida: nunca me hubiera imaginado que el guaperas de George Clooney hiciera una película, Buenas noches y buena suerte, sobre la caza de brujas de McCarthy y que ahora el pobre sea considerado en su país un traidor. Y al parecer no es mala. ¿Se atreverá a actualizar el discurso y a realizar en el futuro el film que otro reaccionario, el presidente Bush, se merece?

Esther Tusquets

Estoy leyendo Confesiones de una editora poco mentirosa de la novelista Esther Tusquets, quien hasta hace poco dirigía Lumen. Es un libro que compré para regalárselo a Fernando Pérez, pero el tiempo se nos echó alevosamente encima y no pude llegar a dárselo. Le gustaban los libros escritos por editores y disfrutó leyendo, por ejemplo, los de Mario Muchnik o Herralde.
Estoy casi al final, acabo de pasar por una opiniones que comparto sobre Juan Goytisolo, que está, por cierto, a punto de llegar a Extremadura. Tras leer el capítulo dedicado a sus últimos descubrimientos, Martín Garzo y Javier Pastor (cuyo original le llegó precisamente de la mano del autor de Señas de identidad) uno siente envidia de no haber tenido una editora así. La verdad es que nunca intenté publicar un libro en esa casa editorial y, de haberlo hecho, habría sido en vano, pero por un momento, ya digo, uno lamenta no haber gozado de su maternal amparo. El suyo, me parece el trato idílico para un escritor (y eso que no me puedo quejar de los editores que he tenido, todos hombres). ¡Gustavo, chico, qué suerte!

Oxímoron

Vuelve a recordar Landero lo que para muchos es ya un lugar común, que "no se puede hablar de literatura extremeña o de cualquier otra región, porque esto supondría caer en el error y en la locura de los nacionalismos, fomentar un concepto que actualmente conlleva mucha polémica". Por eso siempre hemos precisado que la nuestra, si cabe decirlo así sin caer en el error que criticamos, es literatura escrita en Extremadura o por extremeños (tanto de nacimiento como de sentimiento). Ni más ni menos. Con orgullo aclaramos que, por esta razón, ésta no es sino un parte localizada, eso sí, de la literatura escrita en español (nuestra lengua madre) y, por eso, no circunscrita sólo a España.
No podemos olvidar que para pena de algunos no tenemos una lengua propia. De ahí que Landero hable de regiones y no de nacionalidades (por usar los términos políticamente correctos).
Puedo cerrar la entrada con otra obviedad: la literatura es universal por naturaleza y no sabe de fronteras.
Añade, por fin, lo del famoso oxímoron del "pensamiento y navarro", que no acabamos de saber si, como dice Landero, se inventó Unamuno o, como dicen otros, fue Baroja.

Toto

En una de las cuatro televisiones locales de que dispone Plasencia, donde repiten hasta la saciedad los programas que emiten, vi la otra noche un reportaje sobre uno de los personajes más singulares y conocidos del pueblo: Toto. No creo que haya ninguna ciudad sin su particular Toto. A falta de un Leopoldo María Panero... No voy a contar ahora su vida (qué sabe nadie, que diría aquél), pero una de sus intensas y caóticas parrafadas me llevó a escribir el poema que copio debajo. Espero que sea elocuente.

Toto dixit

Yo soy como el ladrón
que visita a diario

una casa vacía

sabiendo, de antemano,

que no hay nada.

Y vuelve, sin embargo.

Si es preciso, también

mañana y tarde.

Así, me digo a ratos,
es mi alma:

sin nada en su interior

-doy fe de ello-,

pero donde me pierdo

confiado

en busca de un tesoro

cada día.

3.9.05

Rosillo



Conocimos al poeta Eloy Sánchez Rosillo en Valencia, en un atosigante mes de julio, hace -como de casi todo- veinte años. Desde el principio hubo entre nosotros una buena sintonía. No quiero volver sobre la polémica agosteña de la bondad y la poesía, pero Eloy es su poesía. Podría haber puesto que es "como su poesía", pero ya nos advirtió hace unos días Gonzalo Hidalgo de ese error.

Acaba de sacar, casi diez años después, un libro en la colección Nuevos Textos Sagrados, La certeza. Se puede leer un adelanto (varios poemas) en la página web de Tusquets. Basta pinchar sobre su libro en la sección de Novedades y después, bajo la reproducción de la cubierta, en Lectura breve.

1.9.05

Descubrimientos

Este mundo de los blogs es inagotable, ya se sabe. Aunque conocía una página excelente (y completísima) sobre Artes Poéticas, encuentro ahora gracias a Libro de Notas (donde aquélla está alojada) uno dedicado a recoger poemas donde sus autores reflexionan sobre la propia poesía. Se llama, sin sorpresas, Poéticas.
Allí releo un poema de Juan Manuel Bonet, Escribir, que pertence a su libro La patria oscura. Dice:

Escribir –como si nada fuera importante–

el sencillo irse de las horas

sentado en la terraza de un café

de una provincia española.

Escribir, como si estuviera escrito

que el ruido de esas tazas sobre el mármol

tuviera que pasar el arroyo claro

de unos versos.

Escribir, como si nada fuera.

La palabra

OTRA ARTE POETICA UNA: LA PALABRA

Estamos de acuerdo;
por una vez concedamos que ustedes, los poetas,
tienen la razón; que tienen
toda la razón: sí, las palabras
se gastan, las palabras
envenenan todo lo que tocan.
Digamos que acertaron, que dieron
en el blanco, que cogieron
la cosa por donde era;
digamos que hay palabras metálicas
que si caen desde cierta altura
pueden matar a una persona
y que hay palabras en forma de ceniza
que explotan como pólvora,
y que hay otras palabras que son flores
que se marchitan en un día
-como las de este verso de doble faz,
útil para floreros y promesas-
y que hay otras que se huelen y se tocan y se miran
y palabras detergente
y palabras perfume y que también está la palabra
silencio. Digamos, en fin, que hay palabras
como la palabra caravana o la palabra
sombra, sin mencionar la conocida
rosa. Pero ya estamos llegando
al límite. Las palabras, son palabras, poetas,
y yo no puedo hacer nada por ustedes.

Darío Jaramillo Agudelo