30.11.12

Un e-mail

(A José Manuel Caballero Bonald)

Enhorabuena, maestro. Como dije ayer tarde en Facebook, al guilleniano modo, "el premio está bien dado". Basta y sobra.

Salud y larga vida.

Un fuerte abrazo,
Álvaro Valverde

Local

Foto: Andy Solé
















Vuelvo al pueblo. A lo local. Para quejarme en vano de lo mal que ha quedado, a falta de remates, la rotonda que nos han hecho al lado del colegio, en la Avenida de la Salle (una denominación que sigue rechinándome). Desde San Calixto, donde vive mi madre, calle arriba, da un poco de grima ver en perspectiva el adefesio. Una obra innecesaria y poco práctica, según muchos. Descentrada y estrecha, ¿no hubiera sido deseable trazarla ovalada, a lo largo? Como la del puente de Gutiérrez Mellado, en San Lázaro. Por cierto, ¿lo de los azulejos va con segundas? ¿Y lo de los colorines? Pobre general, parece instalado en medio de un cuarto de baño.
Por otro lado, esperemos que al final pueda colocarse en algún sitio la placa dedicada a Marino Barbero. Fui con mi hermano al acto. Las medidas palabras de su viuda fueron ejemplares. Y sensatas y oportunas las del alcalde Pizarro. Quién se extraña de que todos quieran que les case. No faltaron amigos y conté incluso a un par de socialistas allí presentes. Seguimos.

29.11.12

Manuel Neila lee "Un centro fugitivo"


ÁLVARO VALVERDE, UN POETA NECESARIO

Cumplido el necesario e imprevisible periodo de aprendizaje, Álvaro Valverde (Plasencia, 1959) se inició como poeta con Territorio (1985), un libro primerizo de índole experimental, en la línea más acendrada de la poesía formalista, que daba señales de agotamiento durante aquellos años. Desde entonces hasta ahora, el autor de Una oculta razón ha devenido en un poeta esencial, necesario a fuerza de cauteloso, como queda de manifiesto en Un centro fugitivo. Antología poética (1985-2010), editada con esmero por el poeta Jordi Doce, compañero de generación, y publicada recientemente en la excelente colección “Arrecifes” de La Isla de Siltolá (1912).
La trayectoria poética de Álvaro Valverde, tan bien trazada en esta antología, muestra una unidad inequívoca de sentido, lo que no es óbice para que presente una evolución estética ascendente. La unidad de sentido viene dada por lo que podemos denominar la topofilia del poeta, es decir, por el valor humano que confiere a los espacios de posesión, a los espacios defendidos contra las fuerzas adversas, en fin, a los espacios amados. De modo que la intención del autor a lo largo de toda su obra consiste en hacer de los lugares donde transcurre su vida un espacio habitable. “Hagamos de este lugar un territorio”: concluye el poema que abre la antología.
Esta unidad de sentido no impide que podamos distinguir en la obra del poeta extremeño dos épocas claramente definidas. La época de juventud estaría formada, principalmente, por Las aguas detenidas (1988), Una oculta razón (1991) y A debida distancia (1993). Mediante una elocución básicamente discursiva, el poeta aborda las visiones del tiempo retenido, indaga en el sentido de la vida, buscando finalmente la distancia adecuada respecto a los seres que le rodean. Una oculta razón, el mejor libro de este periodo, mereció el elogio de Octavio Paz, que destacó en él “una gran madurez y una sabiduría psicológica poco común en autores de su edad”.  
La época de madurez vendría representada por Ensayando círculos (1995), Mecánica terrestre (2002) y Desde fuera (2008). En esta segunda fase, el poeta alcanza su madurez en los dominios de la sustancia y la forma, del contenido y la expresión; o lo que es lo mismo, consigue su voz propia: “una voz que a penas ha cambiado con los años, aunque por el camino haya ido ganando en claridad y sencillez”, como acierta a señalar Jordi Doce en el prólogo que antecede a los poemas.
El poeta sigue ensayando círculos de pensamiento en las aguas detenidas de la contemplación, continúa buscando en la mecánica terrestre que nos rige una oculta razón que aclare su deriva, y observando desde fuera del flujo de la existencia, a debida distancia del mundo de la vida. Pero, a las veces, multiplica los “puntos de vista” mediante la alternancia de poemas descriptivos, narrativos y meditativos; recurre a las diferentes “personas del verbo”, presentando los poemas en primera, segunda y tercera persona, de modo que las composiciones de índole confesional se combinan con otras escritas en forma de apóstrofe lírico o de monólogo dramático.
El autor de Desde fuera es, ante todo, un excelente vedutista, un diestro “dibujante” de lugares emblemáticos, lugares que le producen una satisfacción sin límites, a la vez que una sensación de impotencia ante la precariedad de cuanto existe. Véanse, a modo de ejemplo, “Fuente de Yuste”, “Torre Tavira” o “Jardín de Morille”. Su atención se dirige, entonces, al horizonte más inmediato que cerca la existencia humana: el territorio de las realidades elementales que estuvieron en el principio de la vida (la tierra, el agua, el aire, el fuego) y de las idealidades elementales que le ligan al resto del mundo (la verdad, el bien, la belleza y la palabra).
Con frecuencia, esos lugares presentan un aspecto ruinoso, cuyos vestigios parecen devorados por una vegetación voraz e incontrolable. Repárese en “Noción de lugar”, “Estelas” o “Composición de lugar”, pertenecientes al libro Ensayando círculos. Este aspecto de su obra le vincula a la estética simbolista y, en particular, a la “estética de la ruina”, practicada con excelentes resultados por Aníbal Núñez y César Simón, poetas a los que el extremeño tiene en gran estima. Hay algo trágico en estas visiones de un mundo ruinoso. Se trata, en cualquier caso, de una tragedia serena, en la que el ser humano se ve reducido a su soledad y a su insignificancia.
Álvaro Valverde es ya un poeta necesario, con una voz propia. Tanto más necesario, cuanto más alejado de la estética dominante, débil de pensamiento, ignara de moral y carente de belleza. Su particular modo de decir, en el que resuenan los ecos de María Zambrano y José Ángel Valente, de Gabriel Ferrater y Joan Vinyoli, de Aníbal Núñez y César Simón, posee un tono, un timbre y un temple inconfundibles, que los lectores más acreditados se resistirán a olvidar fácilmente.
MANUEL NEILA

Publicado en el número 104 de la revista Turia

28.11.12

En el Verdugo

















La noche estaba fría, ideal para recordar otras veladas semejantes en el Verdugo, aunque dentro la temperatura, querido padre, no fuera la de antaño. José Luis García Martín, como siempre. Te fotografías tanto, le dije, que no parece que haga años que no nos vemos. Él a mí sí me encontró distinto, o eso dijo. Más joven, claro. Por el hall de la sala, los habituales. Pronto se lleno aquello de gente y empezó la lectura. Antes, eso sí, presentó a JLGM su paisana y amiga Ana Reviriego, quien también se ha encargado de la selección de los poemas del cuadernillo, que hace el número 59 de la colección. Lo hizo con un texto centrado en el análisis de su obra poética que, como confesó el autor, le incomodó no poco por aquello de que él está acostumbrado a hablar de los demás y no a escuchar, cara a cara, lo que otros dicen de él, más si es en tono elogioso y recordó la anécdota de aquel congreso celebrado en Oporto sobre la obra de su admirado Eugénio de Andrade al que éste acudió, durante cuatro días, en primera fila.
Muchos años después, resulta innecesario reivindicar la faceta del poeta García Martín. Por tal lo tengo desde que empecé a leerlo, al principio de los ochenta o incluso un poco antes. Entonces, y así siguió siendo durante más de dos décadas, era muy difícil separar su tarea como crítico beligerante, defensor a ultranza de la tendencia dominantes, la de la poesía de la "experiencia" que él prefirió llamar "figurativa", de la poética. Con todo, al hacer recuento, y con sus poemas ya se ha hecho (anoche leyó de su antología La aventura, cuya edición, en Renacimiento, corrió a cargo de la filóloga Rosa Navarro Durán), sería mezquino no reconocer que, además de los diarios y sus trabajos de crítica literaria, su poesía existe y que el poeta merece aparecer en las nóminas generacionales de van fijándose; con el capricho, claro está, que cabe al caso.
En el Verdugo demostró sobradamente esa condición y, tras explicar cómo escribe poesía y algunos asuntos relacionados con lo mismo, que sus lectores habituales conocemos bien (la falsificación, por ejemplo, que llevó a un famoso poeta portugués a incluir en una antología unos poemitas de Sandro Penna que en realidad había escrito él), leyó un puñado de poemas, que a uno se le hicieron pocos. Preferió, ya se sabe, polemizar un rato a los postres de la lectura. Y así lo hizo con Juan Ramón Santos, por ejemplo, que estaba sentado a su derecha. Intenté sonsacarle algo sobre los blogs pero fue parco y explícito: son una herramienta digna de ser aprovechada por el escritor de cara, sobre todo, a su difusión, vino a decirme.
Disfruté con sus versos, no lo niego. Y releer los poemas del cuadernillo me reconcilian con una poesía que no he dejado de frecuentar. Diré más: es de esos poetas que, después de escucharlos (o de leerlos), te animan a escribir. Veremos, pues, aunque parezca lo contrario, no está ya uno para muchos trotes. Poéticos, al menos.
La renuncia de Caja de Extremadura a seguir financiando la cultura extremeña no afecta sólo al Womad cacereño. Por suerte, el Ayuntamiento placentino asume, siquiera en parte, el patrocinio del Aula "José Antonio Gabriel y Galán" y nos permite a los aficionados a la literatura a seguir escuchando a escritores que lo merecen. De nuevo, ay, en el Verdugo.

27.11.12

Amigos

El próximo jueves Basilio Sánchez leerá sus poemas en el Aula "José María Valverde" de Cáceres y ese mismo día y a la misma hora hará lo propio Eduardo Moga en la "Díaz-Canedo" de Badajoz. Aprovechando el viaje, presentará al día siguiente en Cáceres El desierto verde, su último libro. En la biblioteca "Rodríguez Moñino - María Brey". 
Aquí en Plasencia, dentro de un rato, José Luis García Martín inaugura el curso del Aula "José Antonio Gabriel y Galán". E la nave va.

En el Día del Maestro

"En esta tierra de descubridores que es Extremadura, se acaba de producir una revelación sin precedentes en materia educativa: la Educación Secundaria puede ocupar 35 semanas y además puede tasarse en mil euros. Al menos así lo ha determinado la Consejería con competencias en educación, que no quiere decir que sea competente en materia educativa. Analizando algunas decisiones políticas, Nietzsche se quedó cortro al sentenciar que los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos". (...) "En educación estamos acostumbrados a todo tipo de ocurrencias y ya pocas cosas nos sorprenden. (...) Sin embargo, cuando parece que nada puede causar asombro, se le aparece la virgen a a alguien en algún despacho y la lista siguie creciendo". (...) "La ESO de los mil euros es claro ejemplo de cómo se puede llegar a malversar no sólo el dinero sino también las creencias y los valores de los contribuyentes".
Irene Sánchez Carrón, "La ESO de los 1.000 euros". Hoy, 25 de noviembre de 2012.

26.11.12

Le Gijón de RMS













Le Monde ha publicado en su magazine un reportaje sobre el Gijón del novelista Ricardo Menéndez Salmón, autor de La lumière est plus ancienne que l'amour. He elegido una fotografía de la librería Paradiso, aunque me gustan todas; por ejemplo, las de San Lorenzo.

Botín de libros

Por suerte, se amontonan encima de la mesa. De las mesas. Vuelvo a quedarme sin sitio para ellos en las estanterías. Para un tipo ordenado como yo, un problema. Con todo, ya digo, también una alegría.
Los liliputienses del generoso Cumbreño crecen. A las obras de Cristian Gómez Olivares, que anduvo este verano por Plasencia (La nieve es nuestra), Luis Chaves (Asfalto) y David Eloy Rodríguez (Lo que iba diciendo), que por fin recogí en La Puerta de Tannhäuser, se les unen las de Edwin Madrid (Pararrayos) y Mario Arteca (Circulante). De todos ellos, sólo uno es español. Todos, eso sí, escriben en esa lengua, cada vez más fértilmente contaminada con la poesía de allá.
De Sevilla, desde la colección Biblioteca Sibila - Fundación BBVA de Poesía en Español llegan otros dos hispanoamericanos: el veterano Carlos Germán Belli con Los dioses domésticos y otras páginas y Armando Romero que publica Amanece aquella oscuridad, dos libros dignos de ser leídos, anchurosos y llenos de luz como los paisajes ultramarinos de aquellas tierras.
Antonio Reseco, que pasó hace poco por aquí, publica un libro de relatos (el primero, según creo, de los suyos): El conejo, la chistera y el mago sin memoria, en la colección Vincapervinca de la Editora Regional de Extremadura.
Para terminar, Miguel Ángel Contreras (Guadix, Granada, 1968) da a la imprenta Libro de precisiones (Bartleby Editores). Tras un "proemio" inquietante, la obra se divide en dos partes: "En el desierto" y "Variaciones en la piedra". La primera, de tono metafísico (la palabra "desierto" suele llevar irremediablemente a parajes meditativos), contiene una serie de poemas breves y sin título que dan cuenta de la peripecia vital de un hombre por su propio desierto: el interior, el de la soledad. Un "desierto de sombras" donde se encuentra "desterrado". Un desierto que, por eso, puede estar en Samarcanda o en Berlín. Que escribe: "La vida tambien es / aprender a rendirse". O: "Huye de lo que no sea belleza". Que concluye: "Desierto, todo es desierto".
En la segunda parte, vuelve "a la región de la materia". Viaja a Praga ("No hay mayor soledad que la de los puentes"), Roma, Florencia... Vuelve "hacia dentro, donde siempre he estado". Poemas más leves, sencillos inclusos, de turista ocasional a veces, de alguien, en fin, que no olvida su condición de homo viator.

25.11.12

Ángel, cuatro años


















No creo que haya mejor manera de recordar a Ángel Campos Pámpano -hoy hace cuatro años que murió-, que con este poema de Carlos Medrano, escrito con esa ocasión.

La semilla en la nieve

Quien aguarda un nenúfar
sólo obedece al aire.

Supo volver a casa
y a la vez fue horizonte.

¿Cómo expresar las formas
del frío suavemente?

Vi su clara presencia
a salvo de la noche.

Abrí el balcón, y unía
una voz que era dulce,

una palabra limpia
para el vuelo de un pájaro.

Los sencillos lugares
todavía me sirven.

Soñé también el mar
y una ciudad sin gente.

Volverá tu mirada
al compás de los parques.

Carlos Medrano,
Artà, 12. noviembre. 2012

24.11.12

Una puntualización "sibilina"

Hablaba aquí atrás del último número, redondo por partida doble, de la revista Sibila. Entre otras cosas, de la significativa e imprescindible ayuda a la revista de la Fundación BBVA. Ya sabemos cómo está la cosa en las entidades bancarias. También que sin ese patrocinio, sin su participación en este proyecto, desde hace ya más de una década, sería imposible la existencia de una revista de tanta calidad en su formato y en sus contenidos, al combinar la literatura actual con artículos y grabaciones de música contemporánea española y excelentes muestras de artes plásticas. Conviene subrayarlo.

El Comenius del Gabri

El IES Gabriel y Galán de Plasencia está en el Proyecto Comenius, que desde 1995, pretende fomentar el intercambio de profesores y alumnos de toda Europa. Este y el próximo curso participarán en una experiencia centrada en el sentido cívico y de responsabilidad hacia el medioambiente y al entorno en el que viven, el amor por la naturaleza y el respeto al arte y a las tradiciones. En el misma aventura están los polacos del Technikum Elektroniczne Im. Bohaterow Wrzesnia de Zychlin, los eslovacos del Spojena Skolay de Zilina y los turcos del Ozel beykent Anadolu Lisesi de Estambul.
El lema del Comenius Gabies es "Hands across the world, together for a better world", esto es: "Manos a través del mundo, juntos para un mundo mejor". ¡Suerte en ese viaje!

23.11.12

Pablo d'Ors medita

Biografía del silencio. Breve ensayo sobre la meditación es el título del último libro de Pablo d'Ors. Lo ha editado Siruela en su Biblioteca de Ensayo, que dirige Ignacio Gómez de Liaño. Como se ve, que nadie espere una nueva novela del autor de Las ideas puras. Ya en su anterior obra narrativa, El amigo del desierto, d'Ors se apartaba de su camino habitual. Quiero decir que se acercaba a otro territorio, más despojado e inhóspito, acaso también más verdadero. "El desierto, el vacío, el silencio..", decía en mi comentario. Pues bien, en Biografía del silencio, dedicado a la memoria de su madre, María Luisa Führer, y compuesto por 49 breves fragmentos, intenta acercar al lector a una experiencia que le ha cambiado la vida (o que le ha ayudado a empezar a vivirla): la de la meditación en silencio y quietud. A esa práctica de autoconocimiento, a esa aventura interior ha dedicado el último lustro y sobre lo acontecido, casi a modo de diario, escribe, a sabiendas de lo limitado de su esfuerzo. Es difícil dar cuenta con palabras de ese apasionante vaciamiento. Son poco más de cien páginas de inaudita intensidad que nos ayudan a comprender, o cuando menos a atisbar, la importancia, la grandeza incluso, de esa humilde pero profunda forma de atención, inmemorial pero vigente, a esa santa lección de paciencia, que nos permite ir más allá de lo que cualquiera acostumbra. Hacia dentro, no hacia fuera. Más cerca, sin embargo, que lejos.
Confiesa d'Ors que se inició en la meditación porque un imperioso deseo se le imponía a cualquier otro: "el de triunfar como escritor". 
Sacerdote católico, cita como maestro al monje benedictino Elmar Salmann y a otros tres maestros zen, una escuela del budismo mahāyāna de la que se considera discípulo.
Podría entresacar numerosas citas del libro, pero a costa de simplificar y hasta desvirtuar su espíritu. Es una obra para leer y releer, línea a línea, para meditar, nunca mejor dicho, por más que el concepto de meditación clásico u occidental tenga aquí poca o nula relevancia. Sorprende incluso que un cura se atreva a decir según qué cosas y no, ay, porque escandalicen, sino por su genuina radicalidad, tan al margen de las reglas y las doctrinas.
Dan ganas de acompañar, sí, a este peregrino en su viaje. De ser tan audaz como él a la hora de abandonar los miedos que nos atenazan o, cuando menos, de ser capaces de asumirlos y de convivir con ellos. Ganas de adentrarse en ese "rincón", en ese "refugio", en esa "ermita", en ese "reducto", en ese "territorio interior", en fin, que todos tenemos "dentro de nosotros". De aventurarse por entre sus múltiples moradas. Sin misticismos. Para vivir.
"Lo que he escrito en estas páginas es un pálido reflejo de mi experiencia", dice al final del libro, que es, por cierto, donde la obra cuaja hasta un grado admirable. Hay páginas muy bellas, donde el escritor que d'Ors es no puede disimular su estilo. Tampoco le importaría a uno obervar, ser testigo (un término clave), de una de esas reuniones de su seminario de entrenamiento espiritual, Buscadores de la Montaña. 
Lanza del Vasto, fundador de la Comunidad del Arca, ha sido lo más parecido a un maestro que uno ha tenido. Además de leerlo, lo conocí y escuché de su boca enseñanzas muy cercanas a la meditación, pues no en vano era discípulo de Gandhi, practicante de yoga y había peregrinado a pie hasta el Himalaya (como d'Ors) y la India. Ahora, como cualquiera, puedo presumir de otro. Más asequible y cercano. Ojalá, como recomienda, se atreviera uno a dar el paso siguiente: deja de leer y ponte a meditar. Y hacer "sentadas", como las llama él. Predisposición no me falta. Para empezar, soy "pájaro solitario" (aunque, como explica d'Ors, para meditar sea bueno rodearse de otras aves esquivas). Y paseo, que no deja de ser, para mí, una forma de recogimiento. Por otra parte, escribir poesía se me antoja otro modo de meditación. Es más, hace mucho, antes de que me la impusieran, decidí elegir, entre otras tradiciones, la de la poesía meditativa o "de la meditación". Supongo que por algo.
Como dice Simone Weil, a quien cita al principio del libro, "El deseo de luz produce luz". Después de lo leído, no me cabe la menor duda.

22.11.12

Mi emprendedora hija... ahorra con estilo

Lo cuenta en su blog Ahorrando con estilo. Allí dice:
"Soy una licenciada en filolofía inglesa que tiene la gran suerte de dar clases particulares a "sus niños", con experiencia en móviles (he de reconocer que cuando entré en este mundo hace años mi móvil no tenía ni cámara) y que ahora forma parte de esa gran familia que está en el ¡PARO! y por ello he tenido que aprender a "AHORRAR". Debo de haber nacido en la época equivocada o debo de estar reencarnada en una abuelina (lo siento soy Extremeña el -ina/-ino estará presente en este blog): Me gusta coser y cocinar jiji. También me gusta mucho mucho la moda pero ya me he aburrido de leer blogs de chicas que compran ropa en tiendas super caras y en tallas que yo no me puedo permitir. Por esto os invito a que os quedéis."

Basilio Sánchez y Córdoba

El poeta cacereño Basilio Sánchez ganó ayer el premio de poesía Ricardo Molina por su libro Cristalizaciones. El jurado, presidido por Pablo García Baena y compuesto por Jesús Munárriz, Concha García, Antonio Garrido y Juana Castro, lo eligió por unanimidad.
Una alegría, sin duda. Más por poder compartir el mismo premio con Basilio, aunque entonces se llamara "Ciudad de Córdoba". El año que viene hará veinte que otro jurado, presidido también el autor de Antigüo muchacho, decidiera premiar A debida distancia. Fue el último premio de poesía al que me presenté.
Añado el enlace con lo comentado por Miguel Ángel Lama en su blog.

Abandonos

Primero fue el norteamericano Philip Roth quien dijo que se retiraba. Luego, el húngaro Imre Kertész. No es frecuente que un escritor abandone y menos, según creo, mediante comunicado. Pertenecen a un gremio que siempre, o casi, ha presumido de morir "con las botas puestas". Eso ha dado grandes obras y no pocos fiascos. Borges fue a más. Otros a menos, o a casi nada. Ni Roth (me gustó, por cierto, su discurso en diferido para el Príncipe de Asturias) ni Kertész son jóvenes: 79 y 83 años, respectivamente. Su actitud parece una respuesta a esa imposición de los gobiernos actuales, empeñados en hacernos trabajar al resto de los mortales hasta la más avanzada vejez.
Recordaba Ricardo Fresán (que, como Muñoz Molina, se ocupaba en los suplementos sabatinos del caso Roth) lo que el nortemericano piensa acerca del futuro de la lectura, un hábito, según él, que "se ha esfumado". "Como si para leer necesitáramos una antena y la hubieran cortado. No llega la señal. La concentración, la soledad, la imaginación que requiere el hábito de la lectura… Hemos perdido la guerra", añade. "En veinte años la lectura será un culto... Los lectores van a desaparecer. Seguirá habiendo novelistas que seguirán escribiendo, pero serán leídos por menos y menos gente". Eso si no llega antes el fin del mundo, añado yo. Dan ganas de decir "apaga y vámonos".

21.11.12

Sibila, 40









El número 40 de la revista sevillana Sibila es redondo en el doble sentido: por la cifra en sí y por lo bien que resulta.
Juan Carlos Marset, director, y Patricia Ehrle, editora, han conseguido, gracias al patrocinio de la Fundación BBVA (sin esa significativa e imprescindible ayuda la revista desaparecería), reunir un buen plantel de escritores; y, más allá de los nombres, unos textos dignos de elogio. Así, entre otros, los poemas del peruano Carlos Germán Belli y los del colombiano Armando Romero (que, por cierto, publican sendos libros en la colección Biblioteca Sibila). O varios compañeros de generación: Jesús Aguado, que nos ofrece el extenso poema "Dice Kabir"; Antonio Moreno, que sigue en su ascendente camino de despojamiento y esencialidad; Jorge Riechmann, "el más grande de los poetas vivos", según Sarrión, autor de un interesantísimo diario sobre su estancia en la Alpujarra granadina, en Bubión, con esas agudas reflexiones a que nos tiene acostumbrado, plenas, éstas sí, de sentido común, y Francisco León, que nos explica la génesis de la composición de su poema "El juego de la locura", fruto de su obsesión por un precioso lugar llamado Teno (en su Tenerife natal).
Más joven, José Luis Rey vuelve a demostrar su capacidad para sorprender y la clave imaginativa de su poética. Mayores, César Antonio Molina y Eduardo Milán dan a la imprenta otro par de anchurosos poemas en tonos, eso sí, bien distintos.
No faltan la prosa (ensayo, relato, etc.), de la mano de Enrique Vila-Matas (con un texto sobre las entrevistas puramente vila-matiano), José Luis de Juan, Mercedes Gutiérrez García y Sivia Nanclares, entre otros; ni el teatro, con una obra breve de Antonio Garrigues Walker.
Rematan esta entrega feliz imágenes de las esculturas, monumentales al tiempo que leves y aéreas, de Jaume Plensa y un ramillete de romances viejos con música (escrita para ocho voces mixtas) de Luis de Pablo.
"Por lo que parece, ya ha pasado, irremediablemente, el tiempo de las revistas literarias en papel", decía aquí atrás Abelardo Linares, que de esto sabe un rato. Después de lo leído en Sibila (y lo por leer), no sé yo. Lo mismo hay cosas que no pasan. Como la buena literatura en deliciosa textura amalfitana.

20.11.12

Abre Hiperión

La mítica y hermosa librería madrileña vuelve a abrir sus puertas. ¡Por fin! Explica pormenorizadamente lo sucedido Jesús Munárriz, poeta y fundador de la casa, en El Annus horribilis de Hiperión. Muchos, al menos en provincias, temimos su desaparición. Con la remozada página web y una notable actividad en Facebook llegan otras novedades, esta vez de su sección editorial, aunque nunca dejaron de publicar libros. Así, Figuras de la fábula, de Luis Javier Moreno; Poesía juvenil, de Friedrich Hölderlin, o Nueva poesía en el viejo reyno. Ocho poetas navarros, como F. J. Irazoki. Me alegro.

19.11.12

Diario de un letraherido

A uno no le cae demasiado bien. El personaje, digo. A la persona no la conozco. A X., tampoco le gusta. Me lo dijo cuando me encontré con él en la librería, donde había ido a recoger el ejemplar que pedí. A ciegas, por cierto. X. sí lo había hojeado. No recordaba dónde, si aquí o por ahí fuera. El caso es que me fui con el libro bajo el brazo, deprisa como siempre, y cierta desazón. ¿Habría acertado? ¿Para esto se piensa uno tanto lo que compra? 
Hasta ahora, había leído poco, casi nada, de Valentí Puig (Palma de Mallorca, 1949), de quien hablábamos. El autor de Ratas en el jardín, estupendamente editado por Libros del Asteroide. Algunos poemas en antología (como la ochentera de Julia Barella), El hombre del abrigo (una interesante biografía de Pla) y su primer dietario, En el bosque (publicado por Trapiello en Trieste en 1986, por eso se considera a Puig un adelantado del género en España). De un año antes, el 85, es éste que ahora ve la luz, tantos años después.
Está traducido del catalán, por cierto, pues Puig es un mallorquín que escribe en esa lengua. En ésa y en castellano, la que utiliza en su labor de articulista, por la que es más conocido. De la que sobrevienen, me temo, simpatías y lo contrario, a pesar de que se declare moderantista (un asunto al que dedicó un libro de ensayo). No hay pocas referencias a sus ideas -las de entonces- en Ratas en el jardín. Chocantes acaso a mediados de los ochenta, pues el liberalismo no dejaba de ser -como siempre en este país- una especie exótica. Anticomunista confeso, no es Puig un hombre de derechas al uso. Bueno, al uso no lo es ni para esto ni para nada. Basta con acercarse a su bibliografía. En ella encontramos al poeta, al ensayista, al periodista, al novelista, al diarista...En una entrevista de televisión dijo que él era uno de esos escritores que "un día siembra flores y otro, nabos".
De la escritura, dicho pomposamente, se ocupa en no pocas ocasiones a lo largo de sus notas. De la importancia que por entonces, todavía joven, en sus comienzos como escritor, le daba al hecho de escribir, para él muy cercano a la vida ("La literatura siempre conecta con la vida"). Y de la lectura, una pasión que hereda de su padre y que está, según creo, por encima de cualquier otra cosa (en un momento dado confiesa que llora al leer Los conjurados, de Borges). El crítico que cualquier lector es se cuela en estas páginas para hablar de D. H. Lawrence o de Larkin, de Updike o de Joan Fuster, de Gore Vidal o de Claude Simon, de Graves y de Porcel.
Más allá, lo llena todo el personaje, el soltero y solitario bon vivant que frecuenta a las mujeres, putas -que aquí abundan- y no (D., M., etc.); que ama los bares, los restaurantes y las cafeterías, donde se encuentra con amigos y colegas para beber, comer y conversar; que adora la noche y el alcohol (con él, dice, "pensamos mejor, somos más libres, vivimos más") y que viaja esporádicamente, a Barcelona y Madrid. Ante todo, Puig es un palmesano, un mallorquín, uno de esos que pululan por sus páginas (como Joan Bonet, Piero o don Jaume) o en las de La ciudad sumergida, la obra de José Carlos Llop, que, en un juego de espejos, también aparece en el dietario de Puig, justo el día de su boda.
Entre aforismos ("Tenemos las malas compañías que merecemos", "Las cosas más dilectas de la vida llegan al final de una larga paciencia", "Morir joven no es una manera de vivir", "Escribir es una estrategia de resistencia", "Para ser fuerte, quizá no se deba querer ser nada", etc.), ocurrencias (sobre menús o correspondencias), relatos y alguna que otra maldad, aflora el pensamiento conservador (o reformista) de su autor, las referencias a su familia y a los beneficios de una vida burguesa que ya sólo es recuerdo (en el Sóller de hace un siglo, por ejemplo) y acaso la mala conciencia por llevar una existencia desordenada y de excesos que le impide centrarse del todo en su tarea literaria. 
Lo que más me ha gustado del libro son las páginas felices que dedica a su estancia veraniega en Alaró, en una casa con ratas que trajinan en el jardín y una minúscula piscina, donde Puig se refugia cuando, como ahora, el mundo estaba a punto de acabarse, la clase política estaba en franca decadencia y todo parecía, en el fondo, tan triste y caduco como hoy.
Eran los tiempos del primer burofax, de la entrada en el Mercado Común ("si Grecia no nos veta", precisa), la época dorada de El País (donde Puig colaboró)...
Con todo, no era eso lo que importaba, ni siquiera la vuelta, que él pronostica, de los "tecnócratas". En una de sus anotaciones, dice: "Katherine Mansfield, en su dietario, 30 de mayo de 1917: «Estar vivo y ser escritor, con eso basta»". Sí, esa es la clave. 
Ya se ve que no me ha decepcionado la lectura de Ratas en el jardín, por más que no comulgue con las mayor parte de las ideas de Puig (sobre educación, pongo por caso). En fin, liberal que es uno.