En España, como en cualquier otro país, la poesía cambia, evoluciona, y por eso cada cierto tiempo surge una nueva tendencia impulsada por un nuevo grupo de poetas que viene a la busca de su espacio al sol. Unas se asientan. Las más, apenas llegan se van. Mucho se está hablando últimamente de una poesía (que en rigor no lo es) presuntamente fresca
y sencilla que practican vates jóvenes procedentes del mundo de la música y performers que, en consecuencia, ofrecen
recitales y eventos donde es tanto o
más importante la actuación que la palabra.
Si nos atenemos a las listas de libros más
vendidos, acaparan todos los puestos. Y las mesas de novedades de librerías
como las de Casa del Libro. Así las cosas, teniendo en cuenta el número de
ejemplares que dicen vender (10.000 y más), se puede afirmar que la poesía ha
entrado en el mercado. Se ha dado la vuelta al famoso dicho de Francisco Brines:
ya hay público, no lectores. De locales de copas más que de librerías. Adolescentes,
sobre todo. Gente que ve más que lee. Basta citar los títulos de los libros de
estos autores para caer en la cuenta del tono que impera, amoroso más que nada:
La triste historia de tu cuerpo sobre el
mío, Amor y asco, Herido diario, Con tal de verte volar, etc. Y pensar que hubo un día en que, según
Trapiello, aquí leíamos poesía unos quinientos… Ahora, algunos viven de eso.
Para lanzar estos productos se han creado editoriales, como Frida, pero algunas,
digamos, clásicas también han apostado por la moda. Espasa, por ejemplo, con
colección propia: ESPASAesPOESÍA, y Eolas, Valparaíso y hasta Visor. Ésta
sello madrileño lanza a Elvira Sastre, autora de Baluarte, una de las más conspicuas representantes de esta saga, y
en la correspondiente faja (todo un detalle del cariz comercial) leemos esta
frase rimbombante del tertuliano Benjamín Prado: “La poeta que desde hace mucho tiempo estaba pidiendo a
gritos la literatura española”. Sí, Prado (sus recomendaciones de poetas
jóvenes en el diario El País han
levantado ampollas) es uno de los poetas y críticos de la vieja guardia experiencial (las concomitancias son
evidentes) que apoya este movimiento capitaneado por Marwan.
Pero no
sólo de libros vive este movimiento. Fruto de esta época líquida de inmediatez
y prisas, difunden grabaciones y vídeos a través de su medio natural: las muy
democráticas y anárquicas redes sociales. Con YouTube a la cabeza.
De “un
magma inclasificable que avanza con fuerza” habla Maxi Rey, uno de ellos, en la
revista Leer, que dedicó un número al
fenómeno. Otro analista, Jordi Corominas matiza: “una cosa es la falsa
visibilidad de las redes sociales y otra la calidad del género, que dudo mucho
que esté pasando por un periodo de grandes creadores”. Con todo, es el escritor
Juan Bonilla quien, hasta ahora, con más lucidez ha analizado este boom, en su artículo “De repente unos poetas".
Veremos.
Nota: Este artículo ha aparecido en el número 18 de Frear. Como todos los que firmo en esa revista como Άλβαρο Βαλβέρδε, está destinado en principio a los lectores griegos. Desde que lo envié hasta ahora han pasado unos meses, meses en los que este asunto, al que me referí aquí atrás en este mismo rincón, se ha complicado aún más. Ya se anuncia un libro dedicado al fenómeno, nunca mejor dicho.