4.5.05

Volver a la poesía

Homenaje a María Zambrano


Como en ese dibujo de Laffón

donde se aprecia

un estrecho camino

que se interna en la fronda.


Le flanquean, precisas,

las orillas de un mundo

que al cabo nos parece impenetrable.


El sendero es en sí mismo una frontera

entre la luz, que brilla encima, y la negrura

que se intuye inquietante

tras la vegetación y entre los árboles.


Al final, un recodo

marca la dirección por la que huye.


Y allí una intensidad desconocida.


Un fulgor que anticipa

el claro de otro bosque:

el de la vida.


Es uno de los tres poemas inéditos que recoge Juan Carlos Marset en el último número de Sibila. Está dedicado a Antonio Colinas. Pertenecen a un libro futuro que me gustaría titular, con palabras de Leopardi, Árida vida.