28.7.05

Monroy

Ayer noche me acerqué, Monfragüe adelante, hasta Monroy. Para hablar de libros y de lectura en la Semana Cultura que organiza por segundo año consecutivo la Asociación "El Bezudo". Salí de aquí con lluvia y con los faros del coche encendido y llegué al pueblo con sol. Preciosa, por cierto, la vista del lugar en la lejanía a esa mágica hora violeta.
Tiene Monroy un plaza hermosa y, en ella, el castillo. Al verlo desde un balcón situado enfrente, recordé al pintor Pablo Palazuelo, que vivió en Monroy hace años -del 74 al 85- y que lo restauró. Un buen día se fue y todavía no ha vuelto. La historia merecería la pena ser contada. La desconozco en sus detalles. Me susurran motivos políticos y miserias locales (y provinciales y regionales). Demasiados agobios para uno de los artistas más importantes de la pintura española del XX. Demasiadas presiones para un solitario.
Una de las joyas que guardo en mis humildes estanterías es su libro Escritos. Conversaciones, publicado en Murcia en la Colección de Arquitectura dirigida, entre otros, por Jarauta.
Allí está Endrit, un texto sobre el paisaje extremeño: "Extremas tierras solitarias en donde al borde de los remansos de los ríos, en los profundos encinares absortos, todo dormita en apariencia, pero todo está escuchando".