21.10.05

Sorpresas

Uno se dice: Ribera del Fresno y teme lo peor. ¿A dónde iré a parar? Y no, resulta que lo que me encuentro es un pueblo precioso, con algunas de las casas más bonitas que he visto en mi vida. Por suerte, ese lugar conserva su memoria. No cedió a la infame piqueta que ha convertidos nuestros pueblos en cualquier cosa.
Allí nació el poeta más importante de nuestro Setecientos, Meléndez Valdés, del que tanto sabe mi amigo (y compañero de blog) Miguel Ángel Lama. O Antonio Salvador, compañero de Universidad del susodicho, con el que hablaba ayer desde allí, cuando sólo vislumbraba Ribera a lo lejos y era incapaz de imaginar las maravillas que encerraba. Mejor, que encierra.
Para colmo, allí hay gente que lee. Funcionan dos clubes de lectura: del Aula de Adultos y de madres de alumnos del IESO (que suena a requiebro caribeño).
Si no fuera por estas cosas...