20.4.06

Renuncia

Bien sabemos que la vida es una lista sucesiva de renuncias, una reunión continua de derrotas. La última, en lo que a uno respecta, me ha resultado especialmente dolorosa. Tenía que haber viajado estos días a Polonia, invitado por el Instituto Cervantes. Leer poemas en Varsovia, ya ves, me hacía ilusión. Y no por los poemas. Más aún poder hacerlo en Cracovia, el otro destino del viaje, esa ciudad de mi imaginación y de mi memoria que seguirá siendo sólo de los libros. De los de mi admirado Adam Zagajewski, por ejemplo. Habían elegido para la lectura el mismo café que frecuentaba Tadeusz Kantor.
Ni siquiera he abierto el sobre con el billete de avión. Para qué. Se lo devolveré un día de estos a quienes tuvieron la amabilidad de permitirme cumplir uno de mis sueños y a los que he pagado con la peor de las monedas: la renuncia, ya digo. Saben que lo siento. Bueno, en rigor, ni siquiera lo sospechan. En fin. Por suerte, el mundo no se acaba por cosas como ésta. Bueno, acabarse no se acaba, pero doler, ay, cómo duele.