Hace veinte años que murió el poeta Aníbal Núñez. Cuando eso sucedió, vivíamos en Jerte. Nos llamó Ángel Campos muy temprano para darnos la mala noticia. Aunque llegamos tarde al cementerio (tuvimos que dejar a Leticia, que era muy pequeña, en Plasencia), nos acercamos a Salamanca. En la comida que siguió al acto conocimos a un buen puñado de poetas que antes que eso eran amigos suyos: Miguel Casado, Olvido G. Valdés, Tomás Sánchez Santiago, Luis Javier Moreno... Estaba también, cómo no, Felipe Núñez.
En el Círculo de Bellas Artes se le va a recordar. Es justo y necesario que así sea. No en vano es uno de los mejores poetas de su extravagante generación y, sin exagerar, una de las voces más personales de la poesía española del XX.
En el Círculo de Bellas Artes se le va a recordar. Es justo y necesario que así sea. No en vano es uno de los mejores poetas de su extravagante generación y, sin exagerar, una de las voces más personales de la poesía española del XX.