De entre las lecturas del verano (la prolífica y a ratos empachosa biografía de Borges, las intereseantes conversaciones de Philip Roth con un puñado de escritores judíos, la poesía en español -por fin- de Anne Michaels, los delirantes diarios de Cataño, La educación del estoico del Barón de Teive/Fernando Pessoa...), me quedo con un libro que compré hace mucho pero que, vete tú a saber porqué, estaba perdido en un rincón de las estanterías. Me refiero a Paseos con Robert Walser de Carl Seeling (Siruela). No hace falta decir que me ha gustado mucho. No descubro nada nuevo: es un libro de culto, en el mejor sentido del término. Me acordé de él cuando intentaba leer, por segunda vez, Doctor Pasavento, de Vila Matas. El Walser de don Enrique se me volvió a caer (y mira que de este hombre he leído, y con gusto, casi todo) pero el de Seeling me ha llenado de contento. Qué delicia de paseos. La Suiza rural de la lluvia y la nieve (que uno entrevió en los alrededores de Lucerna) contrastaba con la moderada frescura del poniente y con la visión del mar y con las caminatas por la playa. Lo dicho, una lectura más que recomendable.