20.9.07

Vergüenzas

El de "vergüenza ajena" es uno de los sentimientos más impertinentes que hay. Uno, sin embargo, no puede por menos que notarse rejuvenecido después de leer la afectada prosa solapera de un tocho que se me ha cruzado, ay, en el camino. Por el simple hecho de que ha logrado arrancarme los colores. Hacía mucho que no se me subía el pavo de esta manera y eso que uno ejerce de tímido profesional. Lo que no acabo de explicarme es cómo algo así no provoca, en el fatuo escribidor, "vergüenza propia". Sí, ya, por eso.