Ya quisiera uno poder hacer viajes de invierno... Lo digo porque dice mi admirado Félix de Azúa que "el viaje de invierno está regresando. De momento sólo entre espíritus abrumados y líricos, pero no tardarán en sumarse los espíritus prácticos y voluptuosos". No sé si sería pertinente que aterrizara en los cuerpos para precisar que éstos, salvo excepciones, y más allá de la Semana Santa y las Navidades (donde el turismo abunda tanto o más que en verano), se deben a un determinado calendario laboral con sus (casi) forzosas vacaciones estivales.
"Contaba Robert Kaplan -concluye Azúa- en su bello libro Mediterranean Winter, la impresión magnífica de los desolados paisajes sicilianos, tunecinos o adriáticos, opalescentes y verdinegros, los templos lejanos cercados por nubes bajas, la lluvia veneciana que lava los mármoles, todo ello desde un café recoleto cuando ningún turista osa asomarse al invierno marino y las olas parecen solfataras. En esos delicados momentos dejas de sentirte como un turista y vuelves a ser humano".
"Contaba Robert Kaplan -concluye Azúa- en su bello libro Mediterranean Winter, la impresión magnífica de los desolados paisajes sicilianos, tunecinos o adriáticos, opalescentes y verdinegros, los templos lejanos cercados por nubes bajas, la lluvia veneciana que lava los mármoles, todo ello desde un café recoleto cuando ningún turista osa asomarse al invierno marino y las olas parecen solfataras. En esos delicados momentos dejas de sentirte como un turista y vuelves a ser humano".