6.12.07

Aníbal Núñez

He aquí un libro curioso. Ha echado uno la mañana festiva leyéndolo. Se trata de Cartapacios (1961-1973, de Aníbal Núñez. Lo publica lf ediciones & de la luna libros. El prólogo es del bejarano Luis Felipe Comendador y la edición, introducción y notas de Fernando R. de la Flor y Germán Labrador. No hace falta recordar que el profesor salmantino fue uno de los editores de la poesía completa de Aníbal que publicó ejemplarmente Hiperión.
Se recuperan algunas carpetas de inéditos y, con ellas, treinta y seis poemas inéditos. Lo ilustran fotografías del muy fotogénico Aníbal; del archivo de su padre, José Núñez Larraz.
Hay poemas cuajados, que podrían haber figurado en el primer libro de Aníbal, y otros que sólo forman parte de la inevitable etapa de aprendizaje que todo poeta ha de pasar. Mal que le pese.
He disfrutado mucho con las precisas anotaciones de los editores. Con la del poema cacereño del conjunto, dedicado a Puri Asensio, de Villanueva de la Serena. Aníbal tuvo una carrera docente de... 20 días, todos ellos en un instituto de Cáceres, de ahí su vinculación a esta tierra y su clara influencia sobre la poesía escrita por un puñado de poetas extremeños. O la nota que le corresponde al poema "Como quien corta el árbol más querido", el de la ruptura con otro poeta, José Miguel Ullán, su amigo hasta entonces.
A diferencia de Luis Felipe, que siempre vio al poeta de lejos, tuve la suerte de conocer a Aníbal. Por mediación de mi paisano y pariente Felipe Núñez, vino a Plasencia a dar una conferencia sobre "El Cristo de Velázquez", de Unamuno. Luego coincidimos en Montánchez, en unas jornadas que me apetece muy poco rememorar.
Yolanda y yo nos acercamos a su entierro. Ese día -ya lo he contado alguna vez- conocimos a buena parte de sus seguidores y amigos: Tomás Sánchez Santiago, Miguel Casado, Luis Javier Moreno... Estaban, cómo no, Ángel Campos y el citado Felipe. Más tarde acudimos a un homenaje, salmantino también. Con motivo del número extraordinario que le dedicara la revista Espacio/Espaço escrito. Entre el público, un envejecido Gonzalo Torrente Ballester.
Curioso libro éste, y emocionante.