"No estoy en condiciones de hacer un discurso mínimamente correcto en lo sintáctico y lo retórico, porque estoy emocionado como nunca, si es que esto que siento lo es. Me extraña que les interese que hablen de mí. Muchas gracias", dicen que dijo ayer Martín de Riquer en la presentación de su monumental biografía. La vi en Barcelona hace unos días, encima de una mesa de novedades. Me llamó la atención, claro. Uno también admira a este sabio sin énfasis al que nunca ha estorbado la erudición. Fue muy emocionante para mí conocerlo personalmente hace un par de años, cuando (un honor) me senté junto a él en una mesa redonda en torno a José María Valverde, que coordinó, of course, Francisco Rico. Estaba ya muy mayor y parecía seriamente enfermo. Con todo, lo poco que dijo de su viejo amigo valió por casi todo lo que dijimos los demás (que sabrán perdonarme).
Esperaré a que salga en junio la traducción del libro en castellano. Su vida bien merece ser leída. Con semejante devoción con la que algunos hemos leído sus traducciones, estudios y ensayos. Con todo, como dicen de su amigo Valverde (con quien firmó la interminable Historia de la Literatura Universal, rescatada ahora por Gredos), la de profesor debió ser su mejor faceta. Por desgracia, de eso uno nunca podrá dar fe.
Esperaré a que salga en junio la traducción del libro en castellano. Su vida bien merece ser leída. Con semejante devoción con la que algunos hemos leído sus traducciones, estudios y ensayos. Con todo, como dicen de su amigo Valverde (con quien firmó la interminable Historia de la Literatura Universal, rescatada ahora por Gredos), la de profesor debió ser su mejor faceta. Por desgracia, de eso uno nunca podrá dar fe.