Cuando vi la carta, me sorprendí. ¿Quién podía escribir así? Dos palabras me dieron la clave: hemorragia y cabeza. En efecto, quien comenzaba preguntando "¿Me recuerdas?", José Luis Martínez, ha sufrido un ictus y para comunicarse por escrito ha tenido que aprender a escribir con la mano izquierda. Sí, la parte afectada es la derecha. Esto lo he sabido después, gracias a un común amigo que me confirma que conocí a José Luis en Valencia, en la lectura que uno hizo en el Palau. Me acuerdo. Sé que, por suerte, se recupera a marchas forzadas y que "hace sólo unos días, en la FNAC de Valencia, presentó el libro y allí estuvimos todos sus amigos arropándolo", cuenta mi corresponsal. Se refiere a Florecimiento del daño, XIX premio "Cáceres", que venía junto a sus afectuosas palabras. Son poemas muy mediterráneos, llenos de claridad y de luz. "Vivimos para ver", escribe. Estamos ante "la cumbre lírica de un poeta casi secreto, pero esclarecido de voz y de verdades", como dice Vicente Gallego en el hermoso texto de la contracubierta. Hace unos días, comentaba Basilio Sánchez que los poemas de Álex Chico no son mera literatura, en el peor sentido de la expresión, sino versos muy apegados a su vida. Cabe decir otro tanto de los de José Luis Martínez. Son poemas que uno siente cercanos a la suya. Esa vida que, de alguna extraña manera, es también la de todos. Al menos la de sus lectores.
Con su caligrafía temblorosa pero nítida, el autor me dedica el ejemplar con las palabras certeras del último verso del libro: "Tu última verdad te espera dulce".
Con su caligrafía temblorosa pero nítida, el autor me dedica el ejemplar con las palabras certeras del último verso del libro: "Tu última verdad te espera dulce".