24.9.08

Una entrevista

"Hay que separar el grano de la paja"
"Por primera vez nos incorporamos a la poesía española con la oportuna puntualidad"

Simón Viola. Trazos. Hoy. 21/9/2008

Álvaro Valverde (Plasencia, 1959), acaba de dejar la responsabilidad de la Editora Regional y se prepara para volver en unos días al mundo de la enseñanza, como profesor de instituto [me incorporé a las aulas el pasado día 10 y soy maestro de escuela]. Aquí habla el Álvaro Valverde escritor, con gran proyección fuera de Extremadura. Es autor de una obra poética jalonada por títulos tan relevantes en la historia de la poesía española contemporánea como Territorio (Badajoz, DPDB, 1985), Las aguas detenidas (Madrid, Hiperión, 1989), Una oculta razón (premio "Loewe", Madrid, Visor, 1991), A debida distancia (Madrid, Hiperión, 1993), Ensayando círculos (Barcelona, Tusquets, 1995), El reino oscuro (Mérida, Editora Regional, 1999) y Mecánica terrestre (Barcelona, Tusquets, 2002).

Además de un volumen de artículos, El lector invisible (Mérida, Editora Regional, 2001) y un libro de viajes (Lejos de aquí. Mérida, De la Luna Libros, 2004), el escritor ha publicado hasta ahora dos novelas, Las murallas del mundo (Sevilla, Algaida, 2000, finalista del Premio de Novela Café Gijón), y Alguien que no existe (Barcelona, Seix Barral, 2004). Ahora ve la luz en Tusquets Editores su último poemario, Desde fuera.

Desde fuera recoge composiciones de un tramo temporal bastante amplio (como indica en una "Nota del autor", se componen entre 2000 y 2007). ¿Qué razón le lleva a espaciar tanto sus poemarios en unos años en que tan fácil es publicar libros?

Al principio, uno publicaba un libro cada dos años pero eso se acabó hace tiempo. Porque los años no pasan en vano y porque el ritmo de escritura se va ralentizando. Con ser importante, que lo es, tampoco puede uno centrar su vida en la poesía, como cuando era joven. El trabajo lo impide. Al menos el mío y a mí. Por lo demás, la poesía manda. Nunca la he forzado, ni creo que sea posible. Eso queda para los que escriben un libro cada rato y ganan un premio cada poco también, ya que esa rapidez productiva no hay editor que la soporte. Para terminar, puede que publicar un libro sea fácil; hacerlo en según qué colección, no tanto. Y uno hace tiempo que apostó por una de las mejores: "Nuevos Textos Sagrados", de Tusquets.

Desde fuera es, si no me equivoco, su libro más extenso (ciento ochenta páginas) y, si se compara con el anterior, una obra más diversa formalmente, con poemas extensos de versos amplios junto a composiciones escuetas de metro breve. ¿Tienen que ver estas distintas preferencias con determinados periodos temporales o más bien están relacionadas con los temas que comunican?

Sí, este es mi libro más extenso. De ahí que haya más variedad. Hay poemas largos (pocos) y breves (los veinte de la serie "Imaginario) aunque creo que predominan los de mediana extensión, por decirlo de alguna manera. El poema, claro, manda. Él da la medida. Me alegro, eso sí, de haber recuperado el poema breve, algo más que una mera cuestión de número de versos. Desde mi primer libro no había vuelto a escribirlos.

Como en títulos anteriores, domina en el libro la contemplación de determinados lugares (paisajes mediterráneos y del sur de España, ciudades europeas, ciudades y campos extremeños...). ¿Cuál cree que es el sentido más profundo de estas evocaciones espaciales en su obra?

He dicho muchas veces que lo espacial es más determinante que lo temporal en la poesía que ha escrito. Y ahí, la mirada y lo contemplativo. No en vano ese citado primer libro se titulaba Territorio y se abría con un epígrafe de resonancias bíblicas: "Hagamos de este lugar un territorio". En ello he estado. Un poema de Ensayando círculos, "Noción de lugar", aludía explícitamente a eso. Antes, a mediados de los noventa, leí en la Menéndez Pelayo de Tenerife una conferencia titulada también así donde abordaba ese apasionante asunto (en lo propio y en lo ajeno). Se abría con citas de Wallace Stevens y René Char que decían, respectivamente: «La vida es un asunto de gente y de lugares, mas para mí, la vida es un asunto de lugares, y en eso consiste el problema» y «La poesía es el mundo en su mejor lugar». También he dicho que el paisaje de mis experiencias es, en lo sustancial, el de Plasencia, mi ciudad natal, y los valles y tierras que la rodean. De ahí al mundo. De lo local a lo universal, como quería Torga.

Uno de estos lugares es el que se recrea en el apartado "Imaginario": composiciones paisajísticas de una Extremadura quemada por los tórridos veranos, con árboles sin "una hoja, ni un fruto, / que ofrecer a los dioses". ¿Piensa que, como dice en una de las composiciones, hay una correspondencia entre este paisaje y poeta, "tan esencial, acaso, como él, / como él, quizá, tan pobre"?

Esa serie, por decirlo al modo pictórico -que remite a la obra de Godofredo Ortega Muñoz-, es en realidad una poética. O, por decirlo de un modo pedante, esos versos son metapoesía. Al hablar de esos cuadros, del paisaje, reflexiono acerca de mi propia poesía. Además, tienen que ver con una circunstancia biográfica: lo que le costó asumir la Extremadura "seca" a un extremeño "del norte" como yo. No hace falta decir que ese concepto es mucho más que una anécdota de carácter geográfico o paisajístico. Para concluir, sí, hay correspondencia entre ese paisaje y yo. Es más, no podría existir la poesía que he escrito sin él.

El motivo del diálogo con otros creadores, en forma de "impresión de lectura", de "homenajes", o de evocaciones, está presente en los apartados primero y último del poemario, ¿qué diferencias ve en estas aproximaciones como para situarlas en bloques distintos de títulos antitéticos?

Uno es, antes que nada, lector. Al modo borgeano. De ahí esos homenajes o, quizá mejor, esas "lecturas" de otros poetas. Toda ordenación, en fin, es convencional. Puede que haya situado esos poemas en una parte u otra en función de si la mirada es hacia dentro o hacia fuera. Sólo eso.

En la relación de nombres propios a los que alude en los poemas parece predominar la poesía anglosajona sobre la latina. ¿Es cierta esta apreciación? ¿Cree que en su formación lectora tiene un peso mayor la tradición del norte de Europa?

Octavio Paz fue el primero en establecer esa relación, a propósito de los poemas de Una oculta razón. El crítico Miguel García-Posada ya dejó escrito en La nueva poesía (Crítica, Barcelona, 1996) que la poesía de uno "representa la continuidad de la tradición anglosajona, que tanto ha influido sobre parcelas sustanciales de nuestra lírica" y menciona a Cernuda, Gil de Biedma y, cómo no, a Claudio Rodríguez. Podría haber hecho alusión a Brines, otro de mis maestros. Matiza que la mía pertenece más a "la línea eliotiana". Si lo dice alguien tan informado, será por algo. Es evidente que he sido y soy un lector incondicional de esa tradición pero también que he sido un lector ecléctico. Nada en poesía me es ajeno. Ya he afirmado, por lo demás, que me gusta el rótulo de "poesía meditativa" que rescata Valente al hablar de Unamuno y que, yendo hacia atrás en el tiempo, enlaza, en lo europeo, con la poesía de Leopardi y de Wordsworth y en la poesía española con Manrique, Aldana, la Epístola Moral o San Juan de la Cruz. Pero en mi caso, de los clásicos, sobre todo con Cernuda.

Algunas de las composiciones ("Memoria de Andrade", "Cónsul en Riga"...) constituyen monólogos de un sujeto lírico, ajeno al escritor, que se dirige en primera persona al lector. ¿Qué aporta esta perspectiva distanciadora al poema?

Este es un viejo y práctico invento de otro "meditativo", Robert Bronwing. Un truco muy adecuado para mantener la "debida distancia" y huir de lo confesional, algo bastante patético en poesía. Lo he usado no poco. El último poema de Territorio tiene como protagonista precisamente a T. S. Eliot. Es, al fin y al cabo, otra forma de leer y de leerse.

Según las clasificaciones generacionales, usted pertenece a la "generación de los 80". ¿Cuál es el perfil de este grupo de escritores contemplado el fenómeno desde hoy y cuáles fueron los poetas extremeños que participaron en él?

El nombre se lo puso José Luis García Martín. Fue el título de una de sus antologías. A finales de los ochenta, cuando surge esto, uno se sentía muy solo en esa u otras antologías "generacionales" (polémicas al margen). En estos últimos años, sin que hayan variado sustancialmente mis convicciones poéticas, me siento mejor acompañado. Por Carlos Marzal, Vicente Gallego... Algunos de los que entonces militaban en la archifamosa "poesía e la experiencia" son ahora, y para bien, "meditativos" o "metafísicos". Lo importante -entonces, ahora y siempre- son los buenos libros. Los adjetivos sobran. O sirven, si acaso, para las batallitas juveniles y para la didáctica.

El grupo era, ya en serio, variado y contaba -cuenta- con poetas muy valiosos. Ha dado a la historia de nuestra literatura un puñado de libros que superarán el temible paso del tiempo.

En lo que respecta a los extremeños, creo que por primera vez que nos incorporamos a la poesía española (de la que somos arte y parte, no se olvide) con la oportuna puntualidad. En cuanto a la nómina, preferiría no hacerla. Ya se sabe que el personal lírico es de suyo sensible. Está, por otra parte, en los manuales, las antologías, las enciclopedias, los libros de texto... De nada sirven las trampas.

¿Cómo ve el panorama poético de la región? ¿Qué aspectos relacionados con la literatura –difusión, índices de lectura, crítica literaria...- presentan mayores carencias?

La precisión final de la respuesta anterior, más allá de la broma, da a entender que hay poetas extremeños importantes. La vista es magnífica, sin duda. Tenemos en activo nombres de tres o cuatro promociones que cuentan en el panorama nacional.
En cuanto a las carencias -y esto vale para la literatura en general-, tenemos que seguir ganado lectores (aunque se lee más que nunca y los índices suben gracias, entre otras cosas, a la impecable labor del Plan de Fomento de la Lectura); que promocionar y distribuir bien nuestros libros, aquí y fuera (algo que editoriales como Periférica o la Editora Regional, por ejemplo, ya vienen haciendo), y, en fin, que la crítica responsable (nuestra más grave carencia, sin duda) sea capaz de mostrar, con el debido rigor, ese panorama. Por nuestro bien. Hay que separar el grano de la paja. Y no se está por la labor, me temo. Nos puede la falta de criterio. Se lee cada disparate... Es paradójico que fuera reconozcan (en suplementos culturales de periódicos de ámbito nacional, en revistas literarias, etc.) esa excelencia que aquí se obvia o se silencia. Prima el elogio de la mediocridad, como ha venido siendo triste sino en esta tierra. Por eso algunos, tras el cierre de La Gaceta del Libro en Extremadura, esperábamos tanto de un suplemento como éste.