8.6.09

Expurgo

La decisión está tomada: he resuelto hacer un buen expurgo en la biblioteca. Por falta de espacio, sí, pero también por una cuestión de higiene literaria e intelectual. Uno lleva muchos años comprando libros y, aunque nunca he sido bibliófilo ni coleccionista, se han ido acumulando en las estanterías, que ocupan cuartos y pasillos de toda la casa, demasiados volúmenes. Al principio, a uno le hacía ilusión ir dando forma a algo que podría llamarse, con el tiempo, "su" biblioteca. Más si, como era mi caso (el de tantos de mi generación), en la casa familiar biblioteca, en rigor, no había.
Ya no. Aspiro a quedarme con los libros que necesito. Ni uno más. El número es lo de menos; no obstante, serán miles.
He venido comprando los libros que necesitaba leer -o eso creía-, pero han llegado otros que editoriales y autores han tenido a bien enviarme y que no siempre... ¿Para qué guardar, en fin, los ejemplares que nunca volveré a leer? ¿Para qué dejar los que detesto? Como dijo Manguel, la biblioteca de cada cual es una suerte de autobiografía y no quiero que nadie se lleve a engaño. Yo el primero.
Además de decidir cuáles se van y cuáles se quedan, sólo me queda decidir qué hago con los expurgados. Se admiten sugerencias.