2.6.09

Palestina

En la colección Puerta del Mar del CEDMA de Málaga se ha publicado la antología Lo que ha quedado del naranjo. Palestina en el corazón. El editor es el poeta Jesús Aguado y en ella se reúnen unas ochenta colaboraciones, la mayor parte poemas, en torno al problema palestino (un imperfecto eufemismo) y, en concreto, a los lamentables sucesos que tuvieron lugar en Gaza hace unos meses. De entonces data la petición de Aguado que ahora cobra forma en este libro donde la literatura se pone al servicio no de la política sino de la verdad. O eso al menos cree uno, que envió para ese fin el poema que copio a continuación. No es fácil escribir "de encargo". No cuando el asunto le resulta distante a quien tiene que escribir sobre él. ¿Hay alguien, sin embargo, ajeno a lo que sucede en Palestina? Yo, no.

PALESTINA

Llevamos una vida

mirando esas imágenes

con mujeres cubiertas

de luto y de tristeza,

hombres que corren

con sus hijos en brazos,

casas rotas o en ruinas,

soldados que disparan,

tanques que avanzan,

gente que va gritando por las calles,

y sirenas y prisas y ambulancias

con cuerpos destrozados por metralla.

Al ruido de los tiros,

se suma el de los cánticos.

Al terroso color de ese paisaje

de edificios caídos y miseria,

se sobrepone el rojo intenso

de la sangre.

A los campos desérticos

de guijarros y polvo

le dan el contrapunto los olivos,

de un verde descompuesto.

Esa batalla nos dura ya una vida.

Hemos ido creciendo

a su sombra enfermiza.

Incluso hemos llegado a acostumbrarnos

a que a esa sinrazón

le llamen guerra.

Y, sin embargo,

no hay mentira ni ley que justifique

esa obscena emboscada de la historia.

Ni un salmo ni una aleya que defienda

la perversión de ese combate.

Un pueblo herido se olvida del horror

matando a otro.