18.4.10

Domingo

Después de misa, había en mi infancia otra visita dominical obligatoria: las orejas rebozadas de Los Álamos. Bajábamos hasta allí en el seiscientos. El local estaba muy concurrido y no pocos iban a degustar la especialidad de la casa. Los dueños, procedentes de Serradilla, abrieron después un hostal en la otra punta de la ciudad -Real se llama- y seguimos yendo; en mi caso, con la distancia exigida por los cambios de edad y circunstancias. Así hasta que un buen día dejaron de ofrecer el famoso plato. Sin embargo, ayer, por sorpresa, en un nuevo bar que han abierto en este pueblo de bares, El quinto Beatle, volví a comer esas orejas rebozadas. Me llamó Y. para decírmelo antes de que me incorporara a la ruta. Había visto un cartel anunciándolo a la puerta del local. El propietario, hijo de aquéllos, ha rescatado, con la complicidad de su hermana, la receta de su madre. El éxito, nos dijo, está asegurado. Lo pude comprobar en el rato que estuvimos allí. Casi todos pedían la suculenta tapa. Ojalá dure.