"Los que amamos mucho el género humano no soportamos en exceso el trato social. Preferimos que el contacto humano siempre sea un acontecimiento, no una rutina. Invito a pocas personas a mi casa, voy a pocas reuniones o fiestas, y cuando voy suelo conectar el piloto automático, que cuenta chistes y se muestra simpático. Las reuniones en las que me siento cómodo son las de dos o tres personas". En El Cultural.