1. Fui a Salamanca por comprar, sobre todo, la antología que coeditan la Universidad y Patrimonio Nacional con motivo del Premio Reina Sofía que este año ganó Brines, uno de mis poetas favoritos. Como suelo repetir, su poesía es quizá la que más he releído de entre la contemporánea en lengua española.
Para quemar la noche se titula ese libro y la introducción (excelente), edición y selección es de Francisco Bautista. Ya está uno deseando leer su nueva obra (que anuncia Visor en su colección Palabra de Honor), más desde que El País adelantara tres poemas inéditos junto al reportaje de Ángel L. Prieto de Paula sobre el premio salmantino y la correspondiente antología (que cierran, precisamente, "Mi resumen", "El vaso quebrado" y "Mis tres fauces"). Memorable.
2. Vila-Matas recuerda una cita de Flaubert (quién sabe si apócrifa, tratándose de don Enrique...), escrita un día de junio de 1870: "El mundo se va a volver tremendamente imbécil. Durante los próximos años, la cosa va a resultar muy aburrida. Es una suerte que vivamos ahora y no más tarde".
3. "Somos apenas un puñado de invisibles letraheridos en medio de un millonario ejército de sumisos y adocenados analfabetos funcionales".
"Los diaristas somos una suerte de guías secretos, a veces hasta involuntarios, que ejercemos nuestro oficio en el desfiladero de la vida propia y hasta hacemos incursiones, proféticas y/o disparatadas, en la ajena", Raúl Carlos Maícas, La mano sobre los ojos.
4. Está visto y demostrado que quienes mejor han sabido mirar la pintura de Ortega Muñoz han sido los poetas. Diego, Vivanco... Ahora José Corredor Matheos, del que acabo de leer (y ver) Godofredo Ortega Muñoz: una pintura pura, una realidad transparente, publicado con esmero por la Fundación que lleva el nombre del pintor sanvicenteño. Penetrante, lúcido, poético.
5. Siguen llegando libros de paisanos de la periferia (tan periférica como la extremeña). Así, Para nombrar una ciudad, de David Eloy Rodríguez, sevillano de Cáceres, Premio Francisco Villaespesa, editado, con el buen gusto de siempre, por Renacimiento. Viene acompañado de dos entregas de la elegante editorial libros de la herida (que coordina Rodríguez), una de ellas de otro extremeño: Juan Antonio Bermúdez: Compañero enemigo, y un libro de cuentos infantiles: Este loco mundo (calambache cuentos), con textos del citado autor, M. Á. García Argüez y J. M. Gómez Valero, así como ilustraciones de Amelia Celaya.
6. "Después de tantos años de despilfarro, los gestores de la cosa cultural extremeña han decidido cerrar el grifo, y, como todo lo hacen a lo grande, lo han hecho sin piedad. Por ejemplo, el presupuesto de la Editora Regional de Extremadura se recorta en un 60 por ciento nada menos. ¡Con lo que disfruté con los Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz (I y II), con La inmigración marroquí en la zona de la Tayuela (Cáceres), entre 1992 y 1996, con Un lote de cerámicas procedente de Benquerencia de la Serena (Badajoz) y otros tantos títulos esenciales, que esquilmaron los bosques de medio mundo!".
Con la mala leche que le caracteriza, Juan Palomo (El Cultural, 3 de diciembre de 2010).
Para quemar la noche se titula ese libro y la introducción (excelente), edición y selección es de Francisco Bautista. Ya está uno deseando leer su nueva obra (que anuncia Visor en su colección Palabra de Honor), más desde que El País adelantara tres poemas inéditos junto al reportaje de Ángel L. Prieto de Paula sobre el premio salmantino y la correspondiente antología (que cierran, precisamente, "Mi resumen", "El vaso quebrado" y "Mis tres fauces"). Memorable.
2. Vila-Matas recuerda una cita de Flaubert (quién sabe si apócrifa, tratándose de don Enrique...), escrita un día de junio de 1870: "El mundo se va a volver tremendamente imbécil. Durante los próximos años, la cosa va a resultar muy aburrida. Es una suerte que vivamos ahora y no más tarde".
3. "Somos apenas un puñado de invisibles letraheridos en medio de un millonario ejército de sumisos y adocenados analfabetos funcionales".
"Los diaristas somos una suerte de guías secretos, a veces hasta involuntarios, que ejercemos nuestro oficio en el desfiladero de la vida propia y hasta hacemos incursiones, proféticas y/o disparatadas, en la ajena", Raúl Carlos Maícas, La mano sobre los ojos.
4. Está visto y demostrado que quienes mejor han sabido mirar la pintura de Ortega Muñoz han sido los poetas. Diego, Vivanco... Ahora José Corredor Matheos, del que acabo de leer (y ver) Godofredo Ortega Muñoz: una pintura pura, una realidad transparente, publicado con esmero por la Fundación que lleva el nombre del pintor sanvicenteño. Penetrante, lúcido, poético.
5. Siguen llegando libros de paisanos de la periferia (tan periférica como la extremeña). Así, Para nombrar una ciudad, de David Eloy Rodríguez, sevillano de Cáceres, Premio Francisco Villaespesa, editado, con el buen gusto de siempre, por Renacimiento. Viene acompañado de dos entregas de la elegante editorial libros de la herida (que coordina Rodríguez), una de ellas de otro extremeño: Juan Antonio Bermúdez: Compañero enemigo, y un libro de cuentos infantiles: Este loco mundo (calambache cuentos), con textos del citado autor, M. Á. García Argüez y J. M. Gómez Valero, así como ilustraciones de Amelia Celaya.
6. "Después de tantos años de despilfarro, los gestores de la cosa cultural extremeña han decidido cerrar el grifo, y, como todo lo hacen a lo grande, lo han hecho sin piedad. Por ejemplo, el presupuesto de la Editora Regional de Extremadura se recorta en un 60 por ciento nada menos. ¡Con lo que disfruté con los Apuntes para la historia de la ciudad de Badajoz (I y II), con La inmigración marroquí en la zona de la Tayuela (Cáceres), entre 1992 y 1996, con Un lote de cerámicas procedente de Benquerencia de la Serena (Badajoz) y otros tantos títulos esenciales, que esquilmaron los bosques de medio mundo!".
Con la mala leche que le caracteriza, Juan Palomo (El Cultural, 3 de diciembre de 2010).