29.12.10

Desde Aracia

Ya di cuenta aquí hace poco de la salida de la primera novela de Juan Ramón Santos, Biblia apócrifa de Aracia (Del Oeste Ediciones), y de mi intención de leerla cuanto antes. Acabo de dar esa lectura por concluida, siquiera por ahora. Porque no es una novela al uso (de las que a uno no le gustan, de las que se justifican con el descubrimiento del asesino y poco más), sé bien que he de volver, más pronto que tarde, sobre algunas de sus páginas.
La única reseña que a día de hoy ha aparecido, firmada por uno de nuestros críticos más veloces, Simón Viola, es elocuente. Yo, que crítico no  soy, prefiero limitarme a declarar el feliz entusiasmo con que la he leído, lo mucho que he disfrutado con ella y la pena que me ha dado llegar al final. Lo veía lejano, no es delgado el volumen, pero...
A sus muchas virtudes literarias (remito de nuevo a Viola), uno puede añadir un detalle -menor, sin duda-. que ha iluminado esa gozosa lectura. El de sentirse de Aracia, Murania, Ochavia, Labriegos, Pedregal o... Plasencia, lugares por donde transcurren las bien tramadas historias que componen esta novela bíblica.
Tras un arranque potente, a modo de génesis, confieso que algún capítulo de la primera parte de "De lo antiguo" me despistó, tal vez por su carga histórica, pero el desvío fue momentáneo. No estamos, ni por asomo, ante una novela "histórica". Ni siquiera tuve que esperar a la segunda parte para comprobarlo. Bastaría citar la palabra lenguaje para conjurar la mención de ese espurio género de moda. Lo que vino después fue incrementando, a un tiempo, mi velocidad de lectura y mi afán lector. Ya en "De lo nuevo", me rendí definitivamente ante "La pasión según Mateo", seducido por una narrativa que proclama con la debida naturalidad, sin afectación, la noble estirpe de la que proviene. Los homenajes a Borges, Ferlosio o Hidalgo Bayal, por citar a tres escritores de referencia, dan buena cuenta de ello. ¡Qué gusto da leer a Santos!
Nada más enojoso que los impertinentes comentarios sobre el argumento cuando de una novela se trata. Por eso lo dejo aquí. Que cada cual, si así lo decide, se adentre en este mundo de mundos, en este tiempo de tiempos, que es Aracia y no es Aracia. Y que los críticos reciban, por largo y con elogios, esta venerable escritura.