3.2.11

Lo último de Pureza Canelo

Unos días después de pasar por el Aula de Literatura "José Antonio Gabriel y Galán" de Plasencia, y siguiendo una ley no escrita para quien pasa por ella, Pureza Canelo ganaba el premio "Ciudad de Torrevieja" con un libro titulado A todo lo no amado. Los títulos de Pureza Canelo dicen no poco de las obras que ha escrito y ha venido publicando desde aquel Lugar común que se alzara con el Adonais (1970) cuando ese premio aún conservaba el prestigio del que desde hace tiempo, excepciones mediante, carece. Quiero decir, entre otras cosas, que son tan originales como todo lo que esta poeta de Moraleja (1946, ella no oculta su edad) escribe. Sí, si cabe aún utilizar esa gastada y desprestigiada palabra es precisamente aquí. Para esto. Sin miedo, además. Porque en ella hay, sin duda, "un lugar para lo genuino", al modo de Marianne Moore.
Lo primero que quiero decir, volviendo atrás, es que este libro está muy por encima de ese premio levantino que concede un jurado formado por diez personas y que publica la histórica (y poética) Plaza & Janés. No necesitaba aval. Le sobra, mejor. Eso no obsta para que uno reconozca la valentía de ese tribunal lírico para otorgárselo a un libro así. Sorprendente, de pe a pa. Implacable, como la misma Pureza, tan solitaria en la vida como en la obra. Sin concesiones a otra cosa que no sea ella misma y sus muy definidas circunstancias.
Aquí no hay improvisación ni niguna otra mandanga. Poesía pura, si se me permite la expresión, lejos de casi todo y de casi todos; salvo, quizás, de su amado Juan Ramón. Tan pura como el hermoso motivo de la cubierta, del belviso Pablo Palazuelo, otro guiño, porque todo es aquí por algo. Donde nada se parece a nada ni a nadie.
Poesía a tumba abierta, y sé lo que me digo. Sin trampa ni cartón. También sin comas. Bien sé que esta forma de escribir no se rinde al primer asedio; con todo, calibra uno su alcance, su fuerza y su ambición a la primera lectura.
Poesía que es poética, más que metapoesía. Como ya venía siendo, más allá de modos y modas. Poesía "a la intemperie". Y al "oeste" ("en el oeste / de mi estirpe", "soy / de tierra interior"), donde mejor nació.
Los jóvenes poetas españoles, a los que tanto y con tanto tino criticó, en voz alta, a su paso por esta ciudad, deberían leer (estudiar, mejor) su poema "Escritura pobre", el que empieza: "Ocupemos el lugar / menor".
"Apacienta el vivir, / es la consigna", dice en otra parte. Tampoco en esto miente esta "escritura / en oficio lento" que concluye: "Extraña /gran jugada / existir".