Esta mañana hemos tenido en clase una visita muy especial. Con motivo de la celebración de la semana cultural del colegio, los protagonistas han sido hoy los abuelos. Y uno de ellos, el de mi alumno N., es nada más y nada menos que Fernando Castro; en casa, Nando "el de Las Cuevas", por el famoso bar del Resbaladero de San Martín (justo debajo de la casa de mi reciente poema) donde estuvo tantos años sirviendo copas y animando la cultura placentina más viva. No en vano, de ese sitio salieron algunos de sus más conspicuos representantes. Poco amigo de los bares y de la noche (por eso no debió prender en uno la llama de "la experiencia"), pasé con cierta frecuencia por allí, aunque nunca llegué a alcanzar la categoría de miembro de número de alguna de las sucesivas generaciones del local que en "cuadros de honor" colgaban de sus paredes. En Las Cuevas estuvo el primer jukebox de Plasencia (con la mejor música) y, cómo no, Las Cuevas y Nando aparecen como personajes de Las murallas del mundo. Más de una tarde, a horas inusuales para los fijos, tomamos algo en aquella acogedora penumbra con el poeta Felipe Núñez.
Socio fundador de la ferial Peña del Sombrero, fue muy amigo de mi suegro con quien bebió y cantó no pocas veces.
En clase ha aparecido esta mañana con sus andares lentos, su bigote de siempre y su mirada clara, cargado de algunos títeres o marionetas de aquellos que paseaba por todo el oeste español hace años, cuando dirigía el grupo Monigotes. A los chavales les ha encantado. Se les ha hecho demasiado corto. Les ha animado a seguir la tradición y ha puesto a su nieto de ejemplo para tirar del carro.Ojalá.
Al terminar les ha contado una anécdota. De cuando estuvieron en León, en pleno, gélido invierno, y se pasaron a cobrar por el ayuntamiento. No había nadie. Por fin, un policía municipal les puso en contacto con alguien que sabía de aquello. Un muchacho joven le dijo a Nando que le acompañara a su casa para que les pudiera pagar la actuación. Así fue. Lo curioso es que aquel concejal o responsable municipal del asunto era un tal José Luis Rodríguez Zapatero, el actual presidente del gobierno de España.
Ya en el patio, donde hemos tenido un desayuno saludable a base de tomate, fruta, queso, yogures, cereales, frutos secos y otras delicias, he saludado también a otra abuela, de otro alumno, L. Se trata de Pili Orantos, mi primera maestra en una guardería que hubo en el Rosal de Ayala. Otra alegría. No todo van a ser disgustos.
Socio fundador de la ferial Peña del Sombrero, fue muy amigo de mi suegro con quien bebió y cantó no pocas veces.
En clase ha aparecido esta mañana con sus andares lentos, su bigote de siempre y su mirada clara, cargado de algunos títeres o marionetas de aquellos que paseaba por todo el oeste español hace años, cuando dirigía el grupo Monigotes. A los chavales les ha encantado. Se les ha hecho demasiado corto. Les ha animado a seguir la tradición y ha puesto a su nieto de ejemplo para tirar del carro.Ojalá.
Al terminar les ha contado una anécdota. De cuando estuvieron en León, en pleno, gélido invierno, y se pasaron a cobrar por el ayuntamiento. No había nadie. Por fin, un policía municipal les puso en contacto con alguien que sabía de aquello. Un muchacho joven le dijo a Nando que le acompañara a su casa para que les pudiera pagar la actuación. Así fue. Lo curioso es que aquel concejal o responsable municipal del asunto era un tal José Luis Rodríguez Zapatero, el actual presidente del gobierno de España.
Ya en el patio, donde hemos tenido un desayuno saludable a base de tomate, fruta, queso, yogures, cereales, frutos secos y otras delicias, he saludado también a otra abuela, de otro alumno, L. Se trata de Pili Orantos, mi primera maestra en una guardería que hubo en el Rosal de Ayala. Otra alegría. No todo van a ser disgustos.