Una tarde me encontré por la calle Cartas a María Jesús Manzanares y me dijo: "¿También a ti te gustan las calles secundarias?". Por eso le he dedicado este poema.
CALLES SECUNDARIAS
Esta ciudad pequeña en la que vivo
carece de lustrosas avenidas,
de ensanches que merezcan dicho nombre,
de bulevares, travesías, rondas
como en las urbes que llamamos grandes.
Esta es una ciudad de callejuelas,
de callejas oscuras y pasajes umbríos,
de callejones con olor a orines
y recovecos entre muros húmedos.
De rúas y de calles sin aceras
con estrechez de zoco o judería
más propias de lugares de otro tiempo.
De origen medieval, ese trazado
es propicio al paseo y al silencio,
a las divagaciones y derivas,
a perderse sin más entre las ruinas
de un nimio, inextricable laberinto.
(Publicado en el nº 4 de la revista Isla de Siltolá, Sevilla, 2011)