Leo en una isla -la cafetería de un centro comercial salmantino- Cuaderno de las islas, de Andrés Sánchez Robayna (Lumen) y al hacerlo me acuerdo de amigos isleños, como Carlos Medrano y José Carlos Llop (los dos en Mallorca) o como Paco León (en Tenerife). También de otros que dejaron su isla, pero siempre están allí, como el cubano Orlando González Esteva o el canario José Carlos Cataño. Todos poetas. Sí, porque uno podría decir que la poesía es una isla. Una isla "íntima" (Borges) e "interior" (como las de los ríos y los lagos, tal La Isla placentina que uno rodea cada día).
Robayna lleva años asediando el asunto de las islas y de ahí este archipiélago de aforismos, reflexiones, citas y comentarios que forman la primera parte de su libro y ese otro compuesto por poemas sobre islas (una antología amplia pero selecta) que sustancia la segunda. De Cernuda, Juan Ramón, Quesada, Lezama, Elytis, Quasimodo, Andrade, Paz, Walcott, Zagajewski y algunos más.
Porque una isla también puede estar rodeada de tierra por todas partes, podría decir con el mallorquín Rosselló-Pòrcel: "Toda mi vida está ligada a ti / lo mismo que en la noche las llamas a lo oscuro".
Robayna lleva años asediando el asunto de las islas y de ahí este archipiélago de aforismos, reflexiones, citas y comentarios que forman la primera parte de su libro y ese otro compuesto por poemas sobre islas (una antología amplia pero selecta) que sustancia la segunda. De Cernuda, Juan Ramón, Quesada, Lezama, Elytis, Quasimodo, Andrade, Paz, Walcott, Zagajewski y algunos más.
Porque una isla también puede estar rodeada de tierra por todas partes, podría decir con el mallorquín Rosselló-Pòrcel: "Toda mi vida está ligada a ti / lo mismo que en la noche las llamas a lo oscuro".