Uno llegó a imaginarse a Gonzalo Hidalgo Bayal celebrando su jubilación como su personaje don Gumersindo, narrada en unas páginas memorables al principio de su novela El espíritu áspero. Pero no. Tan sólo, rendido a la educación y a la costumbre, consintió en cenar junto a sus compañeros de instituto -los que se van, como él, y los que se quedan-. Eso fue todo. No se le espera en la fiesta de la Consejería -si es que sigue- ni en la del ayuntamiento -que a buen seguro se mantendrá-. Tampoco le veo escribiendo algo entrañable para el libro de batallitas que, al parecer, editan en Mérida con esa fausto motivo. Ni recogiendo el tradicional reloj. Muchos ni siquiera sabrán que don Gonzalo pasa, en sentido literal, a mucha mejor vida.
De suyo discreto, aún no ha comentado a su librero placentino que en septiembre publicará un nuevo libro, noticia que éste recibía el otro día entre alborozado y sorprendido.
Si será reservado que a pesar de que el sábado estuvimos de ruta y nos recogimos a eso de las cuatro de la tarde, lo que dio para hablar, tampoco a mí me comentó nada acerca del Colloque Internacional Le monde romanesque de Gonzalo Hidalgo Bayal, organizado por la Université de Haute-Alsace (Mulhouse, Francia), hecho del que me entero gracias a Lama, que lo cuenta en su blog. Al menos ahora no tendrá que remover Roma con Santiago para poder ausentarse un par de días del trabajo.
Lo dicho, genio y figura. Jubilado o no.
De suyo discreto, aún no ha comentado a su librero placentino que en septiembre publicará un nuevo libro, noticia que éste recibía el otro día entre alborozado y sorprendido.
Si será reservado que a pesar de que el sábado estuvimos de ruta y nos recogimos a eso de las cuatro de la tarde, lo que dio para hablar, tampoco a mí me comentó nada acerca del Colloque Internacional Le monde romanesque de Gonzalo Hidalgo Bayal, organizado por la Université de Haute-Alsace (Mulhouse, Francia), hecho del que me entero gracias a Lama, que lo cuenta en su blog. Al menos ahora no tendrá que remover Roma con Santiago para poder ausentarse un par de días del trabajo.
Lo dicho, genio y figura. Jubilado o no.