© Gorka Lejarcegui, El País |
En la incómoda y algo tortuosa sección de poesía de La Casa del Libro de la Gran Vía madrileña encontré a finales de julio Geometría de las horas. Una lección antológica. El libro, editado por la Universidad Veracruzana, se publicó en 2007 y surge de un encargo del también poeta José Luis Rivas, entonces director del citado sello, al ensayista, profesor y poeta Adolfo Castañón con motivo de la entrega del premio Octavio Paz al escritor venezolano. Montejo murió apenas un año después.
Castañón ha llevado a cabo un trabajo magnífico. Pocos libros más recomendables para iniciarse en una de las poéticas más hermosas y necesarias del panorama hispano del fin de siglo. A uno, que lleva años frecuentando sus poemas, el libro me ha dado no pocas satisfacciones. Para empezar, porque al excelente y centrado prólogo del editor y a la impecable selección de poemas de todos sus libros (los últimos, no se olvide, publicados en España por Renacimiento y Pre-Textos) se le suman poemas y prosas de sus poetas heterónimos (Tomas Linden, Lino Cervantes y Blas Coll), una colección de ensayos sobre autores como Ramos Sucre, Pellicer, A. Machado, Eliseo Diego (muy emocionante), Rossi, Borges, Paz o Drummond de Andrade, un conjunto de "palabras y discursos", algunos textos sobre artes plásticas, unas cuantas entrevistas fundamentales y, tras tres breves textos de Gustavo Guerrero sobre su poesía, una completa bibliografía y una exhaustiva cronología. Como se ve, no se puede pedir más.
Montejo nos dejó antes de tiempo. Por lo leído en esta "lección antológica", no antes de demostrar sobradamente su condición de poeta. Para sus antepasados precolombinos, éste era alguien que, al hablar, hacía que las cosas se pusieran de pie. Él lo consiguió. Y así siguen.
Notas: Al hilo de este comentario, recomiendo la lectura del ensayo "Poesía y naturaleza", de Juan Carlos Marset, publicado en el número 33 de la revista Sibila (Sevilla, abril de 2010) y dedicado a la obra del autor de Terredad.