Las avispas en el vaso de té.
Dentro y fuera del vaso de té.
Quietas o volando
alrededor del vaso de té.
Allí, el dulzor condensado
en al agua humeante
de intenso color ámbar.
El perfume inequívoco
de las gotas de azahar
y yerbabuena.
Sobre el acantilado,
en aquella terraza
a la sombra del mundo,
cada sorbo era un vuelco
hacia el hosco pasado,
cada avispa un recuerdo
de los años vividos.