12.2.12

Crónica social

Al final, por complicaciones de última hora, no pude asistir a la gala cultural (magia, música y poesía) de 20 Verdades Fingidas. Uno llega al viernes transío, como se dice por aquí. Gracias al entusiasta José Cercas, que tanto ímpetu puso a favor de la candidatura cacereña a la Capital Europea de la Cultura y a quien conocí ayer en persona, ya tengo un ejemplar de la antología pacense. Participé en ella de forma voluntaria, vaya eso por delante, aunque nunca vi demasiado claros los objetivos de la misma. A pesar de mi insistencia, tampoco logré saber qué poetas irían en ella, lo que descubro por fin ahora. Una cosa es leer un nombre en una lista y otra muy distinta un poema que firma ese (para mí) desconocido. Por no parecer lo que no soy: un poeta amoroso o un tipo remilgado y exquisito, me dejé llevar. Ahora me arrepiento en parte. Por muy artísticas que sean, lo que no pongo en duda, uno, poco dado a la frivolidad, no se encuentra demasiado cómodo a la sombra de tanta muchacha en flor, y, menos aún, entre algunos ripiosos de tomo y lomo. Por lo demás, me basta y me sobra con la excelente compañía de amigos que son poetas, nunca mejor dicho, de cuerpo entero: Irene Sánchez Carrón (que aquí pierde su segundo apellido), Antonio Gómez (que ya ha posado en deshabillé), Basilio Sánchez o Ada Salas. Gracias, Mario.
Otro de los seleccionados, Jesús María Gómez, es el alma de la asociación cultural cacereña Norbanova que anoche, junto a su mujer (ilustradora) y otros miembros de la misma, se acercaron a La Puerta de Tannhäuser para presentar uno de sus libros de la colección de narrativa así como el primer número de su revista: Norbania. Pasamos un rato muy agradable mientras unos y otras iban leyendo en voz alta poemas y relatos. Cuando me tocó el turno (no valía escaquearse) preferí leer el poema de José Luis Bernal, P.D.L & T.S.E., quien después de años y años dedicado a la tarea investigadora (ayer mismo daba buena cuenta de ello en la reseña que firmaba en ABC Cultural sobre la obra editada por Rafael Inglada donde se recogen los artículos que publicó en el diario monárquico madrileño su adorado Gerardo Diego), ultima un nuevo libro de poemas titulado Tratado de ignorancia. De otro cacereño, Santos Domínguez, me traje, editada también por Norbanova, otra antología: Las alas del poema. ¡Qué sinvivir!, que diría el maestro.