«Preguntarse por el futuro del libro es también, y sobre todo,
preguntarse qué pasará con el ecosistema del libro. Con las librerías y
las bibliotecas. En especial con las redes de bibliotecas públicas. Sin
librerías y bibliotecas, no existe la ciudad. En psicogeografía, hay el lugar y el no lugar. El lugar es una unidad de emoción y memoria. Podríamos ser más precisos y hablar del tercer lugar.
El lugar donde a la memoria y la emoción se suma el encuentro. Hoy es
difícil señalar un lugar donde se dé mayor diversidad, mayor mezcla
entre gente de diferentes generaciones, clases sociales, géneros,
orígenes, ideologías, creencias o estéticas que en una biblioteca
pública. Se habla mucho de los bajos índices de lectura en España, pero
se habla poco de la gran revolución vivida en muchas ciudades, grandes y
pequeñas, al crear, y con bajo coste, redes de bibliotecas públicas. No
hay ninguna entidad, ni siquiera deportiva, que en proporción tenga
tantos asociados como las bibliotecas públicas.
Algunas instituciones, por desgracia, ya han recortado los gastos en
el suministro de libros a las bibliotecas. Esto sí que es fundir los
plomos de la “civilización”». Manuel Rivas, "La resistencia erótica del libro", El País.