Qué adecuado me parece el dibujo de José Saborit que ilustra la cubierta del último libro del poeta venezolano Rafael Cadenas. Siempre lo digo: ahí suele estar la primera pista fiable sobre un libro, si la editorial es seria y el tipógrafo, claro, tiene gusto.
A Cadenas (Barquisimeto, 1930) llegó uno más tarde que temprano, aunque su nombre y sus poemas no faltaran en los recuentos ultramarinos que he venido frecuentando a lo largo del tiempo. Mi encuentro con su inmensa poesía vino de la mano de la Obra entera, publicada aquí por Pre-Textos (y fuera por FCE). Fue un deslumbramiento del que todavía no me he recuperado y del que confío no recuperarme ya nunca. Esta nueva entrega, Sobre abierto, lo confirma.
A pesar de que en su juventud fue de verbo torrencial, tan exuberante como el paisaje de su tierra (en Los cuadernos del destierro y Falsas maniobras), la poesía de Cadenas se caracteriza por su parquedad, por su exactitud. Que nadie busque en ella una palabra de más, un exceso verbal, un margen a la mala retórica. Sobria por excelencia ("Evito las exclamaciones. / No soy de donde viene / el grito", escribe, o "Rehúyes el énfasis"), propia de alguien que dice: "Nada pido. / Voy / liviano". De quien procura "ir con la vida sin oponerle resistencia", como le confesó a Claudia Posadas. Poesía, en fin, despojada, cercana en su concepción a la oriental -no en vano Cadenas es un buen conocedor del zen, el taoísmo y el hinduismo-, con independencia de que denomine "tríptico" a lo que parece "haiku".
"Estar / aquí / ya es / demasiado". A esta verdad obedece el tono de Sobre abierto. Un tono mesurado, ya se dijo. Celebratorio, sin alharacas; triste, sin queja. De memorias y olvidos, que se conforma con poco o casi nada: el sol, la flor, el viento, la mañana, los libros, las palabras... "No desdeñes nada. / La rana le dio a Basho / su mejor poema".
Poesía de la mirada ("Los ojos / nunca son insolventes"), donde la luz de todos los días es siempre nueva. "Quitado de ti miras el mundo / por vez primera", escribe, y es que, a pesar de su avanzada edad, Rafael Cadenas se empeña, sin esfuerzo, en convencernos de que la novedad del mundo es incesante y cada día el primero de tu vida. Sí, a pesar de que "Caminas entre escombros / de ayeres. / Te restablece / un atender. / Honras así / tu alrededor".
Poesía, en fin, que no deja de preguntarse por ella misma, por el asombro o el misterio de su existencia: "Lleguemos a un acuerdo, poema. / Ya no te forzaré a decir lo que no quieres / ni tú te resistirás tanto a lo que deseo".
Poesía, en fin, que no deja de preguntarse por ella misma, por el asombro o el misterio de su existencia: "Lleguemos a un acuerdo, poema. / Ya no te forzaré a decir lo que no quieres / ni tú te resistirás tanto a lo que deseo".
"Musa" se titula, precisamente, uno de los poemas con título del libro, y dice:
Concédele al poeta,
si la humildad no lo ha abandonado,
las palabras justas
para su tarea: no decir lo que se espera
sino
ser vocero
de la más oculta necesidad.
¿Qué se puede añadir?