13.7.12

Inconvenientes del turismo en Praga

La Editora Regional de Extremadura sigue sacando libros heredados de la etapa anterior. Por una parte, nos alegra: sigue viva. Por otra, se sigue aplazando la verdadera medida de lo que dará de sí esa especie de dirección compartida con la del Plan de Fomento de la Lectura, que no deja de demostrar, o eso parece, mitad incapacidad y mitad despropósito, aunque quieran venderlo como eficiencia. 
El libro precedente de La Gaveta -Lisboa, de Javier Morales Ortiz- fue reseñado elogiosamente hace un par de semanas por Javier Goñi en el suplemento Babelia de El País. Le sucede en la colección Inconvenientes del turismo en Praga, de Mario Martín Gijón, profesor de la Universidad de Extremadura, conocido hasta ahora por sus ensayos. En lo que a uno le alcanza, ésta es su primera obra de ficción en prosa. Bueno, mientras buscaba una imagen de la cubierta, he descubierto que en abril de este mismo año aparecía en la editorial asturiana KRK Inconvenientes del turismo en Praga y otros cuentos europeos, lo que quiere decir que el texto de la Editora es parte de este otro y que, en consecuencia, aquélla no sería, como acabo de afirmar, su ópera prima. Más allá de estos pequeños equívocos sin importancia, lo que sí se puede sostener es la solidez del relato -entre cuento largo y novela corta-, resuelto con habilidad, tanto en lo formal (por el lenguaje empleado) como en lo que se refiere a su estructura narrativa, en la que se entrelazan dos historias que, al final, confluyen, no diremos cómo. La de un escultor llamado, presuntamente, Miroslav Myrtek (el libro comienza con un homenaje a Melville, a su Moby Dick: "Llamadme Miroslav"), natural de Praga, que vive en la Checoslovaquia comunista, autor de un altorrelieve realista en forma de friso para una estación de Eslovaquia, que viaja como diplomático al Chile de la Unidad Popular de Allende (y asiste al golpe de estado de Pinochet), que celebra la Primavera del 68 y que acaba, solitario y al margen, en el tranquilo barrio praguense de Zizkov. Y la de una pareja que vuela a la turística Praga (aquí la voz narrativa es femenina), donde sucede algo que tampoco voy a desvelar.
El relato está, ya se dijo, perfectamente equilibrado y resulta de una eficiencia palmaria. Aprecia uno, en su siempre dubitativa capacidad para valorar artefactos narrativos (ni quiero pasar por crítico ni esto es una reseña), una sobresaliente habilidad novelística que, a buen seguro, nos deparará en el futuro nuevas e inquietantes intrigas, aunque nada más lejos de su intención que fabricar embustes al uso.