También podemos leer, lo que uno ya ha hecho, "Cuarenta años de biografía intelectual", de Darío Villanueva, académico y secretario de la Real Academia Española, profesor de Literatura Comparada de la Universidad de Santiago de Compostela (de la fue rector); un análisis de Rodrigo Olay sobre un poema de su querido Borges (con Quevedo al fondo); unos aforismos de Rafael Barrett recuperados por Cristian David López ("La vida auténtica no tiene más que un programa: vivir", "Acertar demasiado pronto es equivocarse", "Hay odios que no son más que amor"); prosas y versos de Xuan Bello, en asturiano y español (de Juan Ochoa), que regresan al mítico territorio de Paniceiros; poemas también de Fernando Beltrán, el famoso publicista, y de otro poeta asturiano y de la casa: Javier Almuzara.
Además de no pocas de las consabidas reseñas, que abundan en este número (entre ellas la que Rafael Morales Barba le dedica a El centro fugitivo), me quedan aún por leer, por ejemplo, la correspondencia inédita entre Luis Cernuda y Rosa Chacel (¡vaya par!), un viaje a Pekín de la mano de Catarina Valdés o un "homenaje necesario" a Lawrence Durrell, el mediterráneo escritor inglés, firmado por Pedro García Cueto.
Llegar a los cien en una revista literaria es un hito digno de ser subrayado. Más si se consigue en plena forma. Enhorabuena a quienes hacen posible que Clarín sobreviva a la debacle general y mucho ánimo para que continúen capeando el temporal. Uno seguirá subiéndose a bordo. ¡Feliz travesía!