10.4.13

Noticias de la ausencia

Se alegra uno del vigoroso ritmo de Renacimiento, la clásica editorial sevillana de Abelardo Linares. No hay semana que no comente en este chiribitil una de sus entregas. No es sólo una cuestión de número, sino de calidad. Ya estoy deseando leer, por ejemplo, otra obra de la colección Calle del Aire, Falsa pimienta, de Amalia Bautista, que acaba de llegar.
De Gil Bengoa (Bilbao, 1958) no había leído nada. Y eso que es de mi quinta. Se nos cuenta que es novelista, con tres novelas en su haber, un libro de poemas (también en Renacimiento, Los desiertos verdes) y la coautoría del guión de la película Agallas, que tampoco he visto.
La noche cerca contiene poemas que me han recordado a otro bilbaíno, Jon Juaristi. Por el tono. Tanto uno como otro, más allá de paisanaje, coincidencias o afinidades, gustan de una poesía directa, sin estorbos retóricos, realista y de línea clara. Irónica y, en el caso que nos ocupa, grave. Por el estilo, no por la grandilocuencia. Sobre todo en los poemas, que sostienen el andamiaje central de la obra; los dedicados a la enfermedad y muerte de su hermana. Con ellos, el dolor del poeta y, al fondo, de sus padres. A este respecto, cómo impresiona "Retrato", un poema breve, de emocionante intensidad. Una emoción que se presenta al natural, sin adornos, ya decía. A veces, sobre todo al principio, a uno le extraña el aparente desmañamiento con el que están escritos estos versos encabalgados, prosaicos incluso, sujetos a normas poco o nada convencionales; vamos, que se aferran a la idea o a lo que se quiere expresar con independencia de otras consideraciones. Tampoco quiero decir que no haya oficio, ni que, por otro lado, sean innovadores en su forma o, ya no digamos, vanguardistas. Licencias, sí, alguna, pero nada más. En función de lo que se tenga que decir. Es cierto que a medida que uno avanza en la lectura, esa sensación desaparece y acabas por leer lo que hay: poesía, y mucha, y honda, ya sea por culpa de esa tema central que, como explicaba, atraviesa la obra o por otros - la mujer, los hijos, los amigos (memorable su poema a Fernández de la Sota), el amor, los recuerdos...- que giran en torno a él como planetas sujetos a un mismo sistema. Sí, hay unidad en La noche cerca y, vayan donde vayan esos versos, un mismo aire de familia teñido de desolación, enfermedad y muerte, por más que la ironía, ya se apuntó, y hasta el humor, no dejen de percibirse entre líneas.
No falta en el libro la presencia de su ciudad natal, Bilbao (jardines de Taza), muy adecuado a esa gama de grises que domina la escena. Ni un poema ("Deuda") donde la violencia y la guerra se hacen carne: "también fui un niño adolescente llamado a filas / me gritan eres un gudari ponte firmes vas a empezar / a matar / o morir  / así de sencillo / he visto morir amigos en el campo de batalla..."
Terminaré destacando la conseguida narratividad de los poemas largos y la energía que transmiten los poemas breves, de una fortaleza llamativa, que golpean al lector con la sutil contundencia de lo logrado.

DESLUMBRE AFRICANO

                              A Maribel Cruzado y José María Conget

Digno sobre la tierra ocre
y seca que bordea el asfalto sofocante,
demacrado por el polvo y la arena,
bajo una foto del monarca un anciano aguarda
quizás en vano
un gesto de piedad.