4.7.14

González Sosa, un poeta secreto

Manuel González Sosa era, hasta hace poco, un poeta secreto. Para casi todos. Sólo se salvaba un pequeño círculo de lectores, familiares y amigos, amén de paisanos. 
Había nacido en Guía de Gran Canaria en 1923 y murió en Las Palmas de Gran Canaria en 2011. 
Lo que le rescata para los lectores españoles es la edición de su poesía completa que bajo el título A pesar de los vientos publica, de manera impecable, la colección Primera Edición de la editorial Salto de Página
El prólogo es del profesor, estudioso y poeta, canario también, Andrés Sánchez Robayna. 
Explica que fue voluntad de MGS publicar sólo lo justo: dos libros y en ediciones de tirada muy reducida. Entendía la poesía como Secreto.
Por lo demás, ha de ser considerado un poeta de postguerra, compañero de promoción de José María Valverde, Blas de Otero o Luis Felipe Vivanco. La antología de Unamuno que este último publicó por aquellas fechas debió ser capital, según Miguel Martinón, para que, a mediados de los cuarenta, MGS comenzara a escribir poesía. Durante una larga estancia en la isla de Fuerteventura, donde el poeta vasco, qué casualidad, estuvo desterrado.
El espíritu de este poeta culto y, me temo que como todos, autodidacta, es elegíaco y, como Ungaretti, nos recuerda el prologuista, fue consciente de que "todo poeta tiene siempre un problema de lenguaje que resolver".
Fue empleado de banca toda su vida y un gran viajero. De esa itinerancia surgieron no pocos de los poemas de Sonetos andariegos, su primer libro -uno de los dos que dio a la imprenta, de 1967-, aquí ampliado; Cuaderno americano, escrito hacia 1975, donde sus versos visitan Perú y Venezuela; Parentesis, donde, además de algunos de los poemas más logrados del libro (como "Epiménides de Cnosos" o "El durmiente del bosque"), encontramos la serie "Entrevisiones", unas prosa poéticas que fecha entre 1952 y 1954 escritas a partir de un viaje en el que recorre Andalucía (precioso el poema sobre Cádiz), Castilla (Ávila es una ciudad a la que siempre vuelve) y el País Vasco; Tránsito a tientas y Contraluz italiana (que fecha en 2004), el otro libro que publicó, en 1988, ahora aumentado.
En "Notas del Autor", MGS explica en tercera persona la génesis y peripecias de cada uno de sus libros y cuadernos, éditos e inéditos, y al llegar al penúltimo se permite incluso aludir a su poética para afirmar que "El autor nunca se ha detenido a plantearse la formulación de una poética propia, si bien sospecha que comulga  con alguna infusa o difusa." Y más adelante: "Armar una poética personal en cierto modo implica la autolimitación, el condenarse por gusto a un marco más o menos ceñido o elástico."
Me referí más arriba al problema de lenguaje. Él lo resuelve, como cualquier poeta que se precie, de forma muy particular y con un elevado nivel de exigencia (fue un corrector incansable de sus poemas). Haciendo uso de composiciones como el soneto y la décima (donde da lo mejor de sí, a mi modo de leer) o utilizando, pongo por caso, una lengua barroca que no le hace ascos a la palabra exacta, sea o no de uso común. Tampoco, en el caso de sus poemas americanos, a vocablos locales, como ceiba, cuyes, kero o huaco, términos que explica en las mencionadas "Notas". 
Aunque prefiere el verso escueto (con rima o sin ella) y la dicción más sobria, maneja con maestría el poema extenso y discursivo. No en vano, como resalta Robayna, estamos ante un poeta que gusta del tono meditativo; aprendido, entre otros, en Unamuno.
Basta con leer el magnífico poema que cierra el volumen: "A John Keats y Percy B. Shelley en el cementerio del Testaccio”. 
Un par de versos, escogidos de entre muchos (y no por nada), dan fe, en fin, de su elegancia: 
Un círculo murado de horizontes desiertos.
Arriba, sólo el hueco de un cielo fugitivo.
No sabemos qué deparará el futuro a la poesía de MGS. Si entrará o no el dichoso canon. Poco importa. Al menos al lector de hoy que, por suerte, dispone de este puñado de poemas que son, sin duda, "fruto de un proceso genuino". No necesitamos más.

Nota. Esta reseña, con el título "A pesar de los vientos", se ha publicado en el número 111 de la revista Clarín.