7.9.14

Adelfas

Mil veces he comentado aquí que me considero un mal lector de novela (de narrativa en general) y otras tantas que adoro Sicilia, donde nunca he estado ("la otra Extremadura", al decir de Andrés Trapiello), y casi todo lo siciliano, en especial a algunos escritores de esa isla. Descubrí a Simonetta Agnello Hornby, que nació en Palermo y vive en Londres  desde 1972 dedicada a la abogacía, gracias a su ópera prima, La Mennulara, publicada aquí por Tusquets, como el resto de su obra. Con todo, no había vuelto a leer nada suyo hasta este verano, para el que reservé, anticipándome a ese deleite, El veneno de las adelfas, precioso título (en italiano también: Il veleno dell'oleandro) para una novela, ya dije, deliciosa. 
Conviene destacar cuanto antes la traducción de Carlos Gumpert, que ha conservado numerosas expresiones en italiano (con su consiguiente traducción al lado); sicilianas, para ser más exactos. Una de ellas, central para la comprensión de la obra, dice: "Nuddu ammiscatu cu nenti" (eres un nadie mezclado con nada, o, para nosotros, un don nadie).
Toda la historia transcurre en unos pocos días de mayo (que se consignan en cada capítulo con día y hora) y la narración no es lineal. Los narradores son dos: Mara y Bede, protagonistas fundamentales del relato. 
Al fondo, una casa de campo ("Aquel era el lugar de lo imaginario"), la mítica Pedrara, una villa perdida en la Sicilia del Monti Iblei y Ragusa, que SAH describe con maestría, y una familia (o dos: los Carpinteri y los Lo Mondo), de las que son infelices a su particular manera. Y, claro está, sus secretos (el "asunto"): "Saber, conocer, compartir, eso es lo que nos faltaba a todos nosotros". Y Anna, la tía, un personaje central.
Nada comentaré de la trama, que es ágil, bien trabada, que entretiene y engancha, sí, pero que, además, hace pensar, como a uno le gusta. 
Llegó tarde a la literatura esta londinense de Palermo, lo que no significa, ya se ve, que no lo hiciera a tiempo. Volveré sobre esos libros suyos que no he leído; sobre todo, Boca sellada y La monja y el capitán. Estoy seguro de que merecen ese viaje.