Por breve, copio aquí la reseña de Más allá, Tánger que se publicó el pasado sábado en Babelia (El País).
Para
Domingo Badía, conocido como Alí Bey,
Tánger sólo es comparable al efecto de un sueño; para Tahar Ben Jelloun, una
mujer que no se atreve a mirarse al espejo, acaso porque en sus calles sólo
persiste la memoria. Álvaro Valverde busca ese espejo para recobrar el sueño de
la memoria, el espacio vivo de la pérdida en una ciudad, “la vieja conocida que
no es”, a la que alguien regresa y a la que alguien llega por primera vez. Para
ambos, ese viaje es “el único trayecto que conduce / a las fuentes sagradas del
origen”, a un territorio que, “entre la oscuridad / que enturbia tu pasado / y
la luz que ilumina / este presente”, alcanza la salvación del olvido. Sus
cincuenta poemas -desnudos y luminosos, concisamente narrativos- son “las
piezas sueltas de un puzle”, ecos de una memoria que este largo e indisputable
poema reúne “para hacer verosímil / lo que sólo es ficticio”. Una voz doble, la
del narrador y la de su mujer, que son el contrapunto y la razón de una
historia compartida. Un poema que encuentra su espejo y en él su identidad,
pues “en esta encrucijada, lo que dudas / es si esta realidad es lo real / o si
por el contrario es la ficción / que fuiste fabricando en el transcurso”. Una
suma de “aguafuertes” y “vislumbres” que confieren una intensidad especial a un
relato tan íntimo que sólo es posible en el poema, como avispas “volando /
alrededor del vaso de té”, y “cada avispa un recuerdo / de los años vividos”.
Es el excepcional mosaico de una vida, “una suma de símbolos / de lo que fue y
no ha sido, / de la vida pasada / y del mundo futuro”. Una impugnada realidad,
sin límites ni nostalgias, “acaso porque es / (el) reflejo de un fervor”.