2.6.15

American poems

American poems es el primer libro de Azahara Palomeque, crecida en el Sur, aunque nacida en el Norte (1986). Lo publica La Isla de Siltolá, siempre atenta a los nuevos nombres. Por lo demás, y en lo que toca a esta tierra -ni sur ni norte- me entero por Google de que en el curso 2002-2003 obtuvo el Primer Accésit del XIII Concurso Literario de Narraciones Cortas Luis Landero para estudiantes de Centros de Secundaria por su relato "La manta de los sueños".
El título de esta ópera prima podría ser el de un libro de cualquier joven poeta español, trufado de citas de poetas estadounidenses como Ashbery o Simic. Pero no, si éste se titula así es porque los poemas que reúne se escribieron en USA, concretamente en Princeton, donde Palomeque se fue un buen día a completar sus estudios y de donde no ha vuelto. No es extraño que el epígrafe que lo abre, de Edward Said, comience con la palabra Exile. "En inglés, empiezo a entenderlo todo... / también exilio y exiliado son lo mismo", dice en "The wound", que incluye otra cita de Said.
El primer poema del libro, "Ana", no es un mal comienzo. Pronto se advierte que, más allá de las vivencias propias de alguien que viaja a otro lado del mundo, lo que acaso más le interese a Palomeque es el lenguaje. No es uno al uso, plano y transparente. De cualquiera. Una de esas voces indistintas que tanto abundan. No, no estamos ante uno de esos libros amables, complacientes, blandos, bien escritos, con admirable claridad, pero también, por eso, carentes de riesgo alguno en lo que al uso del lenguaje respecta, y no sólo. El problema en aquéllos no es éste; en Americans poems, sí. O siquiera lo es en buena medida. Hay riesgo y lo que se dice, con ser lo que a muchos les pasa en circunstancias de desarraigo parecidas, suena distinto. Para ello, Palomeque establece recursos. Nada nuevo, por más que parezca que, a muchos, usarlos les dé pereza. Asociaciones de palabras y juegos de sentido, metáforas no demasiado trilladas, cierto aire de irracionalidad que aporta su puntito surrealista... Así, en "Una idea del tiempo".
Otras veces es más concreta, En "Distancias" u "Olivo", por ejemplo.
Aviones, fronteras, aeropuertos... "Viajar es sólo otro tipo de tacto", escribe. O: "Eres / la confirmación del mapa". Vayamos a los títulos: "El viajero", "El mapa", "Emigrante" ("Ya estoy aquí, me disteis / alas y una sima"), "No fue el viaje".
La nieve, el frío son también elementos simbólicos efectivos en la obra. En los poemas de una de las partes: "El otoño de los gansos canadienses".  "Formación de iceberg", pongo por caso. "Leed la nieve", dice. Y: "He de escribir la inocencia: que duela el frío, / que no me queme". Un frío, cabe añadir, que se ajusta bien a la pasión fría que define tal vez al conjunto. Algo que apreciamos en la sequedad, diría, del tono general, caracterizado por la concisión, el ajuste, la síntesis.
En "No existen las madrugadas", uno de los poemas más logrados, escribe el verbo nostalgiar, que no deja de ser otro sentimiento muy presente en estos poemas americanos. Un verbo que se conjuga en los versos finales del libro, los más descarnados.