Aula Machado. Soria |
"Como miembro de una familia de profesores (uno prefiere decir maestros, una palabra que debería recuperarse por lo que significó y significa para mucha gente), el cuerpo también me pide rasgarme las vestiduras y poner el grito en el cielo por lo que parece un paso más hacia el envilecimiento de una juventud que, al parecer, ya no respeta ni a los ancianos, ni a sus padres, ni a los profesores; es más, que disfruta despreciándolos y humillándolos, ya sea en sus juegos, ya sea en la realidad. El problema con el que me encuentro es que comparto aún menos las opiniones de los que se escandalizan del jueguecito, entre los que reconozco a muchas personas que llevan culpando a los profesores de todos los problemas de sus hijos y desautorizándolos ante éstos, que han aprendido a verlos así como sus enemigos. Que políticos que han acusado de vagos y de ignorantes a nuestros profesores, que tertulianos que han opinado de ellos que son unos egoístas por oponerse a ciertas políticas ministeriales de restricción más que por ellos por sus alumnos, que la misma sociedad que los considera unos pobres hombres sin aspiraciones por dedicarse a una actividad tan poco gratificada económicamente se erijan ahora en sus defensores invita a uno a situarse en la trinchera opuesta. Juego por juego, no sé cuál es peor, si el virtual de una juventud que pega a los profesores como diversión o el real de una sociedad que lo hace de verdad desde hace tiempo con su desconsideración." Julio Llamazares, "Pegar al profe". El País.