2.7.15

Europa Direct Cáceres

Este es el prólogo del libro donde se recogen los relatos y fotografías ganadores de la edición de los Premios "Europa de Todos" 2014, organizados por la delegación cacereña de Europa Direct, dirigida por Rebeca Domínguez Cidoncha. A uno le tocó esa gustosa tarea en su condición de presidente del jurado. Una coincidencia de fechas y un viaje a Sevilla impidieron, como hubiera sido mi deseo, asistir al acto de presentación de la obra.

Vaya por delante que uno cree útil y necesario que cada año se convoque el Concurso de Relatos Breves “Europa de todos”, organizado por el Centro Europe Direct de Cáceres, institución vinculada al Ayuntamiento de la capital provincial. Y ello, sobre todo, porque en tiempos de crisis, poco dados a la convocatoria de ayudas públicas, fomenta la creación literaria y apoya a quienes escriben, protagonistas silenciosos de una tarea solitaria no siempre reconocida, puertas afuera, como es debido. Además, el premio, que va por su octava edición, impulsa el europeísmo, otro bien imprescindible para cualquier demócrata español que se precie. Así, el tema de las narraciones, según rezaba en las bases, había de tener “una vinculación o relación con Europa, como pretexto, como argumento, circunstancias o escenario”. El pasado año, que continuó siendo “Año Europeo de los Ciudadanos”, se sugirieron, teniendo en cuenta los temas clave o prioridades de comunicación de la Comisión Europea, Los jóvenes europeos, La Unión económica y monetaria, El Mercado Único, el Crecimiento Inteligente Sostenible e Integrador y, en fin, Europa como actor global. 
No lo tuvo sencillo el jurado a la hora de decidir, de entre los muchos trabajos presentados, cuáles serían los relatos ganadores. Tras una intensa reunión celebrada en el Palacio de la Isla, el mencionado tribunal resolvió a favor de cuatro cuentos; un primer premio, un segundo premio y un tercer premio concedido ex aequo. Siguiendo ese orden, “Piccolo mondo”, de José Ángel Corrales Suárez, natural de Bertamirans (La Coruña), que se abre con una hermosa cita de la poeta polaca Wisława Szymborska, nos acerca a la Europa de la emigración. De un español (gallego, por más señas) en Hamburgo donde trabaja en un restaurante italiano, el del título, del que es dueño, sin embargo, un inmigrante turco. Y como siempre que se habla de este asunto, no faltan alusiones a la amistad y, cómo no, al regreso, tantas veces imposible, todo ello en el marco de un país central en Europa y de una ciudad que acaba convirtiéndose en una verdadera patria. 
"Pueblesía", de Manuel Iván Pérez Fernández, canario de San Cristóbal de la Laguna (Santa Cruz de Tenerife), nos habla de alguien que sale de su lugar natal, del pequeño pueblo, y gracias a las becas (cómo olvidar las benditas Erasmus, de marcado carácter europeísta) consigue aquello que un día soñó, en este caso, de la mano de la literatura, de la poesía, y además en París (en estas fechas, capital del dolor) y a lo grande. Aborda, de paso, temas tan actuales como la homosexualidad, y su respeto, y la violencia, y su indeseable manifestación en nuestras sociedades complejas.
"La tregua de Navidad", de Jesús Pérez García (Espinardo, Murcia), nos devuelve a una historia conocida, pero no por eso menos digna de ser recordada. En el primer centenario del comienzo de la Primera Guerra Mundial, una fecha muy oportuna, se evoca el aplazamiento del combate entre ejércitos con motivo de las fiestas navideñas. Por encima de las diferencias, los soldados salen de sus respectivas trincheras y brindan a favor de los buenos sentimientos y de la paz. A favor de los valores humanistas que son los que deberían primar más allá de las diferencias ideológicas y políticas. 
"El tren de Sebastopol", por fin, de la cacereña María Montaña Campón Pérez, nos cuenta dos historias cruzadas, también con la guerra al fondo. En este caso la de Ucrania. De la guerra y, añado, de la enfermedad. Enfrente, el viaje de placer, la aventura de viajar, lo exótico y lejano, como la ciudad del título: Sebastopol. Personajes diversos que, en la mejor tradición de la narrativa rusa, se encuentran en una encrucijada apasionante.
Como no es cuestión de desentrañar los argumentos ni de anticipar tramas o finales, dejo aquí estos concisos comentarios sobre los relatos para que sea el lector el que dé buena cuenta de los mismos y disfrute de su lectura debidamente. No creo que le decepcionen. Dan fe, en todo caso, de la riqueza humana, literaria y moral de ese bonito sueño, siempre bajo amenaza, llamado Europa. Que dure.