2.2.16

Tres de tres

No, no hay que fiarse de las apariencias. Este modesto librito, Poemas de la bancarrota, de Javier Gil Martín, publicado por Ediciones del 4 de agosto en su colección Planeta Clandestino (162), reúne un puñado de poemas estupendos y lleva un prólogo de Carlos Piera que no deja de ser una lección, sí, además de una cerrada defensa de la poesía. Alude el profesor y poeta a la poesía "concisa. Muy concisa" de Gil, que no estorba (como tanta que por ahí revolotea), "porque es lenguaje" y no pretende ser objeto. "La poesía resume", escribe, "porque lo que busca es la verdad" y la verdad "es siempre cualquier cosa menos prolija". "A cambio de lo cual es memorable", sentencia. Coincido con él en la elección de algún poema especialmente significativo, como "Badajo". Me han gustado también, por ejemplo, "Tanto siglo XX para esto" y "A la sombra". "No describir; / desescribir lo visto", leemos. 

El poeta Luis Alonso (Valladolid, 1955) formaba parte de la antología Sentados o de pie. 9 poetas en su sitio. Publica Mientras canta Billie Holiday en la Fundación Guillén (donde ya se editó La música del tiempo). En su colección Maravillas concretas. En "Declaración de bienes", a modo de prólogo, explica que ha pretendido con los poemas recogidos en el libro "salvar cosas del fuego". La memoria, sí, convertida en cuerpo de bomberos al rescate de aquello que nos hizo vibrar y no merece ser olvidado. Enumera Alonso momentos y situaciones a salvar de la quema. Sus versos son narrativos. En su relato, reflexiona y evoca. Habla de la desnudez de un cuadro de Lucien Freud, de mayo en el jardín abandonado y de los abandonos de octubre o de la ensoñación del sur. Elogia la risa ("Soy rico en sonrisas"), de lo poco que "nos ha servido el viaje" y de la gloria venidera. Del consuelo de que "tarde o temprano todos / acabaremos siendo Borges". De la casa de siempre, de Nieves y de otras, de que "amamos aquello que envejece" porque "sólo lo muy usado empieza a ser amable". Y del amor, "un bien perecedero que, no obstante, "nos mueve a seguir de hoy para mañana", "cuanto nos queda de ahora en adelante". Al cabo, "mientras cante Billie Holiday nada estará perdido".

Devenir publica La senda honda, ópera prima de José Manuel Ramón (Orihuela, 1966). El exhaustivo prólogo de José Luis Zerón Huguet, compañero de aventuras literarias (en la revista Empireuma) explica el proceso de escritura del libro y analiza con detalle, ya digo, la obra.
Escrito entre 1988 y 1991, el autor ha "actualizado" el contenido y ha añadido un poema extenso, el final: "De regreso".
El libro, como quien lo firma, va por libre, es decir, no se adscribe a corriente alguna y, a pesar de la reescritura, conserva un aire intempestivo, como de otra época. En lo que eso tiene de positivo y en lo que no tanto. "Escribo -afirma- porque temo a la muerte", acaso como todos. Estamos ante una manera de decir muy personal, repito. Honesta, sin lugar a dudas. Ante una poesía que se dirige a sí misma, por más que el lector, como es lógico, acceda, siquiera en parte, al sentido final de unos versos donde encontramos "la naturaleza brumosa que somos", la mirada de un hombre. Y su vida. Es bastante.