Aire de familia se titula el segundo libro de poemas del narrador Juan Ramón Santos (Plasencia, 1975) y lo publica, en la fértil colección Tierra, La Isla de Siltolá. Ya que lo menciono, si no cuento mal, es el sexto placentino con libro en la fresca editorial sevillana, lo que no deja de ser curioso, más si tenemos en cuenta que cuatro de ellos son, como ese sello, jóvenes.
Volviendo a la obra de Santos, no hay trampa aquí. Estamos ante un libro transparente, escrito con la verdad por delante. Su rótulo lo anuncia. La dedicatoria lo sentencia. El autor relata, desde la concepción al nacimiento, pasando por el embarazo de Fátima, la llegada al mundo de Mafalda, dedicataria del volumen junto a su madre. No es tan simple como parece. Esto es poesía. Sentimientos, miedos, descubrimientos, decisiones, ilusiones van componiendo un espacio íntimo que, sin embargo, cualquiera puede habitar. Más si ha pasado por el trance.
No falta ese toque de humor, marca de la casa (desde el mismo título de la sección: "Preparación al parto"). Ni ese ritmo que la métrica bien ejecutada proporciona.
Tras un emocionante "Interludio", cuando la criatura ya está en brazos de sus padres, catorce poemas de catorce endecasílabos cada uno arman "Álbum de fotos", que, a las claras también, ilustra momentos significativos de los primeros meses y años de vida de esa niña que vino a romper la soledad de sus progenitores.
En el "Epílogo", el adiós: ese instante decisivo en que un padre o una madre (o los dos) deja por primera vez a su hija en el colegio.
Sorprende que una historia tan gastada, digamos, pueda dar para tanto en manos de un escritor con sensibilidad y con talento. Para que nada quede en sensiblería, repetición ni mera ocurrencia. Ese es el hallazgo de Juan Ramón Santos y el acierto de este libro tan sencillo como asombroso. Pura vida.
Y ENTONCES FUE EL PRINCIPIO,
un estallido,
un big-bang celular
sin precedentes
que no alteró por ello lo más mínimo
la fatigada paz de los amantes,
que ignorantes dormían allá afuera,
inocentes, tomados de la mano,
desnudos, vulnerables,
ya inmortales.
Volviendo a la obra de Santos, no hay trampa aquí. Estamos ante un libro transparente, escrito con la verdad por delante. Su rótulo lo anuncia. La dedicatoria lo sentencia. El autor relata, desde la concepción al nacimiento, pasando por el embarazo de Fátima, la llegada al mundo de Mafalda, dedicataria del volumen junto a su madre. No es tan simple como parece. Esto es poesía. Sentimientos, miedos, descubrimientos, decisiones, ilusiones van componiendo un espacio íntimo que, sin embargo, cualquiera puede habitar. Más si ha pasado por el trance.
No falta ese toque de humor, marca de la casa (desde el mismo título de la sección: "Preparación al parto"). Ni ese ritmo que la métrica bien ejecutada proporciona.
Tras un emocionante "Interludio", cuando la criatura ya está en brazos de sus padres, catorce poemas de catorce endecasílabos cada uno arman "Álbum de fotos", que, a las claras también, ilustra momentos significativos de los primeros meses y años de vida de esa niña que vino a romper la soledad de sus progenitores.
En el "Epílogo", el adiós: ese instante decisivo en que un padre o una madre (o los dos) deja por primera vez a su hija en el colegio.
Sorprende que una historia tan gastada, digamos, pueda dar para tanto en manos de un escritor con sensibilidad y con talento. Para que nada quede en sensiblería, repetición ni mera ocurrencia. Ese es el hallazgo de Juan Ramón Santos y el acierto de este libro tan sencillo como asombroso. Pura vida.
Y ENTONCES FUE EL PRINCIPIO,
un estallido,
un big-bang celular
sin precedentes
que no alteró por ello lo más mínimo
la fatigada paz de los amantes,
que ignorantes dormían allá afuera,
inocentes, tomados de la mano,
desnudos, vulnerables,
ya inmortales.